Con la lógica mercantil más aberrante la empresa TELEVISA, que opera bajo concesión del gobierno mexicano, muestra una de sus caras más repugnantes y decadentes. Con la producción de “Pequeños Gigantes”, eufemismo farandulero para comerciar impunemente usando a los niños, se glorifica la ética y la estética burguesa más ignominiosa y más humillante. No hay atenuantes.
No se explica de otra manera la actitud permisiva y denigrante con que no pocos adultos y “padres de familia” se comportan ante una empresa que comercia con los niños. Los niños son inducidos a imitar la “conducta” de adultos serviles al estilo vulgar de la peor farándula televisiva, eso es un problema severo en el que, para mayor aberración y desesperación, el propio responsable de la Educación Pública en México claudica seducido por la barbarie televisada: “La SEP entregó 27 reconocimientos por el compromiso en favor de la educación, entre las cuales estuvieron Televisa y TV Azteca…”[2]
Hay palabrería a raudales para justificar el engendro mercantil de TELEVISA y hay trampas a granel barnizadas con dinero, premios y promesas de “éxito” y “futuro”. No pocos padres se dejan seducir en la pachanga bochornosa que usa a sus hijos para ganar rating, vender publicidad y profundizar su modelo de valores comerciales tan mezquinos como nauseabundos. Trasmiten en horarios privilegiados. Pornografía publicitaria. Si se tiene estómago para estas barbaridades se puede ver, por ejemplo: http://www.youtube.com/watch?v=swgytH5-nYU&feature=related
Los “Pequeños Gigantes” son aplastados por la moral chaparra y ética minúscula de los empresarios mediáticos serviles a TELEVISA. Los menores quedarán marcados de por vida, con un sello difícil de borrar, en un país hundido en sangre, desesperación, corrupción, impunidad, TLC y “televicracia” como afirma Jorge Saldaña[3]. La inyección ideológica que los niños maman de TELEVISA tiene como objetivo haceles aprender que el exhibicionismo lo es todo, que lo propio vale poco; que todo vale a cambio de salir en la tele; que tarde o temprano la televisión hegemónica es poder; que uno se equivoca cuando pretende cambios y que el que tiene la fuerza de la televisión tiene toda la razón y todo el derecho para amoldarnos a su estulticia. No es poca cosa.
Los niños son sometidos a este circo demencial durante muchísimas y todos los días. Sometidos a la violencia psicológica disfrazada de “entretenimiento”. ¿Dónde están los ministerios de educación, las escuelas de comunicación, asociaciones de padres y leyes de medios para ofrecer resistencia y protesta contra tanto atropello y violación a los derechos del niño, comenzando por el derecho a ser protegido de los peores vicios del capitalismo? Existe una complacencia “adulta” monumentalmente despiadada que se contenta con los “horarios de protección al menor” como si con ello quedasen conjurados los interdictos ideológicos de la violencia ideológica que nos invade.
Esa violencia genera otras violencias. Pero hay otra actitud que puede ser activada contra la violencia ideológica de los medios y en defensa de la salud mental infantil. Es la actitud organizada inteligentemente, que arme estrategias para contrarrestar los efectos devastadores de la impunidad televisiva. Son muchas las “anécdotas” macabras de la “diversión” para niños que TELEVISA ha pergeñado, y muy pocas las acciones y las sanciones efectivas. Se requiere un Estado democrático y fuerte, que represente realmente a los niños, y a los mejores intereses de los adultos, por la salud de los menores, especialmente su salud mental. Se requiere frenar con bases racionales y democráticas la farándula que abusa de los niños para recoger dividendos incalculables en los bolsillos de ciertos magnates fabricantes de programas televisivos, armas ideológicas y miseria intelectual. TELEVISA no ha mostrado aun, ni con sus “Pequeños Gigantes” la peor parte de sus intereses y perversiones. Lo peor está por venir. Esto es una denuncia.