El instinto de conservación del sistema capitalista en acción

Lo que hay detrás del negocio de la droga

Hasta el momento, la mayoría de las investigaciones aportan datos contundentes acerca de la inmensa cuantía que tiene el narcotráfico en la economía, no sólo del primer país productor de drogas del mundo (Colombia) sino en la del primer país consumidor del mundo (EEUU). El peso extraordinario que posee este mercado sobre el funcionamiento de la economía es tal que, un trabajo publicado en IAR Noticias, concluye que si se lograra detener en forma abrupta el narcotráfico la economía estadounidense sufriría un colapso de igual o mayor magnitud que el generado por la crisis financiera que hoy asola su economía.



Abundan las pruebas que demuestran como ese tráfico de miles de toneladas de droga sería imposible de sostenerse si no contase con la complicidad y el apoyo del inmenso aparato científico-tecnológico y militar-policial de la primera potencia del mundo. Con sistemas capaces de detectar billones de mensajes electrónicos por minuto, sistemas de radares y detección capaces de ubicar y grabar una conversación telefónica en cualquier parte del mundo o fotografiar el color de los ojos de un ratón a cientos de kilómetros de distancia, resulta poco menos que increíble que diariamente penetren a los EEUU toneladas de droga sin ser detectadas.



Es igualmente inaudito que miles de millones de dólares provenientes del narcotráfico circulen por el “respetable” sistema bancario sin que el eficiente aparato de detección de transacciones del gobierno estadounidense lo sepa. Algo parecido ocurre con el negocio industrial de la producción de sustancias químicas necesarias para transformar, por ejemplo, el opio en heroína. A nadie sorprende que los agentes de la DEA tengan prohibido examinar el manifiesto de ningún barco que zarpe del puerto de Hong Kong, lugar donde tienen su sede los laboratorios que producen estas substancias.



Las campañas lanzadas por los gobiernos de EEUU y Europa para ser “duros con el tráfico de drogas” son una cruel payasada pues si estos gobiernos realmente quisieran erradicar el narcotráfico atacarían en los centros productores de anhídrido acético o hurgarían en los emporios bancarios que se nutren del dinero proveniente del negocio de las drogas.



Sin embargo, quiero abordar otra cara oculta de este negocio y su importancia para los planes estratégicos hegemónicos del capitalismo global. Para nadie es un secreto que un joven o una joven adictos a la droga han perdido –centrados enfermizamente en sí mismos- toda capacidad de reflexión ética respecto de los males e injusticias que lo circundan. Un joven o una joven drogadictos son, consecuentemente, cómplices, acaso inocentes, de cuanta injusticia se comete en su entorno y el mundo- Son millones de y voces subversivas apagadas, desconectadas, indiferentes y manipulables al extremo.



La historia es un profeta que mira hacia atrás. Hemos de recurrir a la historia para abrevar en ella y descubrir los hilos de esta conspiración contra la humanidad. En el pasado siglo XIX, el imperio británico sostuvo contra China las conocidas como “Guerras del Opio”. Gran Bretaña forzó a la China a abrir sus mercados al opio de la India así como a sembrar la planta para producir opio internamente. La razón -absolutamente criminal e inmoral- para tal guerra, se apoyó en problemas de intercambio comercial de Gran Bretaña con China. La razón oculta tuvo que ver realmente con la imposibilidad de dominar y controlar un país inmenso, tanto en población como en espacio, a menos que se redujera su capacidad combativa al mínimo. Desde luego el imperio no encontró mejor manera de matar dos pájaros de un tiro que infestar de droga a la población china.



Detrás de la complicidad con el negocio del narcotráfico nos parece que hay más, mucho más, que un negocio en sí mismo, creemos que detrás –como en el caso de las mencionadas Guerras del Opio- está el control de una población superior a los cien millones de jóvenes a quienes se les ha castrado su potencial capacidad revolucionaria o subversiva. ¿Cómo no recordar la forma en la cual el sistema capitalista penetró, destrozó y anuló el movimiento hippie de los años sesenta?, ¿no fue –como quedó demostrado en documentación desclasificada- penetrando el movimiento con drogas? Detrás del negocio de la droga está el instinto de conservación de un sistema económico y de vida que se sabe a sí mismo, criminal, inmoral, ecocida, brutal e impresentable ante cualquier mente joven y sana. Por allí van estos criminales tiros.


martinguedez@gmail.com




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Martín Guédez


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