Cada país lucha contra sus propias contradicciones. Los países desarrollados enfilan sus garras contra los países subdesarrollados para que las empresas transnacionales sigan dominando la economía a través de las manipulaciones al mercado. Pero dichas empresas son cada vez más virtuales. El presidente de Estados Unidos, llegó al callejón sin salida, pues la población estadounidense sabe que los grandes culpables de su grave e injusta situación económica están en el sector financiero corrupto y sin moral. La población civil de ese país se está organizando y pronto querrán refundar su Estado, quizás no sea descabellado escuchar una propuesta de ¡Asamblea Constituyente!. Sin embargo, otro sector del mismo país, se está armando y como sucede en Colombia, son grupos de los que no se puede hablar en los medios de comunicación: ¡Paramilitares en Estados Unidos!. Si matan a Obama, si el sector bancario se sale con la suya, Estados Unidos está a las puertas de una guerra civil.
En Venezuela se libra otra batalla. No como dice la oposición al argumentar que el gobierno ataca a al sector empresarial, la propiedad privada y la libertad de expresión. En realidad el gobierno nacional afronta tres luchas, la primera es producir con eficiencia. Quizás la más difícil, porque los venezolanos fuimos acostumbrados a comprar y vender, nunca a producir. Esa producción es dirigida prioritariamente al campo. Afortunadamente cada vez son menos los venezolanos que necesitan mudarse a la caótica Caracas. La segunda lucha es interna, político partidista, para el Estado es un dolor de cabeza conseguir profesionales honestos que sean eficientes en administración pública, sobre todo honestos. El PSUV superó la anárquica maquinaria electoral que era el MVR. El partido socialista ha pasado por grandes procesos de depuración, a través de primarias, congresos y campañas electorales. Pero únicamente si se sincera el trabajo voluntario, la formación y erradicar la impunidad, se podrá avanzar en los cuadros que garanticen la fortaleza del partido. Y la tercera lucha más delicada, porque involucra a otras naciones, es contra el capitalismo, representado por empresas transnacionales cuya política especulativa destruye las estructuras económicas de los pueblos. Es una lucha entre David y Goliat, pues el enemigo cuenta con inagotables recursos económicos, en su mayoría provenientes del narcotráfico. Cuenta además con una estructura mediática internacional muy poderosa, capaz de silenciar genocidios, magnicidios, golpes de estados, etc.; en cuestión de segundos. Y en caso extremo, cuenta con una industria militar capaz de movilizar empresas privadas de mercenarios y asesinar poblaciones enteras con el amparo jurídico de los organismos internacionales. De allí la urgente necesidad de eliminar la Organización de Estados Americanos, las Naciones Unidas, por citar algunas.
Este año, la izquierda colombiana se enfrenta al candidato Juan Manuel Santos. Deben sumar los votos de las víctimas, los desplazados, los trabajadores, los indígenas y presionar en masa a todas las instituciones llamando la atención del mundo, pues Santos cuenta con la elite colombiana y la industria asesina de los narcoparamilitares, para amenazar a los votantes y desconocer resultados. En nuestro país, el PSUV debe avanzar en la eficacia de las primarias, exigir más a la Asamblea Nacional. Moral y Eficiencia son nuestras primeras necesidades.
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