La comunicación es básica para la condición humana por amplias razones, que podemos intentar resumir en lo siguiente: la comunicación es la base para construir la conciencia. Las palabras, su estructura y significado –semiótica y semántica-, permiten la construcción de ideas y por tanto, de las reflexiones para entender el mundo, y más allá, para reinterpretarlo y transformarlo.
Este sentido de la comunicación que se origina en una dimensión interpersonal y cada vez está más desplazado hacia los medios de comunicación, es hoy en buena medida el espacio de construcción de “la verdad”, con su limitación implícita fundamental: el sesgo que le impriman quienes controlen el mensaje.
Conociendo este panorama, un acercamiento a la situación de la comunicación mediática venezolana demuestra el predominio del sector privado, con sus mensajes volcados a construir una falsa conciencia y por tanto, a diluir los intereses de la clase dominada ante la hegemonía de la clase dominante. Esa realidad tan simple como contundente es muy bien conocida por el sector privado de la comunicación, que hace uso de sus recursos para construir una conciencia que en repetidas y comprobadas ocasiones deforma deliberadamente la verdad en pos de un objetivo político. No hay que menospreciar el impacto de discursos infundados como los del irrespeto a la propiedad privada, la vulneración de los derechos humanos o la inexistencia de la libertad de expresión en la construcción de una falsa conciencia.
Una conciencia robusta, que afronte en mejores condiciones los próximos procesos que profundicen el Estado social de derecho y de justicia que ordena la Constitución Bolivariana exige una efectiva política comunicacional, que asuma entre otras medidas 1) el desmontaje contundente de las falacias mediáticas privadas desde su desenmascaramiento con hechos concretos (como las estafas bancarias e inmobiliarias, la especulación y la ociosidad de la tierra), 2) la incorporación discursiva y práctica de la clase media como agentes de desarrollo, 3) la aceptación de las críticas válidas, siendo humildes en los errores y agresivos en las respuestas, haciendo de éstos cuando se presenten, puntos de partida para la rectificación hacía el beneficio colectivo.
Fortalecer la comunicación es fortalecer la conciencia. No exagero: de ello depende el futuro de la Nación.
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