MEO, el inefable y nefasto hijo del gran hombre de letras y de bien que fue su padre, fundador de lo que en vida fue una joya del periodismo venezolano que incluso servía de referencia en el mundo hispano y más allá, debe tener a su padre sufriendo horrores al ver que su obra se ha convertido en lo que es hoy, pura boñiga y al servicio de los mas cloacales y bajos intereses, llegando al extremo de traicionar los objetivos y la misión por la que ese medio escrito surgió a la luz para defender al pueblo y servirle de vocero; debe estar revolcándose en su tumba al poder comprobar que su hijo (¿?) desprecia ese pueblo, le llama lumpen y lo caricaturiza con un bollo de pan bajo el brazo y una cartera de aguardiente en el bolsillo, se convierte en un traidor no solo a lo que en vida pretendió inculcarle de amor a la Patria y defensa de la Soberanía, a través del medio que fundó, sino que lo coloca al servicio de los que pretenden echar por tierra las conquistas de libertad que nos legaron los próceres, que ofrendaron su sangre y entregaron su vida por romper lo yugos de un imperio, y ahora éste esperpento de ser, descaradamente hace lo que le ordenan desde otro imperio que hace todo lo posible por someternos a un nuevo coloniaje.
Pues bien este personaje es quien después de haber conspirado abiertamente contra el gobierno con mayor respaldo popular de la historia republicana, tanto que su participación en el golpe cruento de abril del 2002 y el petrolero que le siguió, en cualquier país del mundo lo tendría tras la rejas y en unos cuantos, lo menos que le habría tocado sería la horca, el paredón o la silla eléctrica, aquí goza de plena libertad para insultar, para mentir, difamar, calumniar e irrespetar a quien le viene en gana desde el presidente de la República para abajo, y entonces cuando un valiente le sale al paso simplemente en uso del derecho a su libertad de expresión a través de “La Hojilla”, para denunciarlo ante el pueblo, creyéndose intocable y privilegiado sale corriendo cobardemente a demandar al comunicador, pretendiendo con ello callarle, pero olvidando que existe un enorme sector del pueblo venezolano que sabe quién es quién en este país y que por encima de lo que pueda lograr ante un poder judicial que de repente le sigue el juego al demandante, ya lo ha juzgado porque este pueblo no acepta traidores, ama a su Patria y no es el que, ante una posible injusticia, se va a quedar de brazos cruzados.
Por ello este escribidor no duda en que el pueblo organizado de Caracas va, más temprano que tarde a manifestarse en las calles y ante los diferentes organismos, en contra de este sujeto y no va a desaprovechar la oportunidad para demostrarle cuánto se le rechaza, cuánta rabia contenida existe en sus espíritus por tanto daño que le ha hecho y sigue pretendiendo hacerle a los más caro, a la más intima proximidad de sus querencias.
