Renacimiento socialista y neopanafricanismo

En su profundo análisis social y político, Kwame Nkrumah, ese padre fundador de las repúblicas independientes de África por los años cincuenta y sesenta del siglo pasado, nos dejó maravillosas tesis para comprender hoy por dónde van los caminos africanos de emancipación social (1). Nkrumah fue el primer africano que venció al imperialismo inglés en sendos procesos electorales coloniales (1951 y 1956) organizados a partir de verse obligado este imperialismo europeo por las nuevas normas internacionales acordadas entre las potencias capitalistas y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas en el proceso que dio nacimiento a la ONU (1945). Luego, Nkrmah dirigió a los ciudadanos de la Costa de Oro hacia la independencia política en 1957 y se convirtió así en el primer Presidente de la República y creador de Ghana, nombre dado en honor a la gran civilización del primer milenio de nuestra era conformada en el sur del sahara africano, como amplia estructura político administrativa que la historiografía europeista le denominó “imperio”.

Como Jefe de Estado y marxista convencido, Nkrumah reconoció a la educación como factor decisivo en la victoria obtenida y por ello teorizó respecto a lo que él consideró “la vanguardia intelectual” (2). Mediante dos anécdotas tomadas del estudioso africanista Jack Woodis, Nkrumah introdujo su magistral tesis relatando las cartas escritas por escolares en cierta ocasión.“Creo –escribió un niño- que el acontecimiento más feliz de mi vida fue el día en que mi padre me dijo que fuera a la escuela”(3). “La cosa más penosa –escribió otro- que podría ocurrirme sería el no haber tenido acceso a la educación o tener que salir de la escuela ahora, porque entonces habría malgastado toda mi vida”(4). En su visión de sociedad de igualdad y por ello socialista, Nkrumah reconocía ese papel dinámico y básico de la educación. “El problema de la educación ocupaba lugar preponderante en mi mente y en la de los jefes de mi partido cuando celebramos la primera reunión, después de asumir el mando, durante la administración colonial. El hecho de que la mayoría de mis colegas se habían capacitado como maestros, lo mismo que yo, era un reflejo de que también ellos tenían fe en la educación como llave de nuestra liberación y progreso”(5).

Aquí podríamos encontrar uno de los factores más poderosos para que la burguesía capitalista internacional dispusiera todos sus recursos para detener la revolucionaria acción de Nkrumah, sobre todo cuando éste unía a la tesis de la educación a la propuesta panafricanista del “Gobierno Único para África” como acción política que daría la fuerza necesaria para enfrentar colectivamente las presiones y amenazas neocolonialistas. Sólo ocho años pudo Nkrumah ejercer el poder que el pueblo colocó en sus manos. Confiado en su obra educativa, el líder africano no previó que el adversario imperialista fuera tan violento como traicionero e inescrupuloso y cuando Nkrumah viajó a entrevistarse con Mao Zedong en 1966 para profundizar los intercambios, la oportunidad se abrió para los traidores y los elementos golpistas depusieron a Nkrumah.

Puede afirmarse con toda seguridad que la educación es un factor social y estratégico de gran peso pero en asuntos tácticos del poder hay otros factores que en ocasiones detienen o aceleran la marcha de los procesos de transformaciones político-sociales y les cambian su ritmo. Prueba de todo ello es que los efectos educativos que impulsó Nkrumah siguieron actuando en las bases sociales y militares, lo cual explica que años después, uno de esos jóvenes, el entonces capitán Jerry Rawlings retomara el poder y pudiera –de cierta forma- impulsar algunos aspectos claves del pensamiento socialista del padre fundador, como fue la educación y el papel del sector público en la economía. Por otro lado, prueba también de todo ello son las palabras de San Nujoma, el líder de la independencia de Namibia cuando exclama refiriéndose a los colonialistas sudafricanos: “No les importa asesinar a cientos de personas desarmadas, pero cuando se encuentran frente a los guerrilleros de la SWAPO, que están armados y decididos a luchar, sueltan sus armas y corren como liebres, levantan los brazos y se rinden”(6).

Pero, con pura fuerza –pensaron los pragmáticos imperialistas- no podía recuperarse lo que se había perdido a la fuerza en algunos casos y en las urnas en otro. Múltiples casos africanos a estudiar podrían llevarnos de una inicial inducción a una detallada deducción. En efecto, los defensores del capitalismo impulsaron el neoliberalismo en los países del sur. Trataron y aún tratan de monopolizar el control sobre los procesos educativos, acabando con la libertad de cátedra, controlando los recursos financieros a las instituciones, chantajeando con la ayuda al desarrollo o privatizando la educación y penalizando el pensamiento crítico con slogans y herramientas pseudo académicas, tratando de desterrar al poderoso marxismo del caudal de paradigmas educativos y de modelos de investigación, sobornando a docentes con los viajes a congresos, otorgando “Premios” a mentes lúcidas para tratar de neutralizar con dólares sus pensamientos radicales o revolucionarios, exaltar el individualismo y la ambición mediante programas “culturales” o “artísticos” o juegos de mesa o adivinación, entre otros instrumentos de dominación imperial y de los cuales nos ofrece un estudio detallado el investigador Atilio Borón (7).

Luego de haber transcurrido medio siglo de experiencias de liberación, de resistencias anti-neocolonialistas, anti-neoliberales, anti-elitescas o anti- oligárquicas y de haberse constatado las inoperantes instrucciones de las llamadas IFI (Instituciones Financieras Internacionales) y de los opresivos PAE (Paquetes de Ajustes Estructurales), los actuales gobiernos africanos –salvo algunas excepciones que sucumben ante el resto en asuntos de poder en el continente- pudieran estar expresando fehacientemente ese rescate popular de la plena identidad africana, a partir de su resistente y propia cultura africana, que en este medio siglo ha ido integrando lo mejor del pensamiento humano universal, aún con muchas limitaciones por la falta de recursos financieros y por la existencia –en muchos países africanos- de estructuras de dominación económica e ideológicas impuestas o negociadas por las élites africanas enriquecidas conjunta aunque desigualmente con el excolonialista.

Allí donde hubo lucha popular y sus fuerzas de transformación social se colocaron por encima de las élites africanas apoyadas en el pueblo mejor instruido y educado, y pudieron “destrabar el juego”, o como dicen algunos africanistas, “controlar los intereses de los jefes tribales”, ahora encontramos diversas posiciones políticas y actuaciones de movimientos sociales que nos recuerdan mucho al socialismo africano de Nkrumah y a su pensamiento panafricanista. Por ejemplo, observamos un movimiento de claras tendencias socialistas con “particularidades africanas” en Sudáfrica cuando un Presidente como Mbeki acata las decisiones de su popular partido ANC formado en el fragor del combate y con decenas de líderes a todos los niveles, lo cual le permitió desde 1991 a Nelson Mandela avanzar hacia el poder y que en este 2009 saliera a defender la estabilidad y unidad partidista de manera que Jacobo Zuma, uno de esos líderes combativos y curtidos en la lucha antiapartheid, pudiera llegar a la presidencia de la primera potencia económica de África. Igualmente, meses antes, las fuerzas socialistas angolanas dieron fabulosa muestra del avance del pensamiento socialista “con particularidades africanas” cuando conquistaron políticamente la mayoría de la alcaldías y curules en la Asamblea Legislativa angolana. La reelección del socialista argelino Bouteflika con más del 60 de los votos y la fortaleza económica del sector público de la economía argelina son muestras claras de que las ideas socialistas en el primer país africano que recibió la ayuda internacionalista cubana en 1963, siguen avanzando por entre obstáculos y retos.

Otras formas de expresarse la fuerza del pensamiento socialista africano, enraizada en los pueblos, pues es afín a la cultura africana, son también las decisiones gubernamentales de rechazar los intentos de EEUU de establecer bases militares en los países africanos a través de su indigno Comando Militar Africano, más conocido como AFRICOM. Incluso, la monarquía marroquí que desde hace años abandonó la Unión Africana a causa de su colonialismo sobre el sahara saharauí, se ha mostrado dubitativa en ser receptora del AFRICOM. Paralelamente a todas estas formas de expresarse ese pensamiento africano que recuerdan al de Nasser, al de Neto, al de Machel, al de Ben Barka, al de Amilar Cabral o al de Sekou Touré y Modibo Keita, observamos la reacción africana a la tentativa del llamado Tribunal Penal Internacional de inmiscuirse en los asuntos internos de Sudán acusando de “genocida” a su Presidente Al Bachir, quien goza de prestigio en toda África y en los países del sur que no se tragan las campañas mediático-imperiales sobre la tradicional conflictiva región sudanesa de Darfur, pues bajo el gobierno de Al Bachir, Sudán fue electo desde hace años como miembro de la otrora Comisión de Derechos Humanos de ONU y en estas semanas atrás fue respaldado por las tres más potentes organizaciones multilaterales del sur: Movimiento de Países No Alineados, la Unión Africana y la Liga Árabe. El sistema imperialista, ante estas dos realidades, quedó políticamente golpeado en medio de su crisis económica de escala mundial imperialista. “Salió con el rabo entre las patas” diría cualquier hombre o mujer de pueblo de cualquier barrio de nuestras naciones del Sur.

Es de tal influencia el nuevo pensamiento panafricanista o “neopanafricanista” como le llama nuestro amigo y profesor congolés Mbuyi Kabunda, que los gobiernos europeos, urgidos a causa de la crisis económica capitalista, la cual también ha estado influida e impregnada del factor independentista africano, han intensificado su gestión para socavar el poder de líderes africanos de una u otra orientación política pero todos tratando de desvincularse de los compromisos neocoloniales. En esta gestión neocolonial podríamos incluir la reciente e inmoral acusación francesa por “corrupción” contra Omar Bongo (Gabón), Teodoro Obiang (Guinea Ecuatorial) y Dennis Sasou Nguesso (Congo B) quienes han venido rescatando –cada uno a su forma y con diversos aliados externos- sus capacidades de decisión política sobre los recursos naturales de sus naciones multiétnicas, lo cual es consustancial a la libertad según el socialismo africano y cualquiera de los socialismo en desarrollo en este siglo XXI.

La libertad tiene su precio –expuso Nkrumah- “porque la libertad no es un producto que se da a los esclavizados cuando la piden: es una recompensa preciosa, el brillante trofeo de la lucha y el sacrificio, lucha y sacrificio que no cesan con la obtención de la libertad (…) Debemos liberarnos de las garras del imperialismo económico y proteger nuestra libertad. Al mismo tiempo, debemos trabajar sin pausa en pro de la completa liberación y unidad de Africa”. Y concluía: “Si queremos permanecer libres, si queremos disfrutar de todas las ventajas de los ricos recursos de África, debemos unirnos para planificar nuestra defensa completa y el pleno aprovechamiento de nuestros medios materiales y humanos, a favor de los intereses de todos nuestros pueblos”(8). Y en otro momento plantea: “…Si queremos cumplir el compromiso contraído con el pueblo y llevar a cabo el programa que acabamos de esbozar, el socialismo es nuestra única alternativa, porque este sistema supone la propiedad pública de los medios de producción, la tierra y sus recursos, y la utilización de esos medios para satisfacer las necesidades del pueblo”.(9)

Fueron estas ideas y obra de Nkrumah que provocaron en un escritor occidental de calificarlo “el Bolívar africano” y mi reflexión de considerarlo “el José Martí de África”(10). En la realidad, Nkrumah, como ser socialista y marxista asimiló lo mejor del pensamiento universal y por ello filosofó desde vertientes emancipadoras. Los ghaneses, malienses, nigerianos, u otros africanos no estarían errados si afirmaran también que “Chávez es el Nkrumah latinoamericano”.

En el pensamiento de Nkrumah encontramos ese naciente socialismo que con particularidades africanas se viene fortaleciendo de norte a sur, desde Argelia y Libia hasta Sudáfrica y Madagascar, desde disímiles trincheras de combate por la libertad y que tiene sus más profundas raíces en la gesta del legendario Samori Toure o del propio Shaka Zulú contra los colonialistas.

Fue Nkrumah junto a otros líderes africanos quienes el 25 de mayo de 1963, en presencia del afronorteamericano William Doubois, fundador de los Congresos Panafricanos fuera de África, dieron nacimiento a la Organización de la Unidad Africana, sin europeos, lo cual expresó el sentir de una nueva época y el vibrar de nuevas esperanzas, precisamente hace cuarenta y seis años cuando en ese continente comenzaron muchas nuevas naciones africanas a decidir su futuro y los propios africanos a planear su destino. Por ello, el DÍA DE AFRICA.

Junto a mis alumnos estudiosos de África en la UNEFA, la UBV y la UCV enviamos nuestros saludos por los aires del Atlántico y con nuestras energías sabremos conducirlos a muchos oídos receptivos para fomentar la hermandad con África y junto a ellos profundizar la lucha por la libertad y la total independencia de nuestros pueblos.

Hermanos y hermanas de África: ¡En América Latina y el Caribe tienen su casa! ¡Les esperamos con fervor patrio en la capital del bolivarianismo, en ocasión de la II Cumbre América del Sur-África en este 2009!

¡Sean muy bienvenidos a Caracas!
¡Felicidades Madre África en su Día!

wongmaestre@gmail.com


(1) Nkrumah, Kwame.- AFRICA DEBE UNIRSE, editorial EUDEBA, Buenos Aires, 1965.
(2) Ob.cit. pag. 73.
(3) Idem.
(4) Idem.
(5) Idem. Pag 75
(6) Nujoma, Sam.- Namibia Vencerá, discurso pronunciado en la sede de la OSPAAAL, pag 190, en Rebelióin Tricontinental, editorial Ocean Sur, 2006, La Habana, Australia y EEUU.
(7) Borón, Atilio.- “Consolidando la explotación. La academia y el Banco Mundial contra el pensamiento crítico”. Editorial Espartaco, Córdova, 2008.
(8) Nkrumah, Kwame. Ob.cit. pag. 16 y 17
(9) Nkrumah, Kwame. Ob.cit. pag. 167
(10) Wong, Ernesto.- “El pensamiento antimperialista en África”, Revista Política Exterior y Soberanía, Año 2 Nro. 4, Instituto de Altos Estudios Diplomáticos “Pedro Gual”, Caracas, Venezuela.


barometrointernacional@gmail.com


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Ernesto Wong Maestre


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