Los pasos de los grandes héroes latinoamericanos y caribeños son como truenos que hacen retumbar cada día las paginas de nuestra sagrada historia.
Si, sus vidas son eternas lecciones, son edades sin tiempo, reclaman su continuidad histórica, pues nunca tendrán muerte mientras nuestras civilizaciones continúen siendo esclavas de imperios.
Su tenacidad libertaria, su exigencia por la justicia y por la igualdad, continúan aun el desafío, como aquel anciano que se niega a morir.
Durante estos últimos doscientos años, hemos vivido una época hirviente excepcional, al contar con un proceso histórico de éxitos y fracasos, teniendo estas generaciones la inmensa oportunidad de analizar las razones que esos hombres tuvieron para hacerse guías, líderes, guerreros y libertadores. Hombres que cambiaron al mundo, principalmente el nuestro.
En este año 2010 se conmemora, en varios países de nuestra América, el bicentenario de la instalación de los primeros gobiernos patrios. Dentro del período de ofensiva contra el colonialismo español, 1810 fue un año clave en el avance de las ideas independentistas, que venía configurándose tres siglos atrás. 300 años de resistencia continúa.
La confluencia del pensamiento liberal criollo (influenciado por el liberalismo francés, español, inglés y norteamericano) y las masas populares insurrectas se configurará recién en la primera década del siglo XIX, en un proceso de encuentros y desencuentros, pero que culminará en la conformación de un vasto movimiento popular independentista conducido por figuras de la talla de Simón Bolívar, José de San Martín, José Gervasio Artigas, Miguel Hidalgo, Antonio José de Sucre, Antonio Nariño, Bernardo O’Higgins, Gaspar Rodríguez de Francia, José María Morelos, Mariano Moreno, entre otros.
iniciaré procesando la investigación histórica de un hombre, un libertador, un maestro de la ilusión que como ilusionista hábil, era como especie de mago, porque hizo lo imposible, para lograr lo improbable, un hombre que se destacó entre los grandes lideres, porque le correspondió vivir en una época donde el filo de la espada definía la causa para su nación, para poder penetrar el misterio de José Gervasio artigas, es necesario analizar sus escritos, sus frases y su acción que trazó con inteligencia el camino hacia la libertad.
Este es Artigas; este hombre, que es llamado por los indios Caraí Marangatú (padre de los pobres); proyecta, aún hoy, la sombra de su ejemplo a todos los orientales. De este hombre se dijo:
“aquí, donde el río se enoja y se revuelve en hervores y remolinos, sobre la meseta purpúrea rodeada de fosas y cañones, gobierna el general artigas. Estos mil fogones de criollos pobres, estos ranchos de barro y paja y ventanas de cuero, son la capital de la confederación de pueblos del interior del río de la plata. Ante la choza de gobierno, los caballos esperan a los mensajeros que galopan trayendo consultas y llevando decretos. Un luce alamares ni medallas el uniforme del caudillo del sur”
José Gervasio Artigas nació en Montevideo el 19 de junio de 1764. Fueron sus padres don Martín José Artigas y doña Francisca Antonia Arnal. Su abuelo paterno, Juan Antonio, figuró entre los primeros pobladores de Montevideo. Después de estudiar en el Colegio Franciscano de San Bernardino, se dedicó a las tareas rurales en las estancias de su padre. Años más tarde comenzó a ganarse la vida comprando cueros en la campaña para venderlos a los exportadores de Montevideo. En 1791 nació su primer hijo, Manuel, fruto de su unión con Isabel Sánchez.
En 1797 ingresó como soldado de caballería en el regimiento de Blandengues, creado para combatir el robo de ganado y el contrabando en la banda oriental y proteger la frontera con el Brasil. En 1805, siendo ya oficial del cuerpo debió retirarse del ejército por razones de salud y se casó con su prima Rafaela Villagrán. Con ella tendrá tres hijos: José maría, Francisca y Petronila. Pero lamentablemente, las dos niñas morirán a los pocos meses de su nacimiento, lo que deprimió tanto a Rafaela que terminó por enloquecerla. Artigas debió retornar al servicio activo y en 1806, durante las invasiones inglesas participó en la reconquista de Buenos Aires y en la defensa de Montevideo a las órdenes de Liniers.
Comienza la rebelión
En febrero de 1811, el gobernador español de Montevideo, Javier de Elio, nombrado ahora virrey del río de la plata, le declaró la guerra a la junta revolucionaria creada en Buenos Aires en mayo de 1810. El entonces capitán Artigas desertó de la guarnición de colonia y se puso a disposición del gobierno porteño, que le dio el grado de teniente coronel, 150 hombres y 200 pesos para iniciar el levantamiento de la banda oriental contra el poder español. El 28 de febrero de 1811, dos campesinos, Pedro José Viera y Venancio Benavidez con el apoyo del sublevado comandante militar de la región, ramón Fernández, daban en Asencio (soriano) el grito de libertad del pueblo oriental y se disponían a luchar junto a artigas.
Algunos de los refranes y frases que dijo, en ellas se refleja su grandeza:
"...sólo aspiro al bien de mi patria, en la justa causa que sigo; y si algún día los americanos del sur nos vimos reducidos al abatimiento, hoy estamos resueltos a hacer valer los derechos que los tiranos mandones nos tenían usurpados..."
10 de mayo de 1811 a Antonio Pereira.
(Continuará…)
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