Un grano de maíz

De Allende a Chávez

Chile sigue siendo una cátedra de política, tenemos mucho que aprender del proceso chileno. Estudiemos.

Allende consiguió en 1970 romper el fuerte cerrojo de la legalidad burguesa, y triunfó en unas elecciones regidas por las leyes oligarcas. Se abría la vía chilena al Socialismo, a la Revolución Pacífica.

11 de Septiembre, 1973
Se produce el golpe militar… El General Javier Palacios da el siguiente parte a su comando rastrero: «Misión cumplida. Moneda tomada. Presidente muerto».
8 de Octubre, 1973

Sergio O. Jarpa declara al Excélsior de México: «Es lamentable que hayan muerto esos chilenos, pero muchos más mueren en un terremoto». «Las Fuerzas Armadas -responde el líder de la derecha chilena- no han dado un golpe sino que han tratado de evitarlo. Allende y los marxistas iban a eliminar a miles de oficiales, dirigentes sindicales, universitarios y políticos de la oposición. Las Fuerzas Armadas actuaron para hacer posible que Chile vuelva a la normalidad democrática y para que retorne la libertad de expresión».

10 de Octubre, 1973
Eduardo Frei declara al diario ABC de Madrid: «Los militares han salvado a Chile, a todos nosotros. Cuando un gobierno actúa como lo hizo Allende el derecho al levantamiento se convierte en un deber».

Está clara la posición de la oligarquía: la legalidad se cumple hasta que les favorece, las elecciones se respetan siempre que sean instrumento de dominación.

Después del derrocamiento de Allende vino un período de terror, complementado por una ofensiva deformadora de los medios, principalmente el Mercurio y su red, y la televisión. Buscaban erradicar cualquier idea de Revolución, sembrar conductas y estructuras de pensamiento cuasi infantiles, idiotizar, cretinizar, desviar las preocupaciones hacia la banalidad. Y lo consiguieron.
Por último, con la complicidad de esa deformación política que llaman “izquierda”, que es una manera de decir amortiguadores de Revolución, instauraron un bipartidismo que “borró las diferencias”. Ya no era importante la represión física, esta fue sustituida por mazmorras inmateriales, pero más eficaces.

Ahora en Chile las elecciones son un evento festivo donde no se decide nada trascendente. El perdedor se abraza con el ganador, la víctima con su verdugo, los partidos, otrora execrados, contentos con sus diputadillos, con su cuota, y así el sistema se mantiene.
Hay focos de resistencias, pocos, como la Revista Punto Final, que resumen la historia y el decoro de ese pueblo.

A nosotros el enemigo oligarca nos acecha, trabaja en su legalidad que aún está intacta, y también conspira: los susurros a los militares son permanentes. Al servicio de sus planes tienen poderosos medios que atacan noche y día.

Buscan debilitarnos en las elecciones parlamentarias, y de conseguirlo se desatarán los demonios del fascismo, no habrá legalidad que los detenga.

La Revolución debe instaurar una nueva legalidad, organizar al pueblo como un tejido social y no unidades aisladas, amolar al partido. Profundizar la formación de cuadros revolucionarios. Fortalecer las Zonas Socialistas.

¡Chávez es Socialismo!

¡La Moneda no se repetirá, San Pedro Alejandrino no se repetirá!

¡Solidaridad con la Resistencia Chilena!


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Antonio Aponte

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