La desaparición dramática
de Zapata desató una conmoción justificada por todo el mundo.
El caso del recluso cubano suscita innegablemente cierta simpatía y
un sentimiento de solidaridad hacia una persona que expresó su desesperación
y su malestar en prisión llevando su huelga de hambre hasta el final.
La emoción sincera que suscitó este caso es del todo respetable. En
cambio, la instrumentalización con fines políticos del fallecimiento
de Tamayo y del dolor de su familia y sus amigos, hecha por los medios
occidentales, viola los principios básicos de la deontología periodística.
Zapata,
¿preso político o recluso de derecho común?
Desde 2004 Amnistía
Internacional (AI) lo considera como un “prisionero de conciencia”,
entre los 55 que hay en Cuba, y señala que Zapata emprendió una huelga
de hambre para denunciar sus condiciones de detención, pero también
para exigir cosas imposibles de conseguir para un recluso, a saber,
un televisor, una cocina personal y un teléfono celular para llamar
a su familia.2 Aunque no era Lucifer en persona, Zapata no
era un recluso modelo. En efecto, según las autoridades cubanas, fue
culpable de varios actos de violencia en prisión, particularmente contra
los guardias, hasta el punto de que su condena fue agravada hasta 25
años de prisión.3
Curiosamente AI no
menciona en ningún momento las supuestas actividades políticas que
llevaron a Zapata a prisión. La razón es relativamente sencilla: Zapata
nunca realizó actividades antigubernamentales antes de su encarcelamiento.
Al contrario, la organización reconoce que fue condenado en mayo de
2004 a tres años de prisión por “desacato, alteración del orden
público y resistencia”.4 Esta sanción es relativamente
leve comparada con la de los 75 opositores condenados en marzo de 2003
a penas que van hasta 28 años de prisión “por haber recibido fondos
o materiales del gobierno estadounidense para realizar actividades que
las autoridades consideran subversivas y perjudiciales para Cuba”,
como reconoce AI, lo que constituye un grave delito en Cuba pero también
en cualquier país del mundo. Aquí AI no puede escapar a una evidente
contradicción: por un lado califica a estas personas de “prisioneros
de conciencia”, y por el otro admite que cometieron un grave delito
al aceptar “fondos o materiales del gobierno estadounidense”.
Al contrario que a
éstos, el gobierno de La Habana jamás ha acusado a Zapata de ser estipendiado
por une potencia extranjera y siempre lo ha considerado como un recluso
de derecho común. Zapata disponía de graves antecedentes penales.
En efecto, desde junio de 1990, fue arrestado y condenado varias veces
por “alteración del Orden, Daños, Resistencia, dos cargos de Estafa,
Exhibicionismo Público, Lesiones y Tenencia de Armas Blancas”. En
el año 2000 fracturó el cráneo del ciudadano Leonardo Simón de un
machetazo. Sus antecedentes penales no conllevan ningún delito de orden
político. Fue sólo después de su encarcelamiento cuando su madre,
Reyna Luisa Tamayo, se acercó a los grupos opositores al gobierno,
pero jamás ha sido molestada por la justicia.6
¿Conmoción de
doble rasero?
Estados Unidos y la
Unión Europea declararon su consternación y exigieron la “liberación
de los presos políticos”. “Estamos profundamente consternados por
su muerte”, declaró la secretaria de Estado Hillary Clinton, quien
denunció “la opresión de los presos políticos en Cuba”. Bruselas
también se expresó en este sentido y exigió la “liberación incondicional
de todos los prisioneros políticos”. Francia anunció que “seguía
su situación de cerca, había pedido su liberación, así como la de
otros detenidos cuyo estado de salud le parecía especialmente preocupante”,
mediante el portavoz de la Cancillería, Bernard Valero.7
El presidente cubano
Raúl Castro “lamentó” el fallecimiento y recordó, a guisa de
respuesta a la conmoción interesada de Washington y de Bruselas, que
“en medio siglo, aquí no hemos asesinado a nadie, aquí no se ha
torturado a nadie, aquí no se ha producido ninguna ejecución extrajudicial.
Bueno, aquí en Cuba si se ha torturado, pero en la Base Naval
de Guantánamo” en referencia al centro de tortura bajo administración
estadounidense. “Ellos dicen que quieren discutir con nosotros y estamos
dispuestos a discutir con el gobierno norteamericano todos los problemas
que quieran; repetí tres veces, en el Parlamento, todos, todos, todos.
Las discusiones no las aceptamos si no son en absoluta igualdad de ambas
partes. Ellos pueden indagar o preguntar de todas las cuestiones de
Cuba, pero nosotros tenemos derecho de preguntar de todos los problemas
de los Estados Unidos”.8
El presidente brasileño
Lula da Silva, en visita a Cuba, también declaró su condolencia, pero
quiso subrayar la doble moral de los medios occidentales, de Washington
y de Bruselas recordando una triste realidad. “Conozco prácticamente
todas las huelgas de hambre que tuvieron lugar a lo largo de los últimos
25 años en el mundo y no fueron pocas en las que murieron personas
que hicieron huelgas de hambre en varios países del mundo”.9
Los medios ignoraron la inmensa mayoría de esos casos trágicos y absolutamente
ninguno tuvo un cobertura mediática tan importante como la reservada
al recluso cubano.
A guisa de comparación,
en Francia, entre el 1 de enero de 2010 y el 24 de febrero de 2010,
hubo 22 suicidios en prisión, entre ellos el de un adolescente de 16
años. En 2009 hubo 122 suicidios en las cárceles francesas y 115 en
2008. El secretario de Estado de Justicia, Jean-Marie Bickel, declaró
su impotencia al respecto: “Cuando alguien decide suicidarse y está
determinado a hacerlo, que esté en libertad o en prisión, […] ninguna
medida es posible”. A su pesar, las familias de las víctimas no tuvieron
derecho al mismo tratamiento mediático que Zapata, ni a una declaración
oficial pública del gobierno francés.10
Hay que poner en perspectiva
el caso de Zapata con otros dos hechos mucho más graves pero que los
medios occidentales ignoraron deliberadamente y que ilustran claramente
cómo un se instrumentaliza y se politiza un hecho común, que pasaría
desapercibido en la mayoría de los países del mundo, cuando se trata
de Cuba.
Desde el golpe de Estado
en Honduras y la instauración de la dictadura militar el 27 de junio
de 2009, liderada primero por Roberto Micheletti y luego por Porfirio
Lobo desde el 28 de enero de 2010, han ocurrido más de un centenar
de asesinatos, otros tantos casos de desapariciones e innumerables casos
de tortura y de violencia. Los abusos son cotidianos pero los medios
occidentales los censuran cuidadosamente. Así, Claudia Larissa Brizuela,
miembro del Frente Nacional de Resistencia Popular (FNRP), opuesto al
golpe de Estado, fue asesinada el 24 de febrero de 2010, un día después
del fallecimiento de Zapata. No hubo ni un palabra al respecto en la
prensa occidental.11
Otro caso similar ilustra
también la duplicidad de los medios occidentales. En diciembre de 2009
en La Macarena, Colombia, se descubrió la mayor fosa común de la historia
de América Latina, con no menos de 2.000 cadáveres. Según los testimonios
recogidos por eurodiputados británicos presentes allí, se trataría
de sindicalistas y líderes campesinos asesinados por los paramilitares
y las fuerzas especiales del ejército colombiano. El jurista Jairo
Ramírez, secretario del Comité Permanente para la Defensa de los Derechos
Humanos en Colombia, describió la espantosa escena: “Lo que vimos
fue escalofriante. Infinidad de cadáveres y en la superficie cientos
de placas de madera de color blanco con la inscripción NN y con fechas
desde 2005 hasta hoy. El comandante del Ejército nos dijo que eran
guerrilleros caídos en combate, pero la gente de la región nos habla
de multitud de líderes sociales, campesinos y defensores comunitarios
que desaparecieron sin dejar rastro”. A pesar de los múltiples testimonios
y la presencia de parlamentarios europeos, a pesar de la visita de una
delegación parlamentaria española allí para investigar el caso, ningún
medio occidental ha concedido el menor espacio a esta noticia.12
El suicidio de Orlando
Zapata Tamayo es una tragedia y el dolor de su madre debe respetarse.
Pero hay gente que no tiene escrúpulos. A los medios occidentales,
Washington y la Unión Europea les importa poco la muerte de éste,
como poco les importan los muertos hondureños y colombianos cotidianos.
Zapata sólo les es útil en la guerra mediática que llevan contra
el Gobierno de La Habana. Cuando la ideología pasa por encima de la
objetividad informativa, la verdad y la ética son las primeras víctimas.
Revisado por Caty R.
Notas
1 Juan O.
Tamayo, «Muere el preso político cubano Orlando Zapata», El Nuevo
Herald, 24 de febrero de 2010.
2 Amnesty
International, «Death of Cuban Prisonner of Conscience on Hunger
Strike Must Herald Change», 24 de febrero de 2010. http://www.amnesty.org/en/news-and-updates/death-cuban-prisoner-conscience-hunger-strike-must-herald-change-2010-02-24 (sitio consultado el 28 de febrero de 2010).
3 Enrique
Ubieta, «Orlando Zapata, ¿un muerto útil?», Cubadebate, 24
de febrero de 2010.
4 Amnesty
International, «Death of Cuban Prisonner of Conscience on Hunger
Strike Must Herald Change», op. cit.
5 Amnesty
International, «Cuba. Cinq années de trop, le nouveau gouvernement
doit libérer les dissidents emprisonnés», 18 de marzo de 2008. http://www.amnesty.org/fr/for-media/press-releases/cuba-cinq-ann%C3%A9es-de-trop-le-nouveau-gouvernement-doit-lib%C3%A9rer-les-dissid (sitio
consultado el 23 de abril de 2008).
6
Andrea Rodriguez, «Prensa oficial reacciona a muerte de opositor»,
The Associated Press, 27 de febrero de 2010.
7 El
Nuevo Herald, «Rechazo mundial al régimen castrista», 25 de febrero
de 2010.
8 Raúl
Castro Ruz, «Declaraciones del Presidente de los Consejos de Estado
y de Ministros Raúl Castro Ruz sobre el fallecimiento del recluso Orlando
Zapata Tamayo», 24 de febrero de 2010.
9 The
Associated Press, « Washington Post cuestiona política de concesiones
a Cuba », 26 de febrero de 2010.
10 Charlotte
Menegaux, «Les limites du ‘kit anti-suicide’ en prison», Le
Figaro, 25 de febrero de 2010.
11 Maurice
Lemoine, «Selon que vous serez Cubain ou Colombien…», Le Monde
Diplomatique, 26 de febrero de 2010.
12 Antonio
Albiñana, «Aparece en Colombia una fosa común con 2.000 cadáveres»,
Público.es, 26 de enero de 2010.