Concurro a esta cita con el teclado, confesando primeramente lo difícil que resulta hilvanar líneas coherentes, de interés público, cuando, por razones personales, uno carga el alma empichada de tristeza. Lo primero que se me ocurre es recorrer páginas de una prensa que no he leído hace días, para ver si encuentro en ellas un estímulo que motive a escribir, y no tirar la toalla ante un compromiso adquirido con el diario y con los lectores.
Hoy, más que nunca, me ha resultado trabajoso extraer expresiones de optimismo a las noticias cotidianas. Inicié mi búsqueda por el conflicto universitario. No encontré sino más de lo mismo: razones de sobra para deprimirse. ¿Cómo no hacerlo cuando uno ve aquellos espacios en los que la combativa izquierda de ayer planeó sus luchas, dejó su sangre allí, y hoy son tomados por unos estudiantes de Blackberrys y McDonald's, patiquines de cerebro vacío, prestos a servirle de carne de cañón a la derecha que los manipula como títeres? Esa inversión del orden natural de las cosas ensombrece esos pasillos. Dejamos de reconocerlos con el afecto y el cariño que los recordamos siempre. Hoy nos son ajenos.
Vamos a las páginas del chavismo a ver si hallamos alguna pista que indique que el máximo líder de ese movimiento se ha dado por enterado de lo que pasó aquí el 26-S, y ni pizca. Sobran los artículos, abundan las positivas expresiones autocríticas, pero ninguna señal que venga de arriba y que diga que el capitán dio la orden para que la nave cambie el rumbo y retome la senda de los aciertos. Debe ser que algo se está cocinando muy en secreto y no nos hemos enterado. Ojalá.
De la andanada de páginas dedicadas a las cosas sin hacer, a las obras inconclusas, a las casitas que se derrumban, escritas todas con un inocultable afán de mostrar lo que no se está haciendo bien, y ninguna destacando que el ferrocarril sigue su rumbo acelerado, por citar sólo un ejemplo, pasamos de largo por las de sucesos para que no se nos termine de achicar el espíritu.
En el plano internacional, encontramos que Francia sigue liderando las protestas europeas contra los planes de aumentar la edad de jubilación, como forma para enfrentar la grave crisis económica que viven esos países; que en España la caída del empleo tiene a la población al borde del caos; que en Alemania resurgen los movimientos nazis y que, en general, en toda Europa arrecian los ataques xenófobos contra los inmigrantes, tan útiles hasta ahora para desempeñar las labores que las albas manos locales no querían hacer. En ninguna de esas informaciones leímos una comparación con nuestro país, para decir que aquí, por el contrario, el desempleo bajó y que los pensionados cobran completo y hasta se les permite a quienes no cumplan con los requisitos, que terminen de llenarlos para obtener el beneficio. Sería demasiado pedirle a la "equilibrada" prensa venezolana.
El único respirito vino de donde menos lo esperábamos: de Colombia. Santos como que le quiere enfriar el guarapo a los gringos con lo de las bases militares. Semejante audacia, viniendo de quien viene, preferimos tomarla con cautela, no vaya a ser que después nos venga el desengaño. De todas formas, es una esperanza. Bienvenida sea.
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