La idea surgió espontáneamente ayer domingo mientras jugábamos una partidita de dominó.
¡Mañana es día del periodista!-espetó un mirón y, agregó-¡Seguro que las burradas que estoy viendo no van a salir en el periódico!
Se refería a mi compañero, que confiado en mi capacidad de resolver jugadas difíciles me pone en aprietos para ganar y, es lo propio.
No me disgusta; todo lo contrario, es que así me pruebo a mí mismo. Y, durante casi cuatro horas-de 5 a 9 de la noche, jugamos, departimos por lo alto y conversamos mucho acerca de la política no sin dar de baja-cc a cc- a un par de frascos.
Nuestra gente es muy creativa, brillante y echa bromas tan bueno. Lo de Petkoff Bill, por ejemplo, no es idea mía sino de ahí.
Lo del premio a periodistas sinvergüenzas, igualmente es una idea ajena a este servidor pero tanto me ha gustado que la asumí como propia. De otro modo yo no la plasmaría en estas reflexiones.
El periodismo y el periodista sinvergüenzas deben reinventarse porque en línea general y salvo natural excepción, a diario se les acaba la reserva de flotabilidad, debido a la sinvergüenzura e inmoralidad.
Es que el peso de sus necedades ni decrece; por lo contrario, crece, aumenta. Es que embarcan tanta porquería y tienen que hundirse en un océano oscuro, ahí está ahora Ismael GarCÍA ejerciendo ese periodismo sedicente. Para muestra, ese botoncito.
Y, de no reinventarse, a ese periodismo de prensa escrita, radio y televisión, le espera un mar de proa que dará al traste con todo su kilociclaje.
Cuando tú navegas en medio de neblina no puedes distinguir los contornos de la realidad y sí para peor desconoces el arte de las luces de la marinería, peor.
No distingues estribor de babor ni proa de popa; por ejemplo, sí ignoras de donde viene y hacia adonde va el periodismo en el que estás embarcado, estás a la deriva y no sabes qué alumbra y qué oscurece y ni el destino de recalar. Estás al garete.
Naufragar es incierto; sé por qué te lo digo, en esos caso se requieren fortaleza íntima y determinación y, sí no la tienes, adiós luz que se apagó.
El periodismo malalengua de Teodoro (“Petkoff Bill”) y demás arriba “firmantes” y etc-valgan Últimas Noticias, El Nacional, El Universal…-es tan pérfido que golpea deliberadamente la noción de contexto para impedir el pensamiento organizado del pueblo y saca de quicio a muchos, lamentablemente.
La clara noción de contexto orienta nuestras acciones, siempre. Luego, en contrario, sí desconocemos la esencia y las formas de ese contexto, nos vemos desorientados, jodidos, y ahí somos presa del “tiburón” que con su bocota abierta merodea-en este caso, desde el periódico, la radio y la televisión capitalista-.
Es axiomático que las precisiones fortalecen la información, eso es de elemental aceptación; ningún periodista es perfecto, la perfección es competencia de los dioses; tampoco puede haber escritura ni oralidad perfecta. Pero, francamente hay periodistas que dan asco; helos ahí de muestra, a los arriba “firmantes” y etc.
He oído decir que lo perfecto es enemigo de lo bueno y, eso me gusta porque corrobora que yo voy por buen camino o por un camino bueno. Lo mismo, por igual razón, considero de los periodistas y de cualquier profesional de toda disciplina, que van por muy buen camino porque no abrigan ínfulas de ser perfectos sino de ser sensatos.
Mas, vuelvo al grano y apelo a un ejercicio dialéctico para también expresar que ha habido y hay, consumados periodistas dignos de toda consideración.
Héctor Mujica, José Vicente, Fabricio Ojeda y Guillermo García Ponce, son “Titanes del Periodismo Venezolano”.
Hay muchísimos periodistas admirables, muchos muchos. El frente de periodistas dignos lo constituye la inmensa mayoría pero, a mi modo de ver, los cuatro periodistas antes citados, conforman la más invalorable referencia de admiración y respeto, al menos de lo que modestamente conozco al respecto.
Sí la realidad va por sí misma abriendo espacios, la información no debe ir rezagada ni manipulada. Y, mucho menos, la ley debe ir a la zaga del empuje de la realidad, especialmente en una sociedad en revolución en la que las leyes caducan a cada rato y deben ser recompuestas.
Entendamos, en el buen sentido, que la información y la legalidad son partes de esa realidad pero, si se deslindan para deformar, pasan a ser escoria. El todo conforma un principio vital superior a la suma de las partes.
Globovisión se limpia el culo con la ley y no sucede nada. Esa impunidad hace mella en la credibilidad de los cambios, por lo que hay que ponerle coto a ese bochinche, a esa escoria.
Con la voluntad anulada, la cautiva audiencia-de ese televisivo instrumento de tortura que inclusive desafía al Estado-es incapaz de asumir iniciativas que no sean las inducidas por ese enemigo.
Sí a mí me tocara decidir el referido popular premio “Embuste de Oro” yo se lo otorgaría a “Petkoff Bill” (por haber revivido a un muerto).
El “Embuste de plata” a Marta Colomina (por trasegar tan bueno y con su cara bien lavá “la Novia Mecánica” de McLuhan a la “Celestina mecánica” de ella); el “Embuste de bronce” al “Mata Cura”(por negar su culpabilidad directa en lo de las 4 monjitas gringas y sus ayudantes, asesinadas y violadas, además de la muerte de Monseñor Romero y de otros curas dignos, en Centroamérica-El Salvador-); y, el “Embuste de plomo” a Alfredo Peña (por matar tanto muchacho y llamarlos hampones, sin comprobación judicial-¡plomo al hampa!-).
Quedarían muchos no menos embusteros como Bobolongo, Bocaranga, Kikokarlakarreño, Luzmely Reyes, Ismael GarCÍA y etc periodistas y no periodistas pero que hacen de tales, apátridas. Pero, la masa no da pa´bollo.
Ah, sugiero que el premio “Embuste de Oro”-y etc-se materialice en forma de $cigüeñacabezapelámuyparecidaaloscar$
oceanoatlanticoguillermo@gmail.com