El periodismo en Venezuela nace en medio de revueltas, como instrumento para difundir las ideas enarboladas por los diferentes actores del escenario político en el siglo XIX. Éste era entonces un territorio que buscaba consolidar sus bases ideológicas y en esa construcción la prensa cumplió un papel muy importante. No existía para ese momento una visión integrada de nación y la identidad sólo expresaba la pertenencia a una región y no al país entero.
Quienes gestaron nuestra Independencia ya tenían conciencia de la importancia de la prensa como instrumento para la divulgación del pensamiento. Francisco de Miranda, en su Expedición de 1806, trajo consigo una imprenta a bordo del Leander. Era ésta sin lugar a dudas el arma más poderosa de su arsenal militar. De allí surgió la primera proclama independentista de alcance continental. Posteriormente, de regreso a Inglaterra, publicará el periódico El Colombiano, que con tan sólo cinco números se dedicará a desmontar las bases al dominio español en América. La influencia de este periódico, dirigido a sus potenciales aliados europeos y a los núcleos de agitación independentista del continente americano, sería muy notable, especialmente en las provincias de Venezuela, México y Argentina. Posteriormente Simón Bolívar describirá a la imprenta como “la artillería del pensamiento” y, en 1818, funda El Correo del Orinoco.
Pero el periodismo no era sólo un instrumento para las luchas políticas, era también, y sobre todo, un oficio de poetas y escritores, quienes encontraron en este medio un espacio para la difusión del pensamiento a través de un lenguaje menos recargado y más ameno, dirigido a un público más amplio.
En las últimas décadas del siglo XIX, a través de las páginas de El Cojo Ilustrado, los escritores modernistas difundieron su obra y pensamiento. En sus páginas se mostraban los adelantos científicos del momento, las grandes obras de la literatura universal y contaba con la innovación de la época: el fotograbado, que permitía imprimir fotografías en papel. Tuvo además al primer reportero gráfico de la prensa venezolana, el fotógrafo de origen francés Henrique Avril; quien tomó las primeras vistas de nuestras regiones y gentes.
Para entonces, ya las agencias internacionales de noticias se habían repartido sus parcelas de colonización ideológica. Tres de éstas, Havas, Reuter y Wolff; se convirtieron en instrumentos homogeneizadores de la realidad y el pensamiento para gran parte de los ciudadanos del planeta. El capitalismo se expandía en el mundo entero articulado con el imperialismo informativo que se venía consolidando.
En las postrimerías de aquel siglo se comienza a concebir la prensa como un negocio. Aparecen nuevas fórmulas y prácticas, como las del periodismo sensacionalista de “Hearst” y de “Pulitzer”, que se especializaron en manipular la realidad para impactar al público, con el único fin de obtener más ventas. La influencia de aquel “new journalisme” heredado de los Estados Unidos llega hasta nuestros días, expandida a todos los medios de los que ahora disponemos, los cuales responden fundamentalmente a una lógica comercial que satisface los intereses empresariales sobre el criterio ético.
Sin embargo, es bueno recordarle a las nuevas generaciones que nuestro periodismo nació de un sueño independentista y como constructor de nuestra propia nacionalidad. Es lo que define su carácter combativo y comprometido con la lucha del pueblo. Un periodismo que no evade el ejercicio de la política, pues sigue una tradición que surge de su misma esencia. Es hora de volver la mirada a quienes iniciaron este oficio y nos dejaron como legado en cada hoja suelta, proclama o periódico el resguardo de nuestra memoria: la Libertad y la República.
Profesora UBV-Comunicación Social
@CatheBz