Trincheras de Ideas

¿Hasta cuando Uribe?

Una vez más, en aras de la unidad de los pueblos de América Latina y el Caribe, en el marco de la reunión continental de gobiernos con miras a conformar en el mediano plazo una asociación política de naciones sin la presencia gringa ni canadiense, se conformó en México un grupo de países amigos de Venezuela, buscando que las tensiones entre Venezuela y Colombia bajaran de intensidad y pudiera conjurarse un potencial conflicto armado.

Precisamente el grupo se forma después que el gobernante fascista colombiano, cual guapo de barrio y tira piedras, se abalanzó con denuestos e improperios contra el presidente Chávez, lo acusó de que Venezuela tiene bloqueada económicamente a Colombia y puso en tela de juicio la hombría del mandatario venezolano. Pero no contento con eso, dicho a viva voz, con sus histéricos y característicos gritos, quiso llevar el premeditado incidente a nivel de la trifulca, de los golpes y la oportuna intervención del comandante Raúl Castro evitó que Chávez pudiera ser agredido.

Ya Uribe es hombre muerto políticamente, su mandato fenece – afortunadamente para bien de Colombia y los colombianos–, sus pretensiones reeleccionistas se derrumbaron ante la sensata disposición de los organismos judiciales y legislativos que obstaculizaron esa locura de que un demente suelto como ese, volviera a reelegirse y terminara con toda la población colombiana, destazada por los paramilitares y las razzias del Ejército.

El presidente Chávez, en aras de la necesaria unidad latinoamericana, aceptó la mediación, incluso tragar grueso –cual si fuera un trago de aceite de ricino– y reunirse con el moribundo gobierno uribista, pero reunirse ¿en base a qué condiciones?

Allí está el quid del asunto, y los países amigos de Venezuela y Colombia deben entenderlo, hay cuestiones de principio, fundamentales como las 7 bases militares yanquis enclavadas en territorio colombiano que apuntan a una agresión hacia Venezuela, precisamente para eso fueron instaladas, potencial agresión que se extiende a Brasil, Ecuador, Bolivia, Nicaragua, Cuba… ¿Va a recular el gobierno y el pueblo de Venezuela en esa posición principista¿ ¡No! ¡Jamás! Es que ni siquiera Uribe, después que se posternó ante el imperio y le entregó la soberanía colombiana, puede echar para atrás semejante decisión. Ese gobierno ya culmina y lo más que puede es continuar asesinando colombianos y entregando lo que pueda restar de soberanía.

Uribe y la oligarquía colombiana acusan temerariamente a Venezuela de bloquearla porque cerró la línea comercial que por 9 mil millones de dólares, existía. Es decir, están acusando el golpe del error que significó las reiteradas, permanente y constantes agresiones a Venezuela: contrabando de extracción de gasolina y productos alimenticios que le sustraen al pueblo venezolano; penetración de grupos criminales, llámense paramilitares, sicarios, narcotraficantes, contrabandistas, prostitución. ¿Hasta cuándo Venezuela y los venezolanos deben soportar esos malignos flagelos?

¿Qué, por la crisis de la naturaleza, hace falta energía eléctrica para un sector del país? ¿Cuál es el precio político de esa oferta, el reestablecer negocios donde la balanza comercial se inclina abrumadoramente a favor del empresariado colombiano, usurero, especulador, que en su comercio no pocas veces trae encubierto el paramilitarismo?

Quien siempre ha cedido ante Colombia, invariablemente, ha sido Venezuela, el precio que por ello se ha tenido que pagar siempre a sido muy alto. Quienes invaden a Venezuela, “pacíficamente”, son los colombianos. Venezuela ha sido una madre para millones de colombianos que en desplazamiento forzoso por la guerra han recalado en nuestra tierra. Aquí nuestro pueblo les ha abierto las puertas, durante la gestión de Chávez se los dignificó, se les ha reconocido su estatus, se los ha cedulado. Miles de ellos –y otros no tan honestos– son malagradecidos, atacan la mano del que les dio ayuda; las invasiones de terrenos o de viviendas no pocas veces las dirigen mafias conformadas por colombianos; la buhonería ha sido un receptáculo de nativos de ese país que en no pocas oportunidades han creado desórdenes cuando se quiere aplicar las ordenanzas y leyes. No hablemos del delito, robos, crímenes, asociados a paramilitares.

El cicariato es una importación de ese país, un porcentaje de los ejecutores del cicariato son colombianos contratados por latifundistas, ganaderos, quienes han asesinado a más de 300 campesinos venezolanos. ¿No es esa una forma de guerra, de agresión? Por supuesto para Venezuela la paz en Colombia es vital, un viejo anhelo, pero la guerra civil en Colombia es un negocio redondo, para la industria armamentista norteamericana, para los perros de la guerra, para el narcotráfico; mantenerla viva es fundamental por eso gana un narcopresidente como Uribe, por eso promueve al mafioso de Santos como posible sucesor.

De manera que se debe tratar de conversar, pero conversar, no dar concesiones sin nada a cambio. No puede ser un diálogo de sordos o mudos. Chávez hablando y el interlocutor colombiano escuchando, no comprometiéndose a nada. Para eso es mejor esperar el resultado de las elecciones, no reunirse con ese malandrín, ¿para qué, si al cabo pronto va a dejar el poder? Si de hablar se trata, mejor hacerlo con el dueño del circo –Obama– y no con los payasos, estos no están autorizados ni a sonreír, pero sí a provocar, a hacer el papel de esquiroles, como lo hizo Uribe en la reunión de México.

No se debe pecar de ingenuo, de pendejos. Los amigos de Venezuela deben entender también que los conflictos y enfrentamientos con el gobierno colombiano –que no con el pueblo colombiano– los ha provocado la oligarquía, el decadente uribismo; que la provocación es una política de Estado, de Para Estado y de Supra Estado pero también un negocio. Por ejemplo, ya están con nuevas campañas mediáticas, desde España un Juez franquista, a juro quiere involucrar al gobierno venezolano con los Etarra, con las FARC, todo un bodrio político. Todos los días se montan ollas mediáticas, los laboratorios de guerra sucia contra Venezuela funcionan a millón, las 24 horas del día, esa es una estrategia transnacional donde el Estado y el Gobierno colombiano cumplen una función vital en ese proceso conspirativo.

Con ese es un narco Estado hipócrita, embustero, canalla hasta lo indecible, nada hay que hablar. Con ese narco gobierno terrorista, criminal, orgulloso de su monstruosa fosa con más de dos mil cadáveres de hijos del pueblo colombiano, es como conversar con un perro rabioso. Gana más Venezuela absteniéndose, porque a la vuelta de un corto tiempo volverían a las andadas, a las agresiones, esa es su naturaleza y mientras ésta no cambie, ni la voluntad de Cristo podrá enderezar esa torcedura.



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Humberto Gómez García

Director de la revista Caracola. Pertenece al Movimiento de Medios Alternativos y Comunitarios (MoMAC). revistacaracola.com.ve

 humbertocaracola@gmail.com      @hgcaracola

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