Inocentes y culpables en la causa de los cinco

No es una noticia escandalosa en los cintillos de todos los medios de prensa, aunque es verdad, que hay dos millones de personas en las cárceles de Estados Unidos.

De lo que ha ocurrido y ocurre en algunas de esas cárceles, antiguas o improvisadas en estos últimos tiempos, han circulado noticias suficientes como para erizarle los pelos a cualquiera y dejar estupefacto y horrorizado al mundo entero. Y no es para menos, pues se trata de maltratos, vejaciones, torturas y asesinatos. Son hechos que deberían avergonzar al pueblo norteamericano; y no sólo avergonzarlo, sino hacerlo sublevar ante tanta ignominia practicada con descaro absoluto

Se conoce que hay un setenta por ciento de negros formando parte de este conglomerado carcelario y, además, que existen presos blancos, negros y de todos los colores, que son culpables, como debe ser, pero también existen inocentes, como no debía ser, en un porcentaje indeterminado, tal como los hechos reales y las películas de ficción, se han encargado de poner en evidencia.

Esta realidad escondida detrás de las rejas de las prisiones, es fiel reflejo de las grandes desigualdades y contradicciones presentes en el seno de la sociedad norteamericana. Pero es también una rotunda prueba de las fallas e inconsecuencias, un motivo más para el bochorno de los estadounidenses, del sistema de justicia de esa nación, que blasona y pretende ser un paradigma para el resto del mundo, sin conseguirlo ni convencer a nadie o a casi nadie.

Hace ya cerca de once largos años que cinco hombres virtuosos permanecen en cárceles de Estados Unidos. Son patriotas cubanos cuyas profesiones y trayectorias revelan la sólida formación intelectual e integral que poseen: Economista, Ramón Labañino; Piloto, René González; Licenciados en Relaciones Internacionales; Fernando González y Gerardo Hernández; Ingeniero Civil de Aeropuertos y Poeta, Antonio Guerrero. En justo reconocimiento a sus valores humanos han sido proclamados Héroes de la República de Cuba.

Por lo que representan para lo mejor de la humanidad, fueron propuestos, por un amplio espectro de personalidades, organizaciones e instituciones del mundo, como candidatos al Premio Nobel de la Paz de 2005. También han recibido altas condecoraciones de países y múltiples reconocimientos y distinciones de diversas organizaciones. La solidaridad con los cinco Héroes se levanta en los cinco continentes. Los cientos de comités organizados para la defensa de su causa y su liberación, han surgido bajo la inspiración de los ideales y valores de que son portadores estos hombres extraordinarios por su humanismo, desinterés y sacrificio. No sin fundamento diez Premios Nobel respaldaron su causa ante la Corte Suprema de Estados Unidos en condición de amicus.

Al infiltrarse en el seno de los grupos terroristas de Miami, a fin de neutralizar sus acciones criminales, estos hombres hicieron una contribución significativa a la paz entre el pueblo cubano y norteamericano y a la lucha contra el terrorismo.

A estos hombres inocentes que hoy sufren una condena injusta en cárceles norteamericanas, les ha rechazado la Corte Suprema de Justicia de los Estados Unidos la solicitud de revisión de la causa, coincidiendo con el pedido de la fiscalía y del gobierno, a pesar de dicha causa ha sido la más acompañada y la más respaldada por amicus de la Corte en toda su historia. Este acto ha representado una bofetada suprema a toda la verdad y la justicia. Y no hay remedio ni cura contra el mal. Estados Unidos conservará esa mancha y la historia consignará que semejante crimen social se cometió al amparo de la actual administración, si es que, teniendo las facultades constitucionales y las virtudes humanas para hacerlo, no se decide a revertir, de un plumazo presidencial, en forma valiente y justa, este proceso que hoy ofende a la humanidad.

Estos cinco Héroes fueron sancionados, a contrapelo del derecho y la moral, con penas desmedidas e injustas: Gerardo, a dos cadenas perpetuas más 15 años de privación de libertad; Ramón, a una cadena perpetua; Antonio, a una cadena perpetua; Fernando, a 19 años de privación de libertad; René, a 15 años de privación de libertad.

El Grupo de Trabajo de la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, que sometió a análisis este caso ante la solicitud de los familiares, dictaminó que las sanciones aplicadas a los cinco Héroes fueron arbitrarias e ilegales a la luz del derecho internacional y norteamericano e instó al gobierno de Estados Unidos a reparar esta injusticia.

Por lo tanto, cinco hombres son verdaderamente inocentes y, sin embargo, aún permanecen presos criminalmente en cárceles de alta seguridad norteamericanas.

Después de analizar todos los hechos ocurridos durante estos once años, cabe reconocer a los verdaderos culpables ya sea por actuación, omisión o complicidad, los cuales son responsables del crimen que entraña la injusticia de este caso. Estos son, y no lo dude nadie, los culpables individuales y colectivos a quienes debe pedirse cuentas.

Héctor Pesquera, jefe del FBI en Miami, cuyos intereses y relaciones corruptas con la mafia de mafia lo condujo a una actuación ingloriosa, en la que no faltaron maquinaciones descabelladas y culpables.

La jefatura nacional del FBI, por su actuación débil y cómplice al aceptar la actuación inconsulta de Héctor Pesquera, a pesar de contar de antemano, tres meses antes, con informaciones recogidas por esa institución en la Habana, Cuba, relacionadas con los planes terroristas que se planeaban desde Miami contra Cuba, y cuya misión fue cumplida por orden expresa del presidente William Clinton y sus asesores de Seguridad Nacional, ante un mensaje directo de Fidel Castro que fue transmitido por el escritor Gabriel García Márquez. El compromiso comunicado por el FBI a las autoridades cubanas de reciprocar información en una semana se convirtió en la detención de los cinco cubanos, fuente de muchas de las informaciones, y de un largo silencio que dura hasta la actualidad.

Los fiscales actuantes en la causa durante el juicio en Miami, por su falta de ética y legalidad durante su desempeño profesional y por haberse hecho cómplices de las maquinaciones de la mafia cubano-norteamericana, con los cuales mantuvieron y mantienen lazos estrechos.

La jueza Joan Lenar por haber actuado con una parcialidad monstruosa durante el juicio, lo cual permitió un fácil resultado de culpabilidad de todos los cargos y las sanciones desproporcionadamente severas e injustas.

Los miembros del jurado que actuaron en el tribunal de Miami por plegarse a la campaña de miedo reinante en Miami y decidirse en un santiamén a brindar su fallo de culpabilidad en uno de los juicios más complejo, largo e importante celebrado en los Estados Unidos.

El Tribunal de Miami por haber condenado a los acusados fundándose en falsedades y el Tribunal de Apelaciones de Atlanta por haber encubierto esta ilegalidad, cometiendo el crimen jurídico de condenar conscientemente a unos inocentes, si bien introdujo posibilidad de modificaciones de penas en tres casos y aportó elementos de juicios válidos para una posible rectificación legal que no llegó a producirse dentro del sistema judicial norteamericano.

La Corte Suprema.de Justicia de los Estados Unidos por cometer un crimen contra la justicia al rechazar la solicitad de revisión del caso de los Cinco, con contaba con los suficientes méritos jurídicos, éticos y políticos como para ser aceptada.

La mafia cubano-norteamericana que ha vivido durante cincuenta años a expensas de las campañas de difamación y de las agresiones terroristas contra Cuba, por orquestar en su condición de turba exaltada las viles calumnias y crear el clima intolerante necesarios para provocar la condena de los cinco cubanos presos..

La prensa radial, escrita y digital de Miami por actuar como mastines azuzados por las mafias miamenses y haber hecho una campaña abominable para manchar la imagen de los Cinco, extraviando a la opinión pública.

Los grandes medios nacionales de prensa por el manto de silencio tendido para impedir que la verdad de la causa de los Cinco se ventilara ante opinión del pueblo norteamericano y se desmitificara la conjura de espionaje montada tan vilmente en su contra.

El presidente William Clinton por su deshonrosa actuación en el caso de los Cinco, porque es conocido que por iniciativa de Fidel Castro, y ante informaciones de planes macabros de terrorismo que se planificaban contra la aviación e instalaciones fuera y dentro de Cuba, se pidió a Gabriel García Márquez, amigo del presidente, transmitirle un mensaje que éste se aprendió con el método repetitivo de un escolar y transmitió a sus asesores de Seguridad Nacional con una fidelidad de genial Premio Nobel de Literatura. La respuesta fue el envío rápido a Cuba de una delegación del FBI, de alto nivel, para conocer de primera mano las informaciones, las cuales fueron suministradas oralmente y con profusión de detalles en pruebas de diverso formato. Esta delegación se comprometió en brindar una respuesta que nunca llegó. A pesar de todos estos hechos, ante la detención del FBI de los Cinco cubanos, el presidente Clinton no movió ni un dedo para imponer el orden que merecían las conversaciones y acuerdos sobre este sensible asunto. ¡Cuánta cobardía y deshonra entraña la inacción en una materia que comprometía la honra y credibilidad de las instituciones de un país como Estados Unidos!

El presidente George W. Bush por haber sostenido durante su mandato, a través de la Fiscalía y otros órganos gubernamentales, una política de venganza contra los Cinco, tratando de descargar su odio directamente contra ellos, ya que no pudo hacerlo en forma directa sobre su pueblo, rabioso por su impotencia de entregarle Cuba, en bandeja de plata, a la mafia, tal como le prometiera en su campaña electoral y después de ocupar la presidencia.

Estos culpables son entidades y espíritus de maleficencia social y ellos no debieran ser castigados sólo por la historia, sino por la justicia humana verdadera.

Hoy millones de personas respaldan la liberación de los cinco hombres inocentes. Esperemos que el nuevo mandatario de los Estados Unidos, Barack Obama, se atreva a escuchar este clamor del mundo y se atreva también a liberarlos, ejerciendo las facultades constitucionales que posee. No es mucho pedir, después de todo, para que al fin impere la justicia en este mundo, al menos en el caso de los cinco Héroes cubanos.

(Nota: El autor recomienda la lectura del artículo SE ALZA ZOLA CON SU RENOVADO YO ACUSO PARA EL PRESIDENTE OBAMA EN EL CASO DE LOS CINCO, a fin de complementar los elementos de juicio sobre el tema. Se autoriza la libre reproducción de este material en función de la lucha por su liberación.

wilkie@sierra.scu.sld.cu


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Wilkie Delgado Correa (*)


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