¡Si se va Uribe… vuelve la guerrilla!
-El Pueblo Avanza (EPA) alerta sobre futuro gobierno colombiano-
Somos respetuosos de la voluntad del pueblo colombiano, bien venga de su mayoría como de su minoría, pero el mundo actual está regido por luchas políticas y determinado por factores económicos esencialmente, lo cual nos obliga a emitir opiniones sobre diversos fenómenos históricos, bien de carácter internacional como nacionales, y de personajes de la política sin descalificaciones y tratamos, siempre sin considerarnos amos de la verdad, de ser objetivos, limitarnos a la verdad verdadera y siendo responsables de lo que expresamos. Colombia es una nación vecina, que limita con la patria en que nos desenvolvemos, pensamos y actuamos políticamente (Venezuela); son países o pueblos que poseen muchos lazos en común, una misma lengua, con una historia semejante, pero reconocemos que en la actualidad sus gobiernos son contradictorios, se caracterizan por sueños diferentes y hasta han vivido momentos de mucha tensión política que no vamos a analizar en esta opinión. Confesamos que nos solidarizamos con el proceso y con el gobierno venezolano en la generalidad de sus planteamientos en torno a la necesidad de luchar por el socialismo.
La doctora Noemí Sanín, figura política que ha ocupado cargos públicos en diversos gobiernos colombianos –conservador y liberal- y ha sido diplomática y canciller de la república, comentó en un programa de televisión en su país, que la noticia del rechazo del máximo Tribunal de Colombia a la aspiración de nueva reelección presidencial del doctor Alvaro Uribe, ha llenado de tristeza a la población colombiana y que una señora le dijo: “Si se va Uribe, vuelve la guerrilla”. No negamos que eso, en este momento que vive la sociedad colombina, algo que tenga mucha relación con la verdad. Sin embargo, lo que no aclaró la doctora Noemí Sanín es si ella cree fervientemente en ese vaticinio de la señora, porque ahora, alejado Uribe de su pretensión electoral, es cuando realmente tiene chance –y lo expresó con seguridad personal- de llegar a ser la primera mujer Presidente de Colombia. Hasta hace pocos no tenía vida ante una nueva reelección del presidente Uribe.
Con el debido respeto que merece la señora que habló con la doctora Sanín, ese dicho, que parece más un pronóstico astrológico que una hipótesis factible de ser real, no soporta ni el más leve soplido de una crítica de la verdad. La guerrilla colombiana, ya pronta a cumplir medio siglo de actividades políticas, militares e ideológicas y hasta económicas sin descanso, ha estado presente en el acontecer diario de la lucha de clases en Colombia. Nunca en ese período se ha ido ni se ha dedicado, como el falso muerto, a andar de parranda en parranda y sorprender a los vivos con su nueva aparición pública. Sin embargo, es necesario y hasta bueno analizar todo lo que detrás de la opinión de la señora, y sin culparla absolutamente de nada, se esconde como verdad de la política colombiana.
Cierto es que el gobierno del doctor Uribe ha sido quien con mayor violencia, física y espiritual, ha respondido a la guerrilla y hasta le ha producido algunos golpes extremadamente dolorosos para la insurgencia. Tanto es así que firmó un pacto, comprometiendo la soberanía o independencia de su país, con el gobierno de Estados Unidos para utilizar todos los espacios cuartelarios, terrestres, marítimos y aéreos de Colombia –supuestamente- en labores de inteligencia contra el narcotráfico y contra el terrorismo. Ese cuento de camino posiblemente sea creíble a los ojos o los sentidos de la doctora Noemí Sanín y de la señora antes señalada, pero no por quienes creen en el pleno derecho a la autodeterminación de los pueblos.
En estos días fueron entrevistados la mayoría de los candidatos a la Presidencia de Colombia, los que tienen primer chance y los que en la primera vuelta no poseen ninguna posibilidad pero van a tener una votación respetable y necesaria de tomar en consideración para las alianzas de la segunda vuelta, que decidirá, salvo que algún candidato obtenga más del cincuenta por ciento en la primera, el vencedor a la Presidencia. Todos, sin excepción, condenaron a la insurgencia y prometen no establecer diálogos con ella, por lo cual lo que realmente ofrecen es continuación de la guerra, prolongación del conflicto con ofrecimientos de “paz” sobre cadáveres y no perspectivas de concertación política. Solicitarle al doctor Santos, por ejemplo, que su discurso sea de diálogo en procura de paz, sería como pedirle al Diablo que eche sus miradas al cielo completamente armado de las Sagradas Escrituras aceptando los postulados del Ser Supremo. Y en ese tono se ha colocado la doctora Noemí Sanín. Pero lo más grave, lo más insólito y lo que hasta hace poco ni siquiera era imaginable, es que el candidato “izquierdista”, Petro, habla y hace promesas con el mismo lenguaje de la extrema derecha frente a la insurgencia, aunque debemos reconocerle su honestidad como a otros políticos con quienes no compartimos su visión de mundo. ¿O será eso una táctica política pescando votos en río revuelto? Petro y Dios lo sabrán, pero creo que el pueblo colombiano ni eso entiende ni eso acepta. En honor a la verdad, el único que ha lanzado su nombre para postulación presidencial que sí tiene verdadera vocación de diálogo por la paz y por una solución respetuosa a las contradicciones entre Estados, es el doctor Alvaro Leiva y, por esa razón, no tiene chance alguno de ganar la presidencia de Colombia y tampoco –de ganar- lo dejarían gobernar los oligarcas, los militares y sus cuerpos represivos y paramilitares.
No vamos a ofender a la sociedad colombiana y, especialmente, a sus sectores populares, convirtiéndonos, desde fuera, en unos voceros disculpando los desaciertos de la insurgencia, aunque mucho ansiamos que ésta llegase a tomar el poder político y colocarlo al servicio de la revolución socialista. No, eso no. Pero en la política colombiana suceden cosas muy extrañas y difíciles de comprender. Recordemos que en una encuesta durante el primer período presidencial del doctor Alvaro Uribe, incluso que consultó opinión de sectores populares, la mayoría solicitaba que los gringos intervinieran en el conflicto armado creyendo que eso le pondría fin a la violencia sobre la base de la derrota del movimiento insurgente. Por eso no sorprende que una encuesta reciente coloque al doctor Santos con un 57% de aceptación y a la doctora Sanín con un 56% de aceptación, siendo los preferidos para la elección presidencial. Sin embargo, lo extraño y lo “increíble”, si la consulta tomó en consideración a gente del común del pueblo, es que Obama (Presidente de Estados Unidos y no de Colombia) goza de un 67% de aceptación y el director de la policía colombiana con un 60% de aceptación, situando a ambos por encima de la aceptación que tienen los dos candidatos con mayor probabilidad de obtener la victoria. Sólo el Presidente Uribe, que ha hecho guerra y promete más guerra, supera al director de la policía y comparte “privilegio” con Obama. Pero ya no podrá ser candidato, queda fuera de la contienda y todos sus esfuerzos y recursos los invertirá para que el doctor Santos sea el vencedor. La línea política más dura y más guerrerista, todo lo indica y lo testimonia, será la guía espiritual y política que se colgará del cuello de cualquiera que gane la presidencia de Colombia. Por suerte, para la izquierda, Petro sólo tiene un 28% de aceptación. Lo que sí el mundo puede tener por convencimiento seguro es que los políticos y militares de derecha que se encuentran, desde hace años, retenidos por la insurgencia y los familiares de ellos, no piensan exactamente lo mismo que los candidatos a la Presidencia de la República.
Decimos, aunque mucho ya se sabe de ello, o repetimos es que el nuevo gobierno de Colombia, sea encabezado por el doctor Santos o por la doctora Sanín ya que los demás no tienen chance serio de obtener la victoria y respetando el derecho a la voluntad del pueblo colombiano, generará mayor tensión al conflicto político armado, se agudizarán las contradicciones, se incrementarán los combates militares, habrá un correr de más sangre y dolor, se nuclearán negativamente todas las probabilidades de diálogo en procura de una salida concertada a la violencia social que sacude a Colombia, se aumentará la participación del gobierno estadounidense en los asuntos internos de Colombia, se incentivará mucho más odio del gobierno colombiano contra el venezolano, las fronteras colombo-venezolanas vivirán crisis más agudas; y, sin duda, crecerán, por un lado, el narcotráfico tratando de hacer más uso del territorio venezolano para sus envíos hacia otras regiones del mundo y, por el otro, la insurgencia que se verá en la obligación o en la necesidad de realización de más violencia revolucionaria para la consecución de sus objetivos. Colombia, como nación geográfica con un gobierno guerrerista ciento por ciento y fiel obediente de los dictámenes del gobierno de Estados Unidos, se transformará, de manera definitiva, en un gigantes fogón y laboratorio de políticas agresivas, de desobediencia y de violencia para ser expandidas portado el territorio de América Latina en procura de producción de golpes de Estado que traigan de vuelta el dominio absoluto del imperialismo estadounidense en todos los asuntos internos del continente americano con la complicidad del Estado canadiense y de otros imperialismos como el inglés y el alemán. Las tres organizaciones políticas de mayor arraigo y creencia a resolver los problemas económico-sociales por la violencia social, lo demostró el recién finalizado proceso electoral para determinar los nuevos miembros del Congreso de Colombia, hicieron un arrase obteniendo el uribismo el primer lugar, los conservadores el segundo y los liberales el tercero. La izquierda sólo debe conformarse con un 9% de aceptación en la masa que hizo valer su voto. La mayoría del pueblo colombiano votante, lo respetamos pero lo lamentamos, así lo ha decidido. El uribismo y los conservadores que se han dado de las manos y marchan juntos –como responsables de la política de violencia gubernamental y del terrorismo de Estado- ganaron casi todos los puestos para la formación del próximo de la República; es decir: caras nuevas pero la misma o más radical política contra el diálogo con la insurgencia colombiana. La mayoría de la sociedad colombiana votante, lo respetamos pero lo lamentamos, lo quiso de esa manera.
¡Contra la violencia imperialista o capitalista, contra el saqueo y la explotación a las riquezas de otras naciones, la única fórmula de vencer que tienen a la mano los pueblos es: el triunfo de la revolución socialista!