Humildemente así lo siento, calle 13, Zurda Conducta, Desorden Público…

Humildemente así lo siento, existen venezolanos que nos hacemos sentir en cualquier parte del mundo donde nos encontremos. Nos hacemos sentir, algunos dicen porque somos lisos tenemos esa facilidad de caerle bien a quien sea, nos hacemos sentir en familia de inmediato. Muchas personas nos tratan como si nos conociéramos de muchos años y apenas nos están presentando. En nuestra Venezuela le tendemos la mano a todo el mundo sin distinto de raza, religión, credo, de colores político, en nuestra actual Venezuela somos el país con menor desigualdad del mundo, con el mayor amor del mundo hacia el prójimo. Para mí ser venezolano es una fascinación. Disfruto desde lo más profundo de mí el ser venezolano.

Humildemente así lo siento, yo disfruto mi venezolanidad, disfruto ser venezolano, disfruto las costumbres de mi pueblo, disfruto todo lo venezolano. Me encanta el olor de mi pueblo que se te impregna y que te da fuerza para luchar, es algo que llevas contigo a donde quiera que vayas. Somos parte de este país como él es parte de nosotros. Sentimos el perfume de nuestra diversidad silvestre, sentimos que esta Venezuela desprende a los cuatro vientos el olor del indio, el aroma del café, el olor y sabor del cacao que se impregna más allá de la patria grande, el aroma de las frutas maduras por doquier (mango, ciruela, naranja, lechosa, mandarina, coco, pomarrosa, pumalaca, guayaba, guanábana, Jobito, cambur entre otros), el sonido de los ríos que corren por las montañas, montañas estas como nuestro Salto Ángel.

Humildemente así lo siento, ser venezolano se disfruta. Grupos de venezolanos reunidos compartiendo, cantando, bailando, hablando, echando chistes, riéndonos de las mismas historias que nos involucran a cada venezolano en el cada día, compartiendo con nuestros pescadores su felicidad, que es la de todos los venezolanos, disfrutando el olor del sancocho a la orilla del rio, en la casa de campo del campesino que con sus ojos saltarines ve cómo las brazas cocinan el pescado que nos llevaremos a la boca, no podemos olvidar la hospitalidad del llanero que te espera con los brazos abierto con una ternera, una parrilla acompañada de su buena yuca con su respectivo mojito, los plátanos sancochados o asados acompañados de un buen pedazo de queso que no puede faltar.

Humildemente así lo siento, el venezolano no tiene límites, no creemos en imposibles, para muestra un botón 11-A-2002. Y nada tiene que ver tanto el calor humano con el clima, pero sí, con la pasión que nos une, el Socialismo. Y no piense nadie que no nos tomamos las cosas en serio. Podemos ser alegres, pero somos justos. Por muy difícil que sean las condiciones, a donde sea vamos a defender a Venezuela con nuestra “bolas bien puestas“a cantársela a quien sea, en su propio terreno, ejemplo: Chávez en el mismísimo infierno le dijo al mismísimo diablush “aquí huele azufre” también los venezolanos prodigamos la solidaridad, aportamos nuestra semillita para hacer del mundo un sitio mejor y más justo para todos. El venezolano cree en el hombre y la mujer. Los venezolanos no tenemos límites.

Humildemente así lo siento, me enorgullece ser venezolano, haber nacido en esta tierra grande, como lo dijo nuestro Simón Bolívar; me enorgullece ser venezolano donde ha nacido el indio, el negro, el blanco, la mezcla de español y de africano para hacer de los hombres, a todos los hombres, como iguales. El venezolano se enorgullece oír nuestra Alma Llanera en cualquier parte del mundo donde nos encontremos, algún pajarillo, un polo margariteño, una jota, una música llanera que te enamora ó te relata alguna historia verdadera, un silbón, una sayona, leyendas estas que hacen del venezolano el creador más grande del mundo, al venezolano nos gusta nuestra música, nos encanta despertarnos con ella. Nos enciende el alma una buena salsa cantada por un venezolano o una fiesta amenizada por la Billo Caracas Boys,  la Dimensión Latina, los Melódicos entre otros, que vaina tan buena oír a un Benito Quiroz, a un Felipe Pírela. A los venezolanos no hay nada que nos emocione más, y debo decirlo con franqueza, que nos saca las lágrimas, que ver a nuestro tricolor con sus ocho estrellas ondear en lo alto de cualquier competencia internacional, no perdiendo la esperanza de verla nuevamente ondear en un podio olímpico (Morochito Rodríguez).

Humildemente así lo siento, me siento orgulloso que en nuestra Venezuela uno no tenga que ser “creyente” para saberse protegido por la Virgen de Coromoto, la Virgen del Valle, María Lionsa, José Gregorio Hernández, entre otros. Esta es la tierra más hermosa que ojos humanos hayan visto. Tiempos difíciles hemos tenido de sobra pero, ninguno ha conseguido doblegar la alegría de esta revolución, han intentado pero se han quedado en el intento (12-A-2002) entre otros. Nos hemos visto con el agua al cuello (los desastre de las lluvias), pero nunca hemos dejado de reírnos o de tender la mano a quien más lo necesita. Los venezolanos así somos, no podemos evitarlo. Un poquito por aquí, otro por allá, y así seguimos luchando, saliendo adelante a pesar de que los lacayos del imperio, intenten hacer lo contrario. Y a mí eso me hace feliz, pues no hay nada que valore más que la capacidad del hombre para crecerse, de levantarse si tropieza. Y de eso, los venezolanos tenemos de sobra. Humildemente así lo siento, orgulloso de ser venezolano. 

Solo el pueblo salva al pueblo 

¡FELIZ AÑO 2012! 

articulojoseantonio@gmail.com

  
 
 
 
 


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José Antonio Velásquez


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