La falsa foto del Presidente Chávez que publica El País de España llama a una reflexión sobre la ética periodística de ciertos medios nacionales e internacionales, genuflexos ante intereses políticos y económicos. Los medios han ido cobrando un poder impresionante y alcanzado tal grado de penetración que se hace de la noticia una comunicación eminentemente política, en donde se funden y confunden los discursos contradictorios de políticos, periodistas y la ciudadanía.
A pesar de las explicaciones que El País ha intentado dar al mundo y a sus lectores clamando su inocencia, no nos queda duda que en esa jugada hubo una intencionalidad política y económica que condujo al nada inocente medio a la mentira, el engaño y finalmente a la desinformación. ”Jean Francois Revel, (El conocimiento inútil, 1993), afirma enfáticamente que “La primera de todas las fuerzas que dirigen el mundo es la mentira”. Y ello nos recuerda aquel bolero que canta “Voy viviendo ya de tus mentiras…”
Resalta que “vivimos en la era de la comunicación” y jamás “la información ha sido tan abundante, tan rápida, tan omnipresente”. Y a pesar de que se invoca constantemente el deber de informar y el derecho a la información, los profesionales no dudan en “traicionar ese deber como sus clientes tan desinteresados en gozar de ese derecho.” Presos de un sistema de interpretación y representación mediático, los hechos no son reales ni irreales, son simplemente deseables o indeseables, pueden ser adversarios o aliados, al igual que cómplices o conspiradores. “Sé que tu cariño no es sincero”…se que mientes al informar…, “me conformo porque se, que pago mi maldad de ayer…Y qué más da, la vida no es más que una mentira”
Para Guy Durandin (La información, la desinformación y la realidad, 1995) la desinformación es “un conjunto organizado de engaños” y la mentira se define a partir de la existencia de una diferencia entre el conocimiento, la realidad y el discurso y, además, por la intención de engañar.
Suerte de teatro de la desinformación y del halago mutuo en la que según Revel “productores y consumidores” de información juegan a respetarse cuando en realidad no hacen más que ““temerse despreciándose”. Lo que en tono de bolero equivale a “más si das a mi vivir la dicha de tu amor fingido miénteme una eternidad que me hace tu maldad feliz”, como hizo El País a aquellos que apuestan a una desaparición física de Chávez.
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