La República africana de Libia vive una realidad sumamente compleja, tomando en cuenta la triangulación de los siguientes aspectos: el fundamentalismo islámico, la intromisión del terrible movimiento Al Qaeda, los errores acumulados del líder Muamar al Gadafi durante más de 40 años al frente del Gobierno Libio, las apetencias de las Corporaciones transnacionales del petróleo, por un hidrocarburo liviano de fácil refinación que brota con relativa facilidad de las simientes del suelo libio, y por si fuera poco la ignominiosa presencia de quien se cree el “gendarme del mundo”, cual es el inefable Imperialismo norteamericano, imagínense ustedes apreciados lectores que la suma y la interacción de todos estos factores operando simultáneamente en tiempo y espacio, dinamizan una situación verdaderamente explosiva para esta República situada al norte de África y para colmo vecina de Egipto…, donde ya ustedes saben lo que recién ocurrió, aún cuando el proceso egipcio presenta notables diferencias con respecto al proceso libio.
Haciendo un poquito de historia contemporánea podemos apreciar la significación histórica de Gadafi para el continente africano, en el año 1969, el Coronel Gadafi conjuntamente con otros jóvenes oficiales de la época le dan un “golpe de estado” al Rey Idris, el último monarca de una dinastía que detentó el poder durante muchos decenios en esa hermana república africana, el Rey señalado, se caracterizó por su afán entreguista y traidor al pueblo libio al facilitarle a las grandes Corporaciones del negocio petrolero mundial el saqueo de su materia fósil; es a partir del “golpe de estado” señalado (1969) cuando el nuevo Gobierno presidido por Muamar Gadafi reconstruye al Estado Libio, unifica su sociedad, y se establecen un conjunto de acertadas políticas públicas que conllevan a hacer de Libia uno de los países africanos de mejores condiciones materiales de vida de la población, los cual se expresan entre otras cosas en el incremento de la expectativa de vida (74 años) y el mayor índice de Desarrollo Humano del Continente africano.
Ya en el año 1986, el entonces Presidente gringo Ronald Reagan ordenó bombardear a las dos principales ciudades de Libia, como son su capital Trípoli y Bengasi, hecho ocurrido el 15 de abril de ese mismo año, donde resultaron muertos muchos pobladores libios civiles y militares, entre ellos una de las hijas del propio Presidente Gadafi, de nombre Jana, demostrando así una vez más la fatídica injerencia norteamericana en África, así como acostumbran a hacerlo en lo en el Oriente medio, en América latina, o donde mejor les plazca , podemos decir con propiedad que lo peor le puede ocurrir a cualquier pueblo del mundo es la injerencia yanqui, como decía nuestro Libertador “pareciera que el Imperialismo yanqui están destinados por la providencia a plagar de miseria y desolación al territorio que invadan”.
Las agencias noticiosas internacionales afectas al imperialismo norteño especializadas en distorsionar y manipular la información, están haciendo de las suyas en el conflicto sirio, presentan las versiones que mejor favorezcan la hegemonía neoliberal internacional, pero afortunadamente ya los pueblos no son los de antes, están despertando y ya no son presa fácil de la manipulación mediática.
Los lacayos del Imperio agrupados en la llamada Mesa de la Unidad Democrática (MUD) se hacen eco de las informaciones difundidas por las agencias noticiosas pro imperialista en relación a los acontecimientos de Libia y del líder Gadafi, fallidamente abrigando la esperanza de que algún “efecto dominó” cruce los mares y alcance a “estas tierras”, pero como siempre se quedaran con las ganas, las realidades históricas son distintas y el apoyo del pueblo venezolano a su gobierno revolucionario y bolivariano definen una situación irreversible.
Desde ya observamos como los internacionalistas tarifados de la derecha venezolana tales son los casos de Milos Alcalay, Julio Cesar Pineda, Rosio San Miguel y Timoteo Zambrano aparecen en cuanto espacio mediático les confieren los medios golpistas para confundir a la opinión pública e intentar producir una matriz de opinión en correspondencia con la versión satánica del Imperio del norte.
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