Cuando el Comité de la Academia Sueca le otorgó, de manera conjunta, el Premio Nobel de la Paz 1.973, al criminal de guerra Henry Kissinger, Secretario de Estado del gobierno del Richard Nixon y, al victorioso general vietnamita Gnugen Von Giat, por la firma de Acuerdo de Paz de Paris, que solo le sirvió de Capitulación al derrotado ejército imperialista y sus títeres de sur del Vietnam; los amantes y defensores de la Paz quedamos impactados por una decisión que cuestionó toda la hermosa tradición del premio Nobel de la Paz, como símbolo de la lucha de los seres humanos y de los pueblos por prevenir y erradicar la guerra y todo tipo de violencia en el planeta.
Pero que ahora, al mismísimo presidente de los Estados Unidos, Barak Hussein Obama, se le haya concedido ese galardón en el año 2009, por supuestos aportes a la desnuclearización y a la defensa del ambiente global, no deja de ser una operación de marketing político dirigida a favorecer, no solo la figura alicaída del vacilante y sinuoso gobernante gringo, sino la conducta guerrerista de su gobierno que se evidencia en la ocupación de Irak, el escalamiento de su guerra en Afganistan, el aumento de su participación en el conflicto interno colombiano, el mantenimiento del bloque criminal en contra de Cuba y la activación amenazante de su Cuarta Flota en los mares del Atlántico y el Pacífico Sur, con el propósito de controlar, intimidar y, de ser necesario, agredir, los procesos de cambio democráticos, soberanistas y de Justicia Social que vive Nuestra América.
Si para los integrantes del Comité del Nobel de la Paz, tales políticas del gobernante gringo, no constituyen atentados flagrantes y continuos a la paz y la seguridad internacionales y delitos de Lesa Humanidad; entonces estamos en presencia de una INNOBLE conducta que pone por encima de la lucha de la Humanidad por la Paz, los intereses del Estado Sueco y los cálculos políticos de sus gobernantes, quienes pretenden endulzar la amarga píldora guerrerista del imperialismo norteamericano, que ni con este ni con miles de Premios Nobel cejará en su empeño de seguir promoviendo la guerra de agresión contra los pueblos que desafían su pretensión de dominio y explotación del planeta Tierra.
Como se sentirán los Premios Nobel de la Paz Rigoberta Menchu y Adolfo Pérez Esquivel, al ver que sus luchas por la Paz y los derechos humanos se ven identificadas con el gobernante que representa, mas allá de su origen mestizo y su inconsecuente discurso antinuclear y ambientalista, un Estado que en este mismo momento esta implicado en guerras, agresiones económicas y acciones políticas desestabilizadoras que causan miles de muertes y heridos e incalculables daños materiales, sin que hayan sido agredido por sus victimas ni estén amenazados sus ciudadanos y el territorio de su país?
Esta INNOBLE conducta de la Academia Sueca del Premio Nobel, obliga a considerar a los movimientos Pacifistas del planeta y a los gobiernos amantes y defensores de la Paz, a romper definitivamente con ese nuevo instrumento imperialista y crear nuestras propias instituciones que reconozcan la contribución verdadera de las personas e instituciones por la Paz y la Seguridad Internacionales.
Propongo públicamente se convoque el próximo año, a todos los dignos Premios Nobel, de todas las materias, a crear el premio RUSSELL-EISTEINS, para que los pueblos y no los gobiernos, distingan a las mujeres y a los hombres y organizaciones que se destaquen en la lucha por la Paz de la Humanidad, la Ciencia para el bienestar social y la protección del ambiente y las artes de todos los seres humanos, de todas las etnias, de todas la naciones, de todos los pueblos.
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