El choque entre la “opinión” o “doxa” y el “episteme” o la “verdad” han definido el “progreso” o “retroceso” de las sociedades occidentales. Esos polos tendrían que aproximarse a “punto medio” evitando tanto “excesos” como “defectos” qué según Aristòteles, contribuirìa a la praxis social, el desarrollo de la creatividad y la disolución de conflictos.
Los medios de comunicación privados en Venezuela, desde el golpe mediático de abril de 2002 hasta hoy vemos las filiaciones con la manipulación, extorsión y desnaturalización de la verdad. Los periódicos aparentemente “independientes”, tienen un aparataje del mal llamado “periodismo de opinión” en cuyos articulistas podemos constatar –en el análisis de contenidos- que se trata de una maquinaria retòrica-industrial de producción de falacias, distorsiones y conductas anti-èticas que se expresan bajo la dirección del mercado, la acumulación de riqueza y el atentado a los derechos de información. Una unidimensionalidad que implica a personas que han tenido responsabilidades en diversos ámbitos de la vida nacional, que a juzgar de sus mentiras demostradas, llamamos seudo-inteligencia mediática.
Su praxis “retòrica” es denigrante, son sofistas de escasa condición humana, mas que desgastarse en lo que significa un “…como sea” tendrían que analizar por ejemplo las disculpas de expresidentes –Blair y Aznar- y hasta la Clinton, pidiendo perdón por haber provocado una guerra que causò un millón de muertes –mujeres, niños, ancianos- por solo hablar de pérdidas humanas. Aqui desde esta columna pido un juicio en el Tribunal Internacional de Justicia en La Haya, ojo incluyendo a Bush. La cercanìa de la contienda electoral, acelerò su rol distorsionador contra el árbitro –CNE- la maquinaria de mentiras, prepara su menú como promotores de la guerra psicológica y ataque subliminal, esos rasgos, según otro columnista, de lo que irresponsablemente llama –con descaro- lo “eficiente persuasivo” .
Allì esta la clave es una descripción de si mismo y de su triste patología estructural neoliberal. Para Aristòteles, la “persuasión” es el “arte de la mentira”.