Reclutar y contar con jovencitos para engrosar la soldadesca burguesa ha sido una norma constitucional. La actual Constitución de la República Bolivariana de Venezuela obliga a sus ciudadanos mayores de edad a la prestación de servicios militares (Art. 134), y aunque no hace mención al número de años para alcanzar esa mayoría de edad del ciudadano, el Código civil sí la establece en 18 añitos, y esta sirve para justificar semejante irregularidad ciudadana.
Históricamente, la menoridad ha ido mermando en el tiempo. Antes era 21 años la edad para entrar en mayoría de edad. Gracias al burgués Arturo Úslar Pietri y su poderosa influencia e injerencia en las cuestiones civiles y militares nacionales esa edad pasó a los actuales 18 añitos.
Han sido muchas las madres que pierden sus hijos a temprana edad luego de haber superado el riesgo de la mortalidad infantil. El Estado ha contribuido con ese logro mediante excelentes programas nutricionales y medicoasistenciales, pero que parecieran estar dirigidos precisamente a garantizar que los ciudadanos alcancen la mayoría de edad y así la clase burguesa nacional poder contar con reservas permanentemente jóvenes.
¿Por qué tienen que ser jovencitos los nuevos ingresos del Ejército?, ¿por qué nuestros jovencitos tienen que sacrificar sus mejores años en lugar de dedicarlos al logro de una carrera artesanal o profesional?, ¿por qué la soldadesca no pueden estar formada personas más maduras, de unos 30 años mínimo?
Creemos que esa menoría de edad, tan baja, responde una estrategia muy adultamente diseñada y aplicada. Sólo a jovencitos e inmaduros se les pueden inculcar la obediencia ciega a las enseñanzas militares. Entre estas está la de no protestar ni pensar con cabeza propia. Se les inculca la obediencia, a ser disciplinado u obediente sumiso. Y particularmente se les enseña que matar puede ser bueno cuando se trate de enemigos o en defensa propia.
Esas enseñanzas e pudieran ser muy convincentes y lógicas pero que no pueden ser suficientemente analizadas ni evaluadas por unos jovencitos, no sólo con una edad casi adolescentina, sino además con reducida formación académica general.
La valentía, el arrojo y coraje parecen responder a la inmadurez de la corteza cerebral más que a cualquier otra facultad natural de los seres humanos. De allí que la edad de jovencitos sea la más propicia para que ellos corran sin mayores protestas todo el riesgo que supone el ejercicio militar. Este supone el juego de sus vidas en paz y en la guerra.
Pensamos, pues, que la edad para la prestación del servicio militar no debería bajar de 30 años, salvo casos de emergencia nacional.