Hoy Antonio Guerrero afronta la resentencia en Miami ante la justicia o la injusticia del tribunal. ¡Vamos a ver!

Antonio Guerrero es uno de los cinco héroes cubanos presos en los Estados Unidos desde hace más de once años. Nacido en Miami en 1958, y formado como ciudadano y profesional en Cuba, fue condenado injustamente por una causa fabricada por el FBI y respaldada farisaicamente por el gobierno norteamericano, acuñada como un asunto de seguridad nacional. La sanción impuesta por el tribunal de Miami fue de una cadena perpetua y diez años de prisión. La Corte de Apelaciones de Atlanta anuló tal sentencia por considerarla excesiva y dictaminó que la jueza Joan Lenard practicara la resentencia, acto que se efectuará hoy martes 13. La humanidad esperanzada espera que el fallo rectifique lo que a todas luces fue un acto de venganza contra cinco cubanos antiterroristas, producto de un juicio viciado y dominado por la parafernalia, presiones y chantajes de los grupos terroristas de Miami. Lo justo es esperar que esta vez, aunque tardía, la justicia prevalezca, pero cansados ya de sufrir injusticias más allá de lo humanamente razonables, sólo nos queda una afirmación dudosa: ¡VAMOS A VER!  

El comportamiento de Antonio Guerrero, al igual que el de los otros cuatro Héroes cubanos, durante el apresamiento por el FBI y la prisión resultante del proceso penal y la condena posterior, han demostrada su madera de hombres excepcionales y, por lo tanto, de verdaderos héroes de su pueblo.

Tal como ha dicho en versos el poeta Efraín Nadereau,

"... el hombre nace y le dan un nombre
para diferenciarlo de los otros; pero no basta.
El hombre nace y luego le dicen poeta
si los lleva a todos en el corazón
Y si se atreve a decir lo que otros callan
luego le dicen rebelde.
Luego le dicen sabio, genio, etcétera
si sobreviene gigante e iracundo
por sobre toda pequeñez;
pero, a ése que es así, yo creo que lo más justo
sería vestirlo con la palabra ¡Hombre!"

En su alegato frente al tribunal que le condenó, Antonio Guerrero dejó manifiesta su dignidad cuando expresó:

"En lo personal, no tengo otra cosa que pedir: sólo justicia, por el bien de nuestros pueblos, por el bien de la verdad. Una sentencia justa, libre de ataduras políticas, plena, hubiera sido un importante mensaje en este trascendental momento de lucha contra el terrorismo".

Soportando con estoicismo y altura su prisión, Antonio Guerrero desarrolló en la cárcel su espiritualidad como un escudo para resistir la ignominia. Fue así que el ingeniero se hizo poeta, y brotó la poesía de un manantial oculto dentro sí. Nació el poeta sensible que canta desde su altura de prisión y que confiesa y narra su experiencia vital.

"Cuatro paredes conforman el nido/ donde nacen y nacen nuevos versos.
Cuatro paredes de un odio perverso
que no pueden frenar mi recorrido.
Cuatro paredes blancas que han querido
impedirme la luz y el universo".

También revela su rebeldía cuando se hace eco de la poesía de Benedetti:

"Sin embargo no puedo/ detenerme y caer/ y apagarme en el sueño/ y soñar que me rindo".

No se rinde Antonio Guerrero cuando nos expresa poéticamente que el mundo es nuestro

"... porque un muro es un muro y tu lo sabes
mi celda es casi una mancha blanca,
una trampa sin sol, luna ni espuma
que por momentos se transforma en barca.
Tras su ventana hacia la vida miro.
... Haremos ver que somos invencibles
no importa que lo acechen, que lo encierren
que le dejen la piel sin otras pieles
... porque es el amor nuestra obra maestra
y hasta la muerte se llena de vida
cuando se tiene causa verdadera".

He ahí el sostén moral que mantiene enhiestos a Tony y a sus compañeros en cárceles de los Estados Unidos: una causa verdadera, que es lo mismo que la verdad.

Antonio Guerrero no sólo alza la poesía como escudo frente a la injusticia. También levanta su visión plástica. El ingeniero en construcción de aeropuertos, impedido en la cárcel de ejercer su profesión con el diseño de obras de esta naturaleza, incursiona en la pintura para dar vida con su pincel y los limitados recursos de que dispone en la prisión, a colecciones de mujeres paradigmáticas de la nación cubana, y entre ellas, su serena y valiente madre; de aves cubanas que simbolizan en sus alas la libertad y el amplio espacio, aspiración presente durante más de nueve años. También retratos coyunturales para adornar sus cartas y otros documentos que envía a quienes en el mundo le manifiestan solidaridad, apoyo y aliento. Así pasa su tiempo Tony, creando con su imaginación y sentimientos una obra que tendrá alcance trascendente, mientras espera estoicamente que la prisión acabe y, con ella, la ignominia practicada por el gobierno de los Estados Unidos. La venganza torva no podrá derrotar, a largo plazo, a la dignidad y pureza aprisionadas, tampoco les podrán impedir la luz y el universo.

Hoy nuevamente ante el Tribunal de Miami, Antonio Guerrero se levantará con su dignidad a toda prueba, su pureza inmaculada, la razón como escudo y una esperanza tan ancha como el mundo. Esperemos que esta vez encuentre a la justicia verdadera.


wilkie@sierra.scu.sld.cu




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Wilkie Delgado Correa


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