La bufonería burguesa es usada como arma contra el pueblo y la Revolución. Ya sabemos que la canalla mediática se nutre de una camada de caricaturistas que no hacen sino repetir y proyectar las matrices engañosas que desarrollan los medios de la derecha. Forman parte diaria de las páginas de opinión política de diarios y revistas. Las caricaturas y viñetas tienen la virtud de resumir de manera gráfica esas matrices, a veces con un estilo casi delictivo u ofensivo, que pretenden colar tras el chiste o la ocurrencia supuestamente graciosa (la mayoría lo son muy poco). Así pues, dibujan a Chávez como un tirano militarista, un lobo, un sanguinario, y a los revolucionarios como una manada de ovejas acríticas o una banda de corruptos y truhanes. Al pueblo lo caricaturizan con desprecio y no dejan de añadir elementos racistas o discriminatorios. Es basura dibujada, pues. Muchas veces sus mensajes son más agresivos y terroristas que los redactados.
Ahora bien, cuenta también la burguesía con un batallón de cómicos de la legua, verdaderos bufones en el sentido estricto de la palabra, si nos atenemos a la principal definición de “bufón” que presenta el DRAE: “Personaje cómico encargado de divertir a reyes y cortesanos con chocarrerías y gestos” ¿No es esto lo que básicamente hacen personajes como Laureano Márquez, Emilio Lovera y Claudio Nazoa? Estos se presentan a menudo en hoteles cinco estrellas, teatros en zonas exclusivas y algunos, como Lovera, han atesorado ingentes ganancias vendiendo su talento a la televisión. De hecho, todos se han hecho millonarios con su humor de pacotilla que les pagan muy bien sus amos de la burguesía. Esto en realidad no tiene nada de raro, pues es sabido que en la Edad Media algunos bufones llegaron a adquirir títulos de nobleza y cualidades de hidalgos, como recompensa por sus servicios a los cortesanos.
Por supuesto, los medios de la burguesía celebran a estos contrarrevolucionarios de la escena y los promueven como prácticamente los únicos venezolanos que hacen actuaciones humorísticas, si acaso con la excepción del principal objeto de los dardos envenenados de los bufones, el propio Hugo Chávez. Es el caso de un reportaje publicado esta semana en el site BBC Mundo.
El reportaje de marras, titulado “De qué se ríen los venezolanos”, se inicia con un párrafo absolutamente manipulador que revela su talante: “Puede que vivan en uno de los ambientes políticos más crispados de la región, en uno de los lugares con mayor tasa de homicidios y hasta donde algunos dicen que es el país más corrupto de América Latina, pero los venezolanos también se ríen… En Venezuela, triunfa la fina pluma del humorista Laureano Márquez o los no tan sutiles personajes de Bejamín Rausseo, famoso por su parodia de Drácula ‘Er conde el Guácharo’, que hasta fue candidato presidencial”.
BBC Mundo no deja de mencionar a los humoristas de la canalla que han tomado como plataforma el ciberespacio: “También es muy popular la deformación absurda de la actualidad noticiosa tipo The Onion de ‘El chigüire bipolar’, cuyos autores también son artífices de la serie animada ‘Isla Presidencial’, un éxito viral internacional con su propuesta de abandonar a los mandatarios iberoamericanos en una isla tipo ‘Lost’”.
Para fingir “equilibrio”, esta página al servicio de la derecha internacional hace una breve mención a Chávez, introduciendo una muy taimada referencia de cierre: “Y por qué no, los venezolanos también se pueden reír con algunos de los numerosos chistes que siempre hace el presidente Hugo Chávez en sus largos discursos. Aunque a buena parte del país no termina de hacerle gracia”.
BBC Mundo cita al bufón Emilio Lovera, según el cual los venezolanos se ríen sobre todo “de sí mismos y en los últimos años de su propia desgracia”. De esta manera queda claro a quién sirve este señor y que intereses defiende, los de aquellos que le han llenado las alforjas.
La reaccionaria página británica olvida deliberadamente a los humoristas de la escena que se han puesto al lado del pueblo, algunos de ellos muy conocidos y exitosos desde hace mucho tiempo, como Joselo o Perucho Conde. Igualmente desconoce a programas revolucionarios que contienen dosis de humor en distinto grado, por ejemplo “Como ustedes pueden ver”, “Cayendo y Corriendo”, “Zurda Konducta”, “La Talanquera” y otros.
Por supuesto, a quienes hacemos humor en la televisión, la burguesía no nos da ningún reconocimiento, y ni falta que hace. Si algún día lo hicieran, tendríamos que revisarnos.
En realidad, una de las mayores satisfacciones de nuestro trabajo es que el pueblo pobre nos reconoce en las calles, nos regala sonrisas y gestos cómplices, nos obsequia con su admiración y respeto. Es motivo de orgullo ser queridos no por ser galanes, sino por ser revolucionarios.
Por otro lado, hay otras manifestaciones culturales de las cuales podemos sentirnos orgullosos. Es ese el sentimiento que recorrió a Venezuela cuando se conoció la designación unánime de los Diablos Danzantes de Corpus Christi en la Lista del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, por parte del Comité Intergubernamental para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Unesco. Este tesoro ancestral es una muestra de la gran creatividad y vena artística que reside en las clases populares. Frente a los bufones de la corte y ante este monumento nacional que son los Diablos Danzantes, provoca reeditar la conocida consigna de estirpe sesentera: “Esto sí es cultura, cultura popular”.
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