Según el ex presidente Bill Clinton, hay en Estados Unidos una conspiración alentada por la extrema derecha contra el presidente. Como la hubo contra él, sólo que cree que esta es moderada. No obstante, piensa que se procura hacer que los programas del ahora presidente de Estado Unidos, fracasen.
Días atrás publicamos lo que fue una conversación con el profesor Steve Ellner, nacional estadounidense y profesor de la Universidad de Oriente, en la cual señaló un paralelismo entre la conducta de la derecha del país del norte y la venezolana.
Ellner no habló de conspiración, como lo hizo Clinton el domingo en una entrevista, pero puso empeño en destacar el desarrollo de una campaña sin precedentes en su país, contra el presidente que se parece en fondo y forma a la que se adelanta en Venezuela y tiene como objetivo a Chávez.
La derecha, como aquí, sin razonamiento alguno se opone tercamente a todo lo que Obama proponga internamente. Clinton admite esto cuando alega que a aquella le mueve el interés de hacer que aquel fracase.
Ellner puso de ejemplo, como las propuestas de Obama en materia de salud, para que el servicio alcance a millones de ciudadanos ahora excluidos, han sido duramente combatidas y drásticamente rechazadas, hasta hacerle retroceder y dejar el asunto en manos de las aseguradoras privadas.
En la campaña contra el “jefe” de la Casa Blanca, como en Venezuela, se amenaza con el desconocimiento de las disposiciones legales que surjan por iniciativa de él y hasta han utilizado la amenaza de secesionismo, como lo han hecho algunos factores del Zulia y Táchira.
Incluso, como nunca antes en Estados Unidos, se atreven a irrespetar en su propia cara al primer mandatario. Recientemente, mientras Obama hablaba ante el congreso, uno de los representantes del Partido Republicano, puesto de pie le acusó de mentir. Y hasta le han negado su condición de nacional por nacimiento y derecho a estar en el cargo que ahora ocupa.
Pero estas cosas suceden, mientras Obama retrocede y se acoge a las líneas y disposiciones del poder del capital que se expresa y presiona, entre otros recursos, con la fuerza del Pentágono.
Es razonable que el presidente Chávez hable de los Obama “one y two”. Porque dice cosas por aquí y hace otras por allá, en abierta y descarada contradicción.
Obama en sus campañas electorales, la interna del Partido Demócrata y la posterior a la presidencia de su país, ofreció dos visiones. En la primera fue radical y muy progresista, tratando de asegurar el voto de las mayorías del partido, sobre todo de los jóvenes. En la segunda hizo esfuerzos por acercarse a la derecha. Así retrocedió en diversos asuntos.
Ya en la Casa Blanca, frente a los problemas que representan Afganistán e Irak, está actuando, en gran medida, de la misma forma que lo hizo Bush. Pese a los posiciones críticas que asumió y ofrecimientos hechos, como la de acabar con esas guerras. Tanto que ofreció sacar las tropas de Irak, casi tan pronto asumiese el cargo. Con respecto a Cuba y la base o centro de tortura de Guantánamo su conducta es la misma.
Fue a Trinidad y allí, para evitar que sus colegas le refrescasen sobre las infames relaciones de su país con los nuestros, pidió que no se hablase del pasado y escribiésemos una historia nueva. No obstante, si bien no ha ratificado explícitamente la “guerra preventiva” de Bush, tampoco la ha rechazado, pero si ha autorizado al Pentágono y la CIA, las gestiones para instalar en Colombia siete nuevas bases militares con fines guerreristas.
Sin duda alguna, antes o después, le dio el visto bueno al golpe de estado en Honduras, pese el virginal canto de Trinidad. Ahora en la ONU, vuelve a ofrecer “villas y castillos”, para asegurar la paz, desarme, respeto al derecho de los pueblos y hasta minimizar las agresiones al planeta.
Pasan los días, muy pocos desde que habló en la Asamblea de Nueva York y Michelletti, se atreve a amenazar a Brasil – uno podría decir ¿con qué se sienta la cucaracha?- desairar a grado extremo a la OEA y el gobierno de Obama, al gobernante de facto Hondureño sigue sustentando.
Pese a lo dicho por Clinton, sobre lo moderado de la conspiración, pareciera que marcha victoriosa, tras los reculones de Obama.
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