Uno de los terrenos de batalla más importantes para seguir transitando el camino de la revolución es el tema comunicacional. Tal y como lo señala nuestro eterno Libertador Simón Bolívar la primera de las fuerzas es la opinión pública. En un mundo globalizado, y dominado por los códigos de la hegemonía y la ética capitalista, la información se ha direccionado a la multiplicación de antivalores, medias verdades y manipulaciones de la realidad, que se inoculan a través de los medios de comunicación masivos. Las matrices de opinión son implantadas, desarrolladas en laboratorios.
El sistema económico dominante ha desarrollado patrones en su forma de masificar sus necesidades a través de los medios. Debatimos aún si lo que recibimos debe considerarse información o propaganda. De manera simultánea y casi en tiempo real las informaciones son direccionadas según sea el interés. Vía satélite, vía banda ancha, vía microondas. Un mundo interconectado, pero que a su vez depende de los consorcios poderosos de la información para acceder a la información. A esto se une el avance acelerado de las tecnologías de la comunicación. Las denominadas redes sociales (como Twitter, Facebook) incrementan el poder de ataque de los mensajes y aspiraciones.
La idea es claramente impactar sobre el ser humano y su forma de pensamiento para conseguir una determinada respuesta. Y obviamente todas estas acciones buscan un condicionamiento sobre los hechos verdaderos. Nuestro país es una muestra casi inédita de lo que significa la aplicación de dicha hegemonía en los medios. Desde el inicio del proceso revolucionario, hemos soportado incontables matrices y campañas de desinformación, encubrimiento, y distorsión de la verdad. De hecho el comandante Chávez fue objeto de un golpe comunicacional perpetrado con tácticas de desinformación y mentiras de los medios en abril de 2002.
Existe una intrincada complicidad entre las grandes corporaciones mediáticas mundiales (las grandes cadenas televisivas, los medios impresos, radiales) y los medios locales venezolanos. Las primeras se encargan de atacar sin compasión el proceso bolivariano en temas recurrentes tales como libertad de expresión, derechos humanos, vínculos con países “terroristas”, cuestionamiento del sistema democrático venezolano, entre otros. Los segundos, son los encargados de distorsionar el ámbito político y las acciones de gobierno, sea cual sea su naturaleza o sus alcances. Esto es una concertada alineación para desacreditar y desmoralizar los inmensos avances en materia social que la revolución bolivariana ha logrado en 14 años.
Para nadie es un secreto que una de las debilidades de la revolución bolivariana ha sido su capacidad de informar y de revertir los nocivos efectos de la mediática mundial. Esta debilidad en varias ocasiones fue detectada por el comandante supremo Hugo Chávez. Su preocupación estaba justificada. Es increíble la cantidad de mentiras, manipulaciones e informaciones destructivas que tuvo que soportar al frente de las riendas del gobierno. Y lógicamente ese bombardeo mediático tuvo efectos sobre sectores de la población venezolana que fácilmente se dejan influenciar por estos masivos ataques de desinformación. Aumentan progresivamente estos ataques cuando se avecinan eventos electorales en nuestro país. Se crean mecanismos para desconocer las acciones revolucionarias de gobierno, ocultar las obras y avances, desviar la atención a problemas como la inseguridad, el desempleo y la “crisis económica”.
Ante esta enorme guerra mediática, el Estado ha tenido que luchar con herramientas novedosas. Una de las primeras acciones fue generar mecanismos alternativos de comunicación, que pudieran ser manejados por el poder popular. En efecto significó un avance en materia comunicacional. Los comunicadores alternativos y los medios comunitarios se multiplicaron de tal manera que por primera vez se tuvo una herramienta para romper el cerco mediático en los sectores populares. Esta es una de las claves para vencer. El poder popular apoderándose de los conocimientos necesarios para masificar la verdad. La posibilidad de llevar a cada hogar de una comunidad el verdadero impacto de las acciones de su gobierno revolucionario. Esto supone una enorme red de medios comunitarios y comunicadores alternativos, que en efecto está creciendo.
La existencia de una red de medios públicos se estructuró para enfrentar la arremetida comunicacional de los medios nacionales y mundiales. Sin embargo, y dada las recurrentes fallas para promover los avances revolucionarios, fue necesario replantearse la estructura y alcances de los medios estatales, y de igual manera apoyar la labor incansable y efectiva de los comunicadores alternativos.
Ese es el punto de partida del SIBCI (Sistema Bolivariano de Comunicación e Información) una estrategia integral para desarrollar un frente de batalla contra la hegemonía comunicacional y la mediática mundial. Es un sistema que integra los diversos medios públicos en un amplio espectro (desde la televisión, la radio, la web, redes sociales, medios impresos) y los medios no convencionales como los comunicadores de calle, los comunicadores alternativos, los pregoneros y los megáfonos como medios de difusión. Es una revolución en materia comunicacional por parte de las autoridades revolucionarias. La intención de acercar y masificar la información a los más diversos sectores populares, y contar con la participación de estos mismos sectores, es sin duda una estrategia acertada.
La estructura hegemónica de los medios, utiliza en demasía la tecnología para imponer sus matrices. Pero es de carácter estratégico que no solo los medios tecnológicos sean utilizados para contrarrestar el bombardeo. Una información de persona a persona, el perifoneo en espacios públicos, los panfletos, las reuniones ocasionales y las jornadas de discusión frecuentes son parte de las nuevas formas de enfrentar la tecnología. Y es precisamente lo que el SIBCI se ha planteado.
A nuestro juicio, el masificar y diversificar las formas en que se transmiten los mensajes, códigos y símbolos de la revolución tendrá un efecto positivo en el fenómeno de la comunicación global. Es necesario seguir impulsando medios de difusión masivos pero “humanos” de esos contenidos. Es la importancia de la participación popular en la construcción de las medidas de contraataque, y también es una excelente forma de reconocer el poder de la organización que hemos alcanzado en revolución.
El SIBCI debe ser transversalizado por todos los entes del Estado. Debe manejar de manera efectiva todas las acciones de gobierno en tiempo real, y tener la capacidad de transmitir esta información a los medios alternativos antes mencionados, para que efectivamente se masifiquen. Hay que formar en lo estratégico a nuestros masificadores populares. Debemos apoyarlos en la concepción de que esta es una batalla no solo a nivel nacional, sino mundial. Pues estamos enfrentando los intereses económicos globalizados, y de los centros hegemónicos del poder. Es fundamental que el poder popular sepa identificar la naturaleza del sistema económico dominante, pues después de todo es la confrontación del Capitalismo y Socialismo lo que se plantea en la escena de los medios. El SIBCI debe plantear mecanismos para esa discusión trascendental, pues no es solo el frente de batalla de los medios nacionales, sino que representa un problema mundial.
Es de vital importancia que exista la interconexión entre los actores del sistema (tanto los medios estadales como los alternativos), y que la orientación sea llegar al ciudadano con la mayor asertividad posible. Existe una tendencia tóxica de los medios nacionales para tratar temas de sensibles (salud, inseguridad, costo de la vida, desempleo). Esas son las tribunas en las cuales se tiene que reforzar la estrategia. Pues existe una acción real del Estado revolucionario en resolver estos temas, y existen resultados palpables y concretos. Solo hay que potenciar el rango de acción del SIBCI, y reorientar esfuerzos en masificar la acción de gobierno. Pero sobre todo, debe haber una tendencia a explicar lo que es el Capitalismo como responsable de la miseria, y la propuesta del Socialismo Bolivariano como alternativa de justicia, igualdad, inclusión y bienestar común.
Un reconocimiento especial al ministro Ernesto Villegas, pues ha empezado a cumplir la misión titánica que dejó como reto nuestro líder supremo. El SIBCI ya tiene estructura y orientación. Rescatar tribunas para la difusión, y generar otras nuevas es la responsabilidad que tenemos en frente. Por fortuna, existe una conciencia política de lo que significa la revolución bolivariana, y de los alcances que hemos obtenido. Suficiente combustible para seguir dando la batalla en contra de la mediática nacional e internacional. Apoyamos en todas sus acciones la gestión del ministro, y del sistema en sí. Y esperamos un rápido avance para defender en la trinchera de la información este extraordinario proceso revolucionario.
¡Independencia y patria socialista!
¡Viviremos y venceremos!
(*) Docente revolucionario, investigador social y militante Bolivariano.
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