Un argentino, Ernesto Che Guevara, y un cubano, Camilo Cienfuegos, coincidieron en un minuto histórico de la lucha de liberación de Cuba en 1956 liderada por Fidel Castro. Ambos integraron el grupo revolucionario de 82 hombres que el 2 de diciembre de ese año desembarcaron, mejor sería decir naufragaron, en un inhóspito lugar, cerca de las Coloradas, de la provincia de Oriente. Los dos hombres tuvieron la suerte, en medio de la mala suerte de muchos expedicionarios que fueron muertos o asesinados durante el cerco del ejército de la dictadura batistiana, de reunirse con Fidel y Raúl y como integrantes del grupo guerrillero de la Sierra Maestra, realizar la proeza de que partiendo de un puñado de hombres guiados por altos ideales y una estrategia revolucionaria y creadora, derrotar al ejército contrario, formado, apoyado, armado y prohijado por los Estados Unidos.
Tanto Camilo como Che participaron en el primer combate victorioso del Ejército Rebelde, ambos fueron tejiendo su trayectoria destacada a golpes de inteligencia y audacia, ambos al cabo de un año de combate fueron ascendidos al grado máximo de Comandantes del Ejército Rebelde. Cuando fue necesario extender la guerra de liberación hacia las provincias del centro y occidente del país, Che fue designado por Fidel para dirigirse a las Villas con una Columna de combatientes, y Camilo con una similar para hacer un recorrido paralelo y dirigirse a la provincia más occidental, Pinar del Río. Ambos, reunidos en el centro del país, aplicando una política unitaria de los frentes guerrilleros, lograron romper la columna vertebral del ejército de la tiranía, y junto con los avances del Frente 1 de Fidel, el II Frente de Raúl y el III Frente dirigido por Almeida, provocaron la caída estrepitosa del régimen dictatorial el primero de enero de 1959.
Ante los precipitados acontecimientos, Fidel orientó a Camilo y Che dirigirse hacia La Habana y ocupar las principales guarniciones militares. Ambos comenzaron a ocupar direcciones relevantes del Gobierno Revolucionario desde los primeros días del triunfo de la Revolución, y los dos eran pilares de la Revolución y líderes queridos del pueblo de Cuba.
En Octubre de 1959, Camilo recibió la misión de desbaratar el primer intento significativo de sedición y traición en el mando de Camagüey por Hubert Matos. Lo detuvo y ocupó la fortaleza como no se acostumbra en ningún otro país. Se presentó armado con la moral, la audacia, la fidelidad y la valentía que todos le reconocían. En poco tiempo pudo recibir a Fidel que llegó rodeado y acompañado por un mar de pueblo.
En los avatares para resolver las consecuencias de aquella vil intentona, Camilo desapareció en una avioneta a causa de una tempestad. Su tumba sería el mar. Ese día, el 28 de Octubre de 1959, moría tempranamente, a la edad de 27 años, el Comandante que le había expresado a Fidel que más fácil le sería dejar de respirar que dejar de ser fiel a su confianza, y a quien Fidel, en un gesto significativo, preguntara ¿voy bien, Camilo?, durante su discurso el 8 de enero de 1959 en ciudad de La Habana.
Moría así Camilo, y sería mejor decir que nacía un nuevo Camilo, el recordado y mantenido vivo en el imaginario popular, con su sombrero alón, la sempiterna sonrisa, las consabidas bromas del cubano, quizás uno de los pocos capaz, a pesar de los caracteres diferentes, de intercambiar todos tipos de bromas y jaranas con el Che, como hermanos de lucha y combate en que devinieron con los años. Che, el descubridor de las cualidades de guerrillero de Camilo, según confesara en uno de sus más sentidos escritos, resaltando sus cualidades innatas y adquiridas, había perdido sin dudas a parte de sí mismo, al igual que ocurrió con Fidel y todos los dirigentes de la Revolución, y lo que es indiscutible, como le pasó al pueblo de Cuba.
Hoy 50 años después de aquella desaparición física, ocurrirá, como todos los años, el sentido homenaje, convertido en tradición, que los cubanos, hombres, mujeres, y niños, depositen con cariño flores en el mar y los ríos en recuerdo perenne de Camilo Cienfuegos Gorriarán, que todavía nos acompaña con estos versos, de Bonifacio Byrne, que inmortalizó para la conciencia del pueblo: “Si deshecha en menudos pedazos/, llega a ser mi bandera, algún día/, nuestros muertos alzando los brazos/, la sabrán defender todavía”
Che pudo seguir su trayectoria como Guerrillero Heróico hasta caer el mismo mes de Octubre, el día 8 de 1967, en Bolivia, en su lucha resuelta por la liberación de todo un continente. Sus enemigos quisieron desaparecerlo bajo tierra, pero no lograron impedirlo, como dijera en versos proféticos Nicolás Guillen. Hoy sigue en la memoria de los cubanos y millones de hombres en el mundo. Y allí en las Villas, donde descansan sus restos encontrados 30 años después de su caída, cada día se depositan flores frescas ante el nicho que guardia sus restos y en los del resto de los combatientes que allí yacen.
Che y Camilo, hoy andan como almas gemelas en el corazón de hombres y pueblos, y son recordados con flores que nunca se marchitarán en su renuevo ni perderán su perfume de siglos.