Una de las escasas y raras bondades que exhibe la potencia que nos acuna y arrulla, es su asombrosa capacidad para la creación de neologismos. Esta versatilidad e ingenio la demuestran diariamente en sus graciosos y amenos partes de guerra. Por ejemplo ese personaje de la picaresca diplomática gringa que es nuestro conocido Bill Brownfield the U.S. Ambassador to Colombia, expresa que no existen Bases Militares en la República de Nariño, sino que se trata de “localidades de socorro cooperativo”. No dejaran de reconocer en esto un sabio e ingenioso aporte a la lengua y sobre todo una novedad que enriquece hasta el Arte de la Guerra autor clásico chino Sun Tzu, o al famoso texto de Karl (Carl) Von Clausewitz, quién tendrá que sentirse regocijado con estos giros dirigidos a suavizar la imagen y bárbaras modales que exhiben los invasores de la tierra del bámbuco. Él escribió: “timidity will do a thousand times more damage than audacity” traduzco en mi inglés aprendido en Capacho Viejo (Edo. Tachira, Venezuela) , “la timidez es cien veces mas peligrosa que la audacia”. De allí la necesidad de innovar, sin modestia, y, mirar esto como inteligente recurso para dominar y controlar a los disolutos que hablan de soberanía, libertad, autonomía y otras tantas necedades propias de terroristas.
La innovación en el lenguaje debe servir para que le demos un giro mas humano a este negocio, por ejemplo a la violencia, ahora bautizada por los marines, como: “despunte situacional del carácter dirigido a someter infieles”.
Los radares que ellos manejan y con los cuales “nos sapéan” y se adentran hasta nuestros celulares y tuétano, son ahora vistos como: “facilitadores de acercamiento a los procesos de la intercomunicación”, Ud. hable, cuanta pendejada quiera, que en Tres Esquinas, Palanquero, Apiay o Tolemaida guardan esas memorias, eso si, sólo hasta el día de su muerte. Muerte: “precario efecto del descuido en el uso de desaconsejables conductas políticas”.
La sumatoria diabólica de Bases Militares, en Colombia, es sencillamente una “red o arquitectura de teatros de operación”; coliseos orgánicos dirigidos a promover la “disuasión” de viciosos extremistas cuyo credo se asocia a las ideas del fugitivo Simón Bolívar. Bolívar: agente libre de Bin Laden y Tiro Fijo y sospechoso mentor del ALBA, hora devenido en becario petrocaribe.
Mercenario: joven intrépido, sin domicilio ni profesión definida, transmutado en consultor militar y cuya misión, es lograr que los nativos u oriundos (ósea, nosotros) evitemos la tentación de pensar en modos políticos alternativos frente al neoliberalismo, ejercicio mental que puede resultar harto sospechoso. Yuppie, forma originaria que adoptan los jóvenes norteamericanos cuyo desarrollo intelectual, por precario, los hace proclives a la actuación violenta con escaso recato moral, que puede motivar el disparo directo a la cabeza de cualquier sospechoso e implica, cobro de recompensa. Justicia: recurso intangible que en el país del petit Uribe, tiene tanta elasticidad, que, hasta evita reconocer competencia para juzgar a los jóvenes asesores gringos que hacen el trabajo sucio para resguardo de los intereses del gran capital colombiano y su principal producto de exportación. Ley: Aparato legal apto, competente y eficaz capaz de librar a los “consultores” de cualquier incomoda acusación y dejar los asuntos judiciales que los comprometan en Colombia, incluida la violación, en manos de los jueces de Miami o Arkansas.
Torturador: “facilitador de procesos para darle camino a la verdad”. Hábil técnico y experto competente para lograr, la cooperación de los presuntos sospechosos, según la doctrina Bush-Uribe
Sepa que a Ud. no lo mata un mercenario, sino su desconocimiento del nuevo lenguaje de la diplomacia de la salivita, la vaselina o cualquier molleja que se lubrique con nuevas palabras.