(Colombia es pasión)

Colombia ex-pansión

Leyendo la noticia y viendo el video de peruanista blogspot.com correspondiente a “Protesta en Washington D.C. contra campaña publicitaria del gobierno de Alvaro Uribe “Colombia es pasión” en la página web de aporrea.org, percibimos como el coqueteo del ladino cipayo Alvaro Uribe Vélez se arrastra indignamente ante el imperio, con la calculada intención de lograr su incorporación en el Tratado de Libre Comercio, llegando a negociar la dignidad y la soberanía del territorio de la patria colombiana aunque ello lo lleve al aislamiento de sus hermanos latinoamericanos. Antes dejó tendida la mano hermana que le ofrecía la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América- Tratado de Comercio de los Pueblos (ALBA-TCP) como paso fundamental de la Unión de nuestra América. Pero esta actitud de los gobernantes de Colombia no es nueva y como ejemplo, entre tantos, hagamos memoria sobre la actitud asumida históricamente por diferentes gobiernos colombianos ante nuestra política, nuestras relaciones y nuestro territorio. Colombia ha tenido siempre el afán de codiciar nuestra geografía y logró en tiempos pasados el despojo de importantes zonas de nuestro territorio anexándose la cantidad de 180.000 kilómetros cuadrados, ante la complacencia de la presidencia de Eleazar López Contreras representando a Venezuela y la actitud anexionista del representante colombiano Eduardo Santos, (cualquier parecido o parentesco con Juan Manuel no es pura casualidad). No podemos olvidar tampoco el Tratado firmado por Santos Michelena (Venezuela) y Lino de Pombo (Colombia) donde perdíamos 62 millas de costa y que el congreso venezolano se opuso a firmar quedando suspendido en el tiempo y que Colombia hoy hábilmente denuncia que era perjudicial a sus intereses.

En el gobierno del dictador Marcos Pérez Jiménez fue necesaria la intervención de la aviación venezolana sobrevolando con los aviones Camberra adquiridos de Inglaterra para confirmar nuestra soberanía sobre las islas de Los Monjes y recientemente debemos recordar en el gobierno de Jaime Lusinchi la penetración provocadora en aguas del Golfo de Venezuela de la fragata “Caldas”, situación que nos tuvo muy cerca de un enfrentamiento bélico ante la inmediata respuesta de posicionamiento de defensa efectuada por la Armada Venezolana.

Las acciones antes descritas son una prueba inminente de la intención expansionista de Colombia ejecutadas en cuatro años diferentes: 1833, 1941, 1952 y 1987 por cuatro gobiernos diferentes bajo la dirección de cuatro presidentes distintos, General Francisco de Paula Santander y Omaña, Eduardo Santos Montejo, Roberto Urdaneta Arbeláez y Virgilio Barco Vargas pero inspirados siempre por una única oligarquía, digna heredera del pensamiento de Francisco de Paula Santander. Por ello cuando los Estados Unidos de Norteamérica y Colombia llegan al acuerdo de la instalación de un número indeterminado de bases militares en territorio colombiano, es lógico y justificado que Venezuela se preocupe no sólo por las implicaciones derivadas de las actuaciones futuras del imperio, sino también porque esta vocación de depredadores “terrófagos” que ha caracterizado a Colombia con sus vecinos esté calculada por los gringos para apoyarlos en sus propósitos expansionistas de siempre y de esta manera apoderarse de unas tierras que en su subsuelo llevan inmersa, grandes riquezas y que en manos de Colombia garantizarían al Imperio su usufructo indiscriminado y su posible apropiación ante la más mínima presión como consecuencia de la situación de debilidad en que se encuentra un Estado narcodependiente, cuyo presidente y una considerable cantidad de funcionarios públicos tiemblan ante los expedientes en su contra que reposan en la C.I.A.


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Miguel Gerónimo Osío Sandoval


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