Reposición

El pelón de Walter

(Nota del autor: En vista de que en lugar del artículo completo sólo envié involuntariamente una parte del mismo, apelo ahora a la comprensión de los amigos de Aporrea para su publicación completa ).

   En relación con Walter Martínez debemos reconocer siempre hemos visto en él a un excelente periodista. Creemos que junto con Alberto Nolia es uno de los que además de ejercer impecablemente la profesión, reúne esa rara cualidad de ser un buen comunicador y al mismo tiempo una persona culta. Sin embargo, hay un dicho por ahí que dice que “al mejor cazador se le va la liebre”, y, lamentablemente, en este caso, una vez más razón tuvo el refrán. 

   Lo anterior viene al caso, porque el viernes 12 de este mes VTV repuso una entrevista que el comentarista internacional de ese canal, o sea, Walter Martínez, le hiciera a Fidel Castro con motivo de una visita que el líder cubano efectuara a nuestro país, creo que en el 2005, si no estoy equivocado. En esa entrevista el destacado periodista afirmó, o al menos lo sugirió, que la primera guerra mundial se produjo como consecuencia del hundimiento del buque británico “Lusitania”, el cual fue torpedeado por un sub-marino alemán en las aguas de Irlanda.  Y a renglón seguido agregó que la segunda conflagración mundial se desencadenó debido al ataque japonés a Pearl Harbor, ocurrido el 7 de diciembre del 41, o sea, dos años después de haberse iniciado la hostilidades. 

   En cuanto a lo primero, desde luego, Walter Martínez está equivocado Y eso, por una razón muy sencilla: porque el hundimiento del buque ocurrió un 7 de mayo de 1915, mientras que la primera guerra mundial se inició el 5 de agosto de 1914, por eso entre otras maneras de llamarla es “La guerra del catorce”. Y en relación con lo segundo, o sea, en relación con este conflicto, que entre otras cosas dio lugar a una espantosa carnicería, tuvo como detonante el asesinato de Francisco Fernando y su esposa Sofía, quienes para el momento del crimen, 28 de junio del 14, se encontraban de visita en Sarajevo, territorio invadido y ocupado militarmente por el imperio austrohúngaro, después que éste, mediante otra guerra, desalojara al imperio turco y se apoderara de casi toda la península  de los Balcanes 

   Como es de suponer, estas ocupaciones por parte de potencias extranjeras dieron lugar a la aparición de movimientos patrióticos y nacionalistas dedicados a combatir al invasor y a liberar sus respectivas patrias. Hubo varias de estas organizaciones, pero la más conocida por su combatividad fue “La mano Negra”, basada en Servia. A esta organización  supuestamente pertenecía Gravilo Princip, la persona que cometió el atentado contra el archiduque, lo que hizo que el 28 de julio el imperio de los Habsburgos le declarara la guerra a Servia. Tan pronto esto ocurrió, se formaron dos alianzas cada una de las cuales salió en defensa de uno de los dos bandos en pugna. A favor de Servia estuvieron el imperio ruso, Francia, Inglaterra, Bélgica y otras naciones más. Mientras que en apoyo del imperio austrohúngaro estuvieron el imperio alemán, el imperio otomano, etc. De esta manera se dio inicio a una de las conflagraciones más sangrientas en la historia de la humanidad.  

   Pero regresando al Lusitania, es necesario volver a este buque porque su hundimiento ilustra, como tal vez no lo haga ninguna otra cosa, la naturaleza diabólicamente criminal  de los imperialistas. En efecto, la primera guerra mundial se inició sin la participación de los Estados Unidos. Y no porque sus dirigentes no lo hubieran querido. En realidad lo deseaban intensamente. Entre otros motivos, porque ellos no pueden vivir sin estar provocando derramamientos de sangre, la cual necesitan para alimentar sus perversos y sádicos instintos, su patológica inclinación al crimen, Sólo que la opinión norteamericana se oponía a que su país se viera involucrado en un conflicto que le era completamente ajeno y extraño a sus intereses. De modo que para poder participar en esa conflagración los guerreristas estadounidenses tenían que buscar una excusa muy convincente. Y como siempre ocurre con estos dementes, lograron crear el “casus belli”, que les permitirían participar, con la aprobación de toda la nación norteamericano, en aquella orgía de de sangre que empapó todo el territorio europeo. 

   A raíz de esta guerra, Alemania, mediante avisos publicados en los principales diarios de los Estados Unidos y por varias semanas consecutivas, anunciaba  que había establecido unas zonas de exclusión marítimas y que cualquier buque -de la naturaleza que fuera- que se aventurara por esas zonas se  exponía a ser atacado y hundido. Y al respecto, daba a conocer las coordenadas correspondientes. En relación con esto es bueno referir lo siguiente: 

    El Lusitania era un barco de pasajeros inglés, que tenía las mismas dimensiones del Titánic y estaba dotado de sus mismas lujosas comodidades. Su ruta generalmente la cubría entre los EE.UU. e Inglaterra. El día de su último viaje este barco zarpó de Nueva York con destinos a las islas británicas y con 2000 pasajeros –la mayoría turistas- a bordo. Cuando había cubierto más de la mitad del trayecto, se empezó a notar que el buque, extrañamente, en lugar de eludir las aguas prohibidas, se internaba cada vez más en ellas. Hasta que estando en medio de esas aguas fue detectado por un submarino alemán que, al verlo, le disparó un torpedo y lo hundió, muriendo, con excepción del capitán, todo los que iban en él. Bueno eso es lo que la prensa difundió, es decir, que el buque fue hundido por el torpedo. Pero lo que realmente ocurrió es que este artefacto impactó en una bodega de la proa en la que se encontraban almacenadas toneladas de explosivos y otros tipos de armamento. Es decir, que los pasajeros no sólo fueron deliberadamente enviados a la muerte al poner el barco a navegar por una zona plagada de peligros, sino que, además, los pusieron a viajar sobre una montaña de explosivos que, al estallar, fueron los que en verdad provocaron el hundimiento del Lusitania y, por consiguiente, la muerte de todo los que viajaban en él. 

   Al conocerse en Estados Unidos la noticia del hundimiento del barco y la muerte de todos sus pasajeros, entre lo que había mujeres y niños, un justificado sentimiento de indignación se apoderó de todos los habitantes de ese país, y de costa a costa se realizaron tumultuosas manifestaciones pidiéndole al gobierno de Woodrow Wilson, una bestia sanguinaria como todos los que han gobernado ese país, que le declarase la guerra a Alemania y a todos sus aliados, y éste, ni corto ni perezoso se las declaró. Y esto lo hacía ese pueblo, porque manipulado como estaba por unos medios venales e inescrupulosos, que no cesaban de tocar sus fanfarrias bélicas, ignoraba que los verdaderos autores de aquel espantoso crimen, cometido con la más absoluta sangre fría, los tenían ahí mismo, adentro. Una vez más los malditos guerreristas se habían salido otra vez con la suya. 

   Estos criminales, que fueron capaces de cometer el espantoso crimen del vapor de pasajeros, son los mismos que en estos momentos están asolando a Libia y asesinando a mansalva su población civil. Antes lo hicieron para justificar la entrada a una guerra, hoy lo hacen para robarles los recursos petrolíferos a la nación africana. Hay que estar muy pendientes por cuanto este hecho puede tener repercusiones muy negativas para nuestro país, sobre todo en lo que se relaciona con los precios del petróleo.  

   Y a propósito de las inocentes víctimas del Lusitania, extraña que así  como en todas partes del mundo se le ha levantado, con justa razón, monumentos al soldado desconocido, también a las víctimas civiles de  las guerras emprendidas por quienes, animados por un bastardo deseo de dominación, opresión y saqueo, no se les hayan rendido un homenaje similar.  

   Y en cuanto a que el ataque a Peral Harbor significó el comienzo de la segunda guerra mundial, bueno, esto no pudo ser sino el producto de un tremendo “lapsus mentis”. Porque no creo que haya alguien que piense que Walter ignore cuándo y cuáles fueron las causas que desencadenaron aquella terrible guerra. El lo sabe y lo sabe mucho mejor que quien esto escribe. Y entonces…¿qué pasó? 

alfredoschmilinsky@hotmail.com



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Alfredo Schmilinsky Ochoa


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