¿Cómo saber si eres necrófilo?
Tulio Monsalve
Sábado, 14 de agosto de 2010
Obvio que la primera condición es que por lo menos el victimario esté, supuestamente, vivo, digo, de cuerpo, del alma y espíritu es asunto difícil de demostrar. Es complejo síndrome para algunos consecuencia de llevar una vida sin estar realmente vivo. Erich Fromm como siempre, un terrorista de la psico sociología la estima como opuesto a la bíofilia, según ilustrada prosa, es junto con la fijación simbiótica y el mal evaluado narcisismo uno de los tres mayores males de la humanidad. Advierto, no digan que no les avisamos.
Reconozco, que aunque mi pericia clínica para detectar estas “patologías oportunistas” es muy reducida, si puedo, elementalmente, afirmar que la enfermedad tiene síntomas que la hacen singular y poco deseable y hasta detestable. Se tiene socialmente, como poco elegante y asociado con graves asuntos del mas allá, aunque sus efectos prácticos animan a alguno actos proscritos de la vida cotidiana.
Se demuestra su grado de evolución y nivel de gravedad por la intensidad con que los sujetos actúan, y apegan en incontrolable vocación y deleite por todo lo muerto. Poéticamente me permito la libertad de unirla a asuntos de data atemporal y muy poca eficacia para transformar la dinámica de la actualidad política del país.
Así los vemos por ejemplo algunos de estos enfermos se han contagiado de necrofilia mientras militan en causas o tesis muy cercanas a aquello que editan en sus densas, como poco leídos anales, los eruditos de las Academias de la Historia, Lengua y ciencias similares. Según el Colegium Medicum de Viena ser descocado es el factor de propagación más destacada del endémico mal.
Una expresión notable del contagio de la enfermedad es la incontrolable furia, transformada en inspiración febrícular de querer verse espoleado a participar de actos públicos o escribir libros, en los cuales resaltar la importancia y valor infinito que se le confiere a los cadáveres herederos de la generación del 28 y 1945.
El necrófilo es experto en buscarle la caída para demostrar como renacerlos en las actuales juventudes de Copey y Acción Democrática, atributos tenidos como fortalezas que se le acreditaban a la Democracia de la Cuarta. Mero sueño funerario, nos recuerda la canción, un tanto necrofilia, “Nuestro Juramento” (Benito de Jesús), que dice: “Si tu mueres primero yo, yo te prometo/ escribiré la historia de nuestro amor / con toda el alma llena de sentimiento / la escribiré con sangre, con tinta sangre del corazón/ .
Destaca por trascendente, por contradictorio, en estos necrófilos, que otros hechos de la historia según su sesgada percepción, tiendan a ser escondidos, negados; a ellos, hablarles de Simón Bolívar, Sucre, Urdaneta es algo insensato y de mal gusto. Menos de indios o mestizos. Es por tanto selectiva su capacidad para escoger esqueletos que reivindicar o negar. El valor de sus eventos reivindicativos de inhumación solo se produce cuando hay rédito político o sirve de acicate para degradar a los héroes y épica que la historia y lo popular resalta como valiosos Pej.: Ezequiel Zamora, Francisco de Miranda, Antonio Jose de Sucre, Cipriano Castro y su defensa del pie invasor capitalista.
Critican la exhumación de los restos del Libertador Simón Bolívar y mas aún que se pretenda mejorar la dignidad y belleza del mausoleo que con adecuado diseño asegura cuidar con pasión la solidez que le dé perpetuidad a tan importantes símbolos, que mucho representan moralmente para lograr mas y mejor respetabilidad por nuestros valores patrios. Temas y valores que en algunas almas falsamente extranjerizadas solo promueve risa o burlas.
Mientras se realizaban los actos del Bicentenario, estos seres, ajenos al país, prefirieron estacionar su necrofilia frente a la Clínica adonde permanecía un joven cantante en estado comatoso por haber impulsado su angustia animándolo con sustancias psicotropicas y enervantes, consumidas al compás de largo tragos de alcohol, a la cual agregaba una sencilla, pero importante dosis de viagra, coctel que le hacía vibrar en tonos tan altos e intensos que lo llevaron, para estupor de sus acompañantes, promotores y managers al borde de la muerte. Respetable decisión de Cerati, de actuar en su ley de estrella hasta fenecer en ella, nada que criticar y hágase en la tierra su voluntad.
En esa arena necrofílica comenzó un vodevil. De un lado el joven cantante argentino en agonía, del otro, los negociantes del show Business, los medios escritos y mas animados que los demás, los buitrecitos del mundo audiovisual, que nos regalaron un verdadero “Sábado Sensacional” al ritmo de necrofilia. Fiesta, sin permiso del enfermo, y bárbaro negocio con la muerte, rumba que se vio frustrado cuando la familia del joven figura del star system, decidió trasladarlo para tranquilidad del paciente y de nuestra lastimada moral ciudadana, a su Argentina natal. Si esto no es una animación necrofílica verdadera Uds. deberán colocarle un adecuado nombre y brindarme mejores explicaciones.
Es necrofilia hacer libros, películas, cortos, documentales, unitarios, sobre densos cadáveres cuya respetabilidad se logra por cuanto, se supone, solo se supone, es ajena su vinculación o contraria con el momento histórico que vive el país o por que piensan que estas exhumaciones digitalizadas y danzas con nota macabra puede ayudar a crear animo para tumbar el gobierno y sus pretensiones socializantes.
Es necrofilia querer acompañar sus actos públicos con imágenes y fotos y recordatorios, en narrativa babosa, sobre supuestas figuras de la “democracia venezolana” para demostrar la importancia de esos desaparecidos, que cual espejismos medievales nos quieren oponer frente a la dinamicidad del proceso de esta cambiada y extraordinariamente activa sociedad del 2010.
Es necrofilia sobre la cual ni la mentiras estilo Colin Powell o de los fanáticos de la MUD van lograr, pues el animo patriota de nuestra gente se enfrenta a cualquier antipatriótica medida de desestabilización. No sucederá como ellos esperan la soñada invasión gringa sin la resistencia de un pueblo que no va transigir y salir con banderitas a recibir como posiblemente sucede en algunos sectores del Este. Por ser una inhumana, necrofilica e indeseable faena que solo Uribe Vélez y sus socios venezolanos Sediciosos pueden anhelar, lo miramos como una simple quimera mortuoria, indigna, como indeseable.
Es necrofilia mezclada con pornografía esa indeseable y anti ética la fotografía que el periódico el Nacional, en fase agónica, acaba de colocar en su primera página, nosotros la sentimos como una afrenta al amigo y fundador del periódico Miguel Otero Silva. No lo merece
tuliomon@gmail.com