Toma tu OEA

Yo trocaré mentiras a dineros, / Que las mentiras ya quebrantan peñas/ Valimiento de la mentira: Francisco Quevedo

Hay políticos que para poder supervivir a inexorables verdades, deciden hablar uniendo la mentira con la falsa representación. La paradoja es que nos dan opiniones que han de dejarnos peor que la ignorancia, pues hacernos creer que una cosa es verdadera cuando es todo lo contrario o cuando ejercen su docencia o su escritura y pretenden enredarnos, es actuar con saña diabólica.

Uno de los factores que hace más dramático el caos societal actual tiene que ver con la forma como se produce la decadencia en el uso del lenguaje periodístico y el político.

Existe una casta de políticos que se han trocados en columnistas, algunos en hacedores de editoriales a sueldo definido, hoy deambulan con sus crónicas como exhibicionistas agarrados del endeble pedestal de una fama que solo se les reconoce desde un inviable canal de televisión.

A algunos de los cuales solo se le reconoce el merito por ser ex romulistas ahora disfrazados bajo la piel de Nuevos Adecos En Venezuela cuando los oposicionista alcanzan fama y reciben determinado nivel de reconocimiento se convierten en operadores de la orden de las frases para iletrados, allí alcanzan su poder. Han tenido la habilidad de transmutar el “principio de la legitimidad de su militancia adeca” en paraguas político. Terraza desde la cual mantienen el privilegio de proferir a gritos en la prensa que estamos al borde de la dictadura, entre otras imbecilidades al uso.

Una de sus ultimas hazañas fue tratar, como siempre, de banalizar las realidades que llenas de datos imponían su irrefutable verdad. Los cronistas que toda su vida la pasaron con la oreja pegada a cuanto emisario llegaba desde Estados Unidos al país para ovacionar ordenes. Individuos que solo tenían oído para recibir agenda gringa y celebrarla hasta el paroxismo. Que celebraban su matrimonio con la OEA y agasajaban a los representantes de dictadores que imponía el Departamento de Estado como Anastasio Somoza, Carlos Castillo Armas, Gustavo Rojas Pinilla, Francois Duvalier, Rafael Leonidas Trujillo, Alfredo Stroessner a quienes aprobaban y apoyaban sin ponerse pañuelo en la nariz. Pero la historia los sorprendió con los pantalones en las rodillas cuando llego Fidel Castro al poder en 1959. Peor aún, cuando declaró que Cuba era territorio libre de América. La guerra fría les impuso la pauta y finalmente les ordenó aceptar el documento que iba a ser aprobado en la Séptima Reunión de Consulta de Ministros de Relaciones Exteriores de la OEA a celebrarse en San José de Costa Rica. Este documento que les mandaron para que lo firmaran establecía como punto No. 1: “condena enérgicamente la intervención o amenaza de intervención, aun cuando sea condicionada, de una potencia extracontinental en asuntos de la republicas americanas”. No 2 “rechaza asimismo la pretensión de las potencias sino soviéticas de utilizar la situación política, económica o social de cualquier Estado americano, por quebrantar la unidad continental”. No. 3 “Reafirmar el principio de no intervención de un Estado americano en los asuntos internos de los demás estados americanos y REITERA QUE CADA ESTADO TIENE EL DERECHO DE DESENVOLVER LIBRE Y ESPONTANEAMENTE SU VIDA CULTURAL, POLITICA Y ECONOMICA”. Mas que Contenidos el documento recolectaba afrentas dirigidas a demostrar la indecencia de la política internacional cuarta republicana. Se hace notable pues que estas tres resoluciones estaban dictadas por el Departamento de Estado y para nuestra ignominia fueron asumidas y acatadas para oprobio de la historia de Latinoamérica por Rómulo Betancourt y al fondo anunciaban el estado de guerra y terror que pensaban aplicarle a nuestros países, como sucedió hasta 1998.

Todo lo escenificado en San José de Costa Rica en esa Séptima Reunión que culminó 29 de Agosto de 1960, demuestra cómo se controlaba nuestra diplomacia y denigraba de nuestra endeble soberanía. De tan triste y lamentable período solo queda como rescate para nuestro patrimonio y atisbo de autonomía la firme y gallarda posición adoptada por el Canciller Ignacio Luis Arcaya, no en balde aún conserva el honroso título de “Canciller de la Dignidad”. Él se niega a firmar el adefesio que ya preparaba el terreno para una medida condenatoria contra Cuba. El Canciller se revela con una fortaleza y valentía poco comunes entre quienes manejaban el asunto de la política internacional en el período, de Rómulo y los gobiernos que le siguieron. Gesto firme que hoy pocos quieren reconocer, por débiles y apaniguados de los poderosos de aquí o de los procónsules de intereses foráneos que ellos representan. Su nombre sigue siendo referente a la hora de tener que decidir en estos temas que están por encima de las simplezas pseudo diplomáticas. La tenacidad de Ignacio Luís Arcaya, es suplantada en reprochable conducta, por otro funcionario, de cuyo nombre casi nadie se acuerda. Deja su puesto. Era muy grave cooptar con su firma esta trapacería solo para hacerle la corte a esa jugarreta; trastada que no era otra cosa que el preámbulo de lo que luego se impuso durante cuarenta años en cuanto a seguir los mandatos del Departamento de Estado. Esta decisión acaba en Venezuela con la política de la Ancha Base, que componían los partidos URD – Copey – AD. Sobre el tema José Vicente Rangel recuerda: “luego de 49 años, a Ignacio Luis Arcaya, de la misma generación y estirpe del cubano Raúl Roa y el guatemalteco Guillermo Torrielo, centinelas de la verdad y adelantados lúcidos del tiempo que vivimos, cuando se imponen los valores que entonces, en apariencia, eran aplastados y que hoy irrumpe con fuerza incontenible” Estos son los gestos de valentía y honra que quieren ocultar nuestros columnistas estrellas de los domingos. Obvio ese fue el pantano en que se enlodaron al rumbo y voz de su eterno patrón.

Para mayor infamia mientras se daba el episodio de Costa Rica, ya se sabía, que Estados Unidos preparaban una invasión militar contra Cuba, 17 de abril de 1961. Son siete meses después de Costa Rica. Ósea que mientras se firmaba en San José, Posada Carriles y otros ya entrenaban en Miami la fracasada y desastrosa invasión. Fueron desenmascarados en San José y derrotados en Cuba, se los aniquila en la misma costa adonde desembarcan en Playa Girón (sumaban aproximadamente 1400 hombres armados y entrenados, con apoyo de Norteamérica).

Este “pequeño” detalle lo omiten cuando analizan el resultado de la consulta de los Cancilleres llevada a cabo 49 años después en San Pedro Sula, cuya conclusión es que la decisión adoptada en Costa Rica en 1960 debe quedar sin efecto en lo que a Cuba se refiere y a cuanto su extrañamiento del “sistema interamericano” compete. ¿Fue una derrota histórica a esta política opresora que ya tenía mas de cuarenta años controlando nuestras relaciones exteriores?. Si o No.

Lo objetivo es que Cuba no piensa montarse más nunca en ese coche maltrecho y pestilente que es el aparato de terrorismo que Estados Unidos creó para sojuzgarnos. Infelizmente los analistas de costumbre seguirán considerando que el resultado de la Reunión de la OEA en Honduras, como una tontería. Será una nueva oportunidad para querer banalizar la fortaleza que hoy exhiben los Gobiernos de America Latina frente al simpático presidente negro de los Estados Unidos.

Es triste verse descubierto hoy frente a la realidad de lo que fueron sus serviles posturas ante el poder del imperio que tanto los disloca y que tan mal les paga y pega.

Para entender como eran de dependientes y depauperadas nuestras relaciones con el gobierno de Norteamérica, valga una anécdota para medir el grado de su desprecio por nuestros países, la ruptura de relaciones entre Cuba y Estado Unidos el 3 de enero de 1961, la causa: Que Cuba halla solicitado al Gobierno de Washington reducir, en el plazo de 48 horas, el personal de la Embajada y Consulado norteamericano en La Habana a 11 personas. Consecuencia de la análoga reducción hecha por Cuba en Washington. Estados Unidos, consideró inaceptable la propuesta y encargó a la representación suiza la defensa de sus intereses en Cuba. Checoslovaquia fue encargada de ocuparse en Washington de los intereses cubanos. Así de duro. Así de simple.

No es todo, al año y medio de haber bajado el telón de la farsa que montaron en el Teatro Principal de San José de Costa Rica, se produce la llegada de Kennedy al poder, siempre hay ilusos que creen que los cambios presidenciales en Estados Unidos van a hacer cambiar el tono de las relaciones, se engañaron, el imperio ni concilia ni concede: impone o dispara.

Algunos se crearon expectativas, tenían la esperanza, más ficticia que real, de que la llegada de la nueva administración demócrata cambiase el rumbo ya perdido, de las relaciones cubano-norteamericanas.

Para atizar fuegos el propio Presidente americano había solicitado ya —para llevar a cabo su plan de Alianza para el progreso— la reunión extraordinaria del C. I. E. S., que se celebraría efectivamente en el mes de agosto de 1961 en Punta del Este. Cuba no firmaría, ni la Declaración a los pueblos de América, ni la Carta de Punta del Este, ni alguna de las resoluciones incluidas en los documentos oficiales emanados de la reunión.

La reunión permite escena a los que querían condenar decididamente al castrismo, con sanciones diplomáticas, consulares y económicas (base de la propuesta colombiana, apoyada por Perú, Colombia, Venezuela, Paraguay y las Repúblicas centroamericanas) y los que dispuestos a declarar la incompatibilidad del régimen cubano con la 0. E. A., no lo estaban, en cambio, a adoptar sanciones, por respeto al principio de no intervención (Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Ecuador, Méjico y Uruguay). Los adécos nos vuelven a llevar al degolladero y a demostrar servilismo con los gringos al adoptar la medida que acaba de ser sepultada en San Pedro Sula y que ello quisieran esconder. Huele mal. Da pena.

Pero: como escribe Discepolo: ”Fiera venganza la del tiempo, que le hace ver desecho lo que uno amó” y agrega ¡Y pensar que hace cuarenta años fue mi locura!. Su locura la OEA, hoy es solo un cascajo, donde ellos perdieron el honor.

tuliom@cantv.net


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Tulio Monsalve


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