Aunque parezca una contradicción inexplicable, es precisamente en estos tiempos de crisis en el sistema de globalización capitalista neoliberal, cuando se están desarrollando procesos reivindicadores de las formaciones históricas incorporadas por el proceso de construcción de los Estados Nacionales europeos, engendrados en las murallas del feudalismo oscurantista y, consolidados, en las fronteras del dominio del mercado, la mercancía, el consumo y la ganancia, tan necesaria para la existencia y hegemonía de la burguesía.
En medio de la anticipada decrepitud del sistema capitalista globalizado, que nació mostrando su incapacidad de prevenir y, mucho menos, solucionar su cada vez más recurrentes crisis de producción y acumulación y, el impacto demoledor que sobre la calidad y expectativa de vida de los pueblos sometidos a la dictadura del capital; vienen agrupándose memorias, experiencias e ideas de los pueblos históricos de Europa, que reclaman su derecho a preservar sus identidades en el marco de un nuevo agrupamiento socio-político histórico en donde, lejos de avasallarlos, se afirmen como parte de una pluralidad necesaria que enriquezca el mundo de la Justicia y la Libertad que soñamos todos los seres humanos.
Ese latente sueño en la Humanidad, atrapada y dividida entre mares, montañas, rios, muros y retenes migratorios, no fue posible extinguir por la Inquisición religiosa, el genocidio de la guerra, la asimilación forzosa, las migraciones impuestas y la represión lingüística y cultural, mostrándose desafiantes frente a un Estado agotado en su discurso de una “unidad nacional”, que no representa, ni siquiera, el predominio de un pueblo sobre los otros, sino las menguadas fuerzas del dominio de una deteriorada burguesía, sobre las otras clases y del resto de las otras clases de los otros pueblos, a quienes se les ha impuesto su modelo dominante y totalitario de Nación Nacional.
La Europa burguesa de Aznar, Rodríguez Zapatero, Chirac, Sarkozi, Mario Soares, Cavaco e Silva, Prodi, Berlusconi, Srhoeder, Merkel, Blair, Brown y, los nuevos vasallos sustitutos del extinguido poder soviético en el Este, se lanzaron, con la Unión Europea y su fracasada Carta Magna, a la aventura de edificar, sobre un mosaico de etnias, pueblos y naciones históricas, una sola “nación”, regida por el consenso financiero de Mastriick y dirigido por la burocracia de Bruselas, con el fin extender y blindar las fronteras de sus mercancías y consumidores y prevenir, la inevitable corriente histórica de los nacionalismos que podrían profundizar, aún más, la crisis de legitimidad y gobernabilidad, originada en su irreversible incapacidad para sostener su modelo productivo, de distribución y consumo depredador y excluyente, merced a la guerra, la esclavilización de los pueblos y el robo sangriento de sus riquezas naturales.
Pareciera que no serán los proféticos batallones de obreros y campesinos, la vanguardia de este nuevo escenario de lucha socio-política ni, la guerra, el instrumento por medio del cual se vencerá el poder inmensamente destructor de las fuerzas de la OTAN y sus Estados Nacionales, sino la acción indestructible de la “voluntad general” convertido en fuerza moral insuperable, que paraliza la producción y el consumo, desorganiza la administración, resiste los tributos y desafía la fuerza mortífera de la soldadesca confundida entre su lealtad mercenaria al Estado y la identidad con sus iguales en batalla contra sus amos; experiencia triunfante con el Ayatolla Komeini en las calles desbordadas de Teherán, aquellos meses de 1979, cuando el ejército del Sha y los organismos de inteligencia y terrorismo de Europa y los Estados Unidos, sucumbieron impotente ante la fuerza nacional-religiosa de un anciano clérigo musulmán.
Esta es la Europa de los pueblos que resurge del aplastamiento de más de cinco siglos del Estado nacional-imperialista europeo para hacerse presente en las elecciones al Parlamento Europeo del mes de junio, con la lista de la Iniciativa Internacionalista – Solidaridad de los Pueblos, que encabeza el dramaturgo español Alfonso Sastre, acompañado por académicos, intelectuales, artistas y dirigentes políticos de las más diversas procedencias nacionales y políticas incorporadas al Estado Español, las cuales, venciendo el muro judicial, se muestra hoy como una propuesta de futuro, todavía incipiente, plural, diversa, y hasta contradictoria, pero que se galvaniza en la unificante voluntad de desafiar el poder totalitario del Estado Monárquico-burgués español, para avanzar hacia el reconocimiento cultural de las naciones dominadas de España; paso genésico para reivindicar sus derechos nacionales a la autonomía y a la autodeterminación. Compatriota Ramonet, “Otra Europa, también es muy posible”.
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