No es momento para discutir el origen de las tormentas, puede que ocurra por el desequilibrio climático producido por la sociedad capitalista y su empeño de riqueza a costa de ensuciarlo todo o que provengan de las manipulaciones que programa el pentágono desde HAARP. Igual seguirá cayendo agua sobre los cerros de nuestra patria y el deber es ser solidarios con todas y todos los que quedan a la intemperie. Es un momento en el que el deber es socorrer a nuestros hermanos, es más importante una colchoneta que un discurso, un tetero o un pañal son necesidades que no deben dejar de conseguirse.
Es momento de defender los
avances que nuestra revolución tiene ante esta tragedia, que de haber
ocurrido bajo los gobiernos oligarcas sería de colosal magnitud, no
se habla de que no ha habido una sola cañada que se obstruyera por
falta de limpieza, pues el trabajo de alcaldes y gobernadores estaba
cumplido, las personas que son desalojadas lo son por tener viviendas
en bordes de cerros que están saturados de agua y cuyo terreno puede
ceder y venirse abajo, como ha estado ocurriendo.
De alguna manera este infortunio
visibiliza el camino que nos falta en la revolución, nos obliga a redoblar
la marcha y cuando hablamos o decimos que hay que radicalizar la revolución,
radicalizarla no puede ser menos que asumir como nuestro el dolor de
quienes viven aun en la miseria. No puede ser otro el compromiso que
darle respuesta al pueblo que queda en la calle, mojado de desamparo
por una naturaleza igualmente vulnerada por la misma sociedad que combatimos.
Cuando hablamos de revolución
es por estas injusticias que no aparecían en ninguna encuesta, que
se borraban detrás de la Venezuela petrolera y que es conformada por
millones de compatriotas que aun después de 11 años de avance, aun
cifran su esperanza en la revolución que no ha podido atenderlos, radicalizar
es darle hoy techo y comida, salud y abrigo, pero lo es también asumir
con toda la fuerza el compromiso por hacer que la riqueza de nuestro
petróleo sea cambiado por vivienda para todo el pueblo, por salud y
alimento en el más breve de los plazos.
Cada calamidad encierra en
si misma una gran enseñanza, la que nos ha tocado vivir en nuestra
patria nos enseña muchas cosas que son deuda con el pueblo, que de
una manera ejemplar se está cumpliendo. Hay que ir más allá,
hay que darles respuesta y hay que darles conciencia de clase, conciencia
social para que entiendan por qué pasan aun estas cosas.
Deberán pasar muchos años
antes de poder jactarnos de haber cumplido las metas del socialismo,
la justicia y la igualdad no se decretan, se construyen y para ello
hay que construir conciencias, hay que generar el poder popular y esta
tragedia debe ser una enseñanza para todas y todos de los que nos falta
por avanzar.
Mientras el planeta lee sobre
las filtraciones de Wikileaks, mientras la Casa Blanca trata de
lavarse la cara luego de esta estampida de revelaciones, nuestra patria
no tiene casi tiempo para enterarse de esas cosas, porque no se detiene
la lluvia, no se detienen los deslizamientos de tierra, no se acaba
el miedo en los cerros de nuestras barriadas.
La revolución no es un cuento
de hadas, no es nada fácil, pero nadie dijo que lo sería. Es este
luchar día tras día, es el lograr victoria tras victoria, lo que irá
abriendo el paso a la nueva sociedad. Es un momento de lucha y resistencia,
el mundo debe ver la respuesta magistral que está dando nuestra revolución
ante la catástrofe, y nosotros debemos tomar los mapas y hacer la estrategia
para el avance final.
Todo mal tiempo pasa y luego
resplandece de nuevo el sol, camaradas, sigamos resistiendo.
Venceremos!!