Todo el planeta conoce la caótica situación material en que se encuentra la nación haitiana, producto del terremoto que causó alrededor de trescientos mil muertos, ciudades casi por completo destruidas, millones de personas quedaron en pobreza más que crítica y desesperante, miles de miles de lesionados y de niños y niñas en estado de huerfanidad. El terremoto de Haití, lo prueba la realidad y velocidad con que actuó el gobierno estadounidense, le vino a la Casa Blanca como anillo al dedo de comprometidos en matrimonio. Inmediatamente sonaron la alarma y se lanzaron sobre el territorio haitiano como se lanzan los lobos hambrientos ante presas indefensas. La primera persona de importancia mundial que hizo presencia en Haití fue la Secretaria de Estado, señora Hilari Clinton. Su rostro aun bonito dejó plasmado, en los rostros de los haitianos y de las haitianas, el futuro comportamiento del gobierno de Estados Unidos en los asuntos internos de Haití. Ya son dueños del aeropuerto, controlan los puntos estratégicos de Haití, dirigen a la policía haitiana, manejan a su antojo los hospitales, los puertos, son los que distribuyen los alimentos o las ayudas que llegan del mundo y lo que es peor, toman decisiones contra las representaciones del resto del mundo que llegan a ejercer solidaridad con el pueblo haitiano. En fin: son los guardianes en las puertas: de4jan entrar o salir a quien les venga en gana o les interese.
Sabemos que los gobiernos de Estados Unidos y de Francia han expresado públicamente serias contradicciones por concepción de manejo y control del mundo. No pocas veces el gobierno francés, desde hace unos años hacia acá incluso antes de Sarkozy, se ha opuesto a las decisiones inconsultas del gobierno estadounidense en materia internacional y, especialmente, de guerra contra otras naciones. El gobierno francés, como el de Estados Unidos y los del resto del mundo, saben que son contradicciones por intereses económicos, de dominio de mercados y materias primas. Sabemos también que son cuantiosos los recursos, fundamentalmente en dinero constante y sonante, que ha sido donado a Haití. Dinero que quiere ser manejado y controlado e invertido por el gobierno de Estados Unidos en lo que éste crea conveniente y necesario y no en lo que crea conveniente y necesario el gobierno o pueblo de Haití.
El gobierno de Estados Unidos, ya sabiendo del total de recursos financieros con que cuenta el Estado haitiano donado por la solidaridad del resto del mundo para la reconstrucción de su país, llamaron a la Casa Blanca al presidente Preval. Lo atendieron de maravilla, lo escucharon con mucha atención aun cuando ya saben lo que le van a ordenar y Preval tiene que obedecer. Ya le anunciaron que a pesar del terrible desastre que causó el terremoto en Haití, de la desesperación de un pueblo con hambre y con dolor elevado a la “n”, las insatisfacciones creadas por el muy mal manejo que ha hecho el gobierno de los Estados Unidos con la ayuda internacional llegada a Haití desde todos los rincones del planeta, de las miles de miles de dificultades y la imperiosa necesidad de concentración que tiene el gobierno y el pueblo haitiano para la reconstrucción de su país, las elecciones para nuevo presidente en Haití debe cumplirse sin demora de ninguna naturaleza. Ya la Casa Blanca tiene su candidato y por nada del mundo puede ser el negrito sacerdote Aristide.
La señora Hilary Clinton fue la primera en recibir al presidente Preval antes que lo hiciera el presidente Obama. “Estados Unidos trabajará con la comunidad internacional por Haití”, le dijo Hilary Clinton al presidente Preval, que sonreía dejando ver al mundo su blanca dentadura. Tal vez, sin poder decirlo y sin poder oponerse, detrás de esa sonrisa se esconde su verdadero pensamiento de saber que el gobierno estadounidense lo que está haciendo realmente es sacarle provecho propio, sobre la miseria y el dolor ajenos, al terrible desastre que vive Haití como “consecuencia” del terremoto. “El gobierno y Estados Unidos están comprometidos con usted, presidente Preval”, siguió diciendo la señora Clinton. Nueva sonrisa del presidente Preval. Quizá, nueva manera de protestar contra un imperialismo que no se detiene en expoliar aun a un pueblo o país en ruinas materiales.
Hizo uso de la palabra el presidente Preval, para decir, entre otras cosas, lo siguiente: “Gracias, señora Secretaria de Estado… gracias al presidente Obama, a la primera dama y a usted (refiriéndose nuevamente a la señora Clinton) y les agradezco todo lo que han hecho por Haití”. ¿Qué ha hecho, en verdad, el gobierno de Estados Unidos por Haití en toda la historia haitiana? ¿Qué han hecho el presidente Obama, la primera dama de Estados Unidos y la señora Clinton por Haití que tenga relación con una política de solidaridad humanística y no de aprovechamiento para continuar pisoteando los derechos esenciales de la nación haitiana, como lo es el de la autodeterminación de su pueblo? ¿Cree el mundo, con las manos puestas en el corazón para no mentir, que el gobierno de Estados Unidos ha hecho más que el gobierno cubano por el mejoramiento de las condiciones de salud, de educación y de vida del pueblo haitiano? ¿Cree el mundo, aun sin ponerse las manos en el corazón y dejándole abierta la posibilidad de mentir, que el gobierno de Estados Unidos haya hecho más por la soberanía y la Independencia de Haití que los pueblos de América Latina y el Caribe?
Denunciamos los macabros y expoliadores propósitos del gobierno de Estados Unidos al haberse atribuido la potestad de manejar y controlar la solidaridad internacional con el pueblo haitiano y de decidir cómo ha de reconstruirse Haití luego del terrible terremoto que lo dejó casi completamente arruinado o destruido. Nos solidarizamos con todas las luchas del pueblo haitiano por hacer valer, aun en las condiciones de caos que dejó el terremoto, su inalienable derecho a la autodeterminación de su pueblo. Exigimos la salida inmediata de todas las fuerzas militares foráneas que hacen presencia en Haití y dejen que sea el propio pueblo haitiano el protagonista de su destino y quien solucione sus propias contradicciones internas. Exigimos que toda la ayuda internacional sea manejada y controlada por el gobierno haitiano y las organizaciones sociales haitianas en capacidad organizativa de garantizar la justa distribución y buen uso de la misma. ¡Fuera las manos de los imperialistas de Haití! ¡Por el regreso de Aristide a Haití si así lo decide el pueblo haitiano!