Comenzó el Mundial del terrorismo: ¡hasta cuando coño!

¡Qué casualidad! ¡Qué oportuno el fantasma terrorista! En cuanto la opinión pública mundial cierra filas para denunciar el genocidio que se perpetra en Líbano y Palestina la maquinaria mediática global pone el tema en la agenda. No está pasando nada en Palestina ni Líbano. Así cómo, cuando quisieron, pusieron al mundo a ver hombres corriendo detrás de una pelota y todo los demás: hambre, crímenes, invasiones, no existía, ahora el problema son los códigos de colores y el terrorismo musulmán.

De suyo, el asunto de semejante manipulación del señorío mediático ya es inaceptable, pero en el caso venezolano es más grave aún. De nuevo “casualmente”, junto al escándalo mundial sobre la amenaza terrorista contra Inglaterra y los EE.UU, la prensa venezolana le regala al mundo la excusa para colocar a Venezuela en el centro de la amenaza. Un titular con letras de guerra señala que: “Venezuela almacena armas nucleares iraníes”.

El pasado 14 de abril el diario 2001 ya lo hizo. La noticia recorrió el mundo por ese sistema circulatorio controlado por el imperio a partir de una “investigación” del periodista Jesús Brando: “Venezuela recibió de Irán cohetes con cabezas nucleares”. La maquinaria de manipular se puso en marcha con eficiencia de reloj suizo, por cierto, la misma maquinaria que puso armas de destrucción masiva en Iraq. El resultado de semejante crimen de esta maquinaria asesina lo estamos viendo hoy: cientos de miles de criaturas asesinadas, el patrimonio cultural de la humanidad destruido y un país destrozado. En el caso de la “investigación” de ese periodista venezolano, ésta serviría para que, apenas un mes después, el general jefe del Comando Sur de los EE.UU. señalara su “preocupación por la existencia en Venezuela de armas de atómicas, según fuentes dignas de crédito de la prensa venezolana”.

Esta mañana, ese medio de destrucción masiva que funciona en Venezuela como canal de televisión de nombre Globovisión, sus presentadores y un experto en diplomacia asociaban “casualmente” este titular al ambiente de paranoia antiterrorista y al concepto de, (Antonetti dixit) “la doctrina de Bush, según la cual quien no está conmigo está contra mí… ¿cómo quedan los países que son amigos de sus enemigos... no los verán como una amenaza para los EE.UU.?”

Uno no termina de asombrarse suficientemente. Estos miserables están invocando, rogando, soñando y clamando por una Venezuela agredida, destrozada y bañada en sangre como Líbano o Palestina. Aquella consigna de la Falange Española de “España, primero rota que roja” es su consigna. El odio es demasiado profundo y grande. No se detienen ante nada. En nuestro caso, podemos estar seguros de que al menos, en Líbano, no hay un solo libanés, musulmán, cristiano o judío, que esté apoyando el genocidio contra su pueblo. Eso es impensable. En Venezuela el asunto tiene formas surrealistas. El enemigo de la patria planea su destrucción y algunos de sus malos hijos tienen todos los medios para contribuir con la matanza. Inventan armas atómicas, convierten paramilitares en niños exploradores, terroristas en buenos padres de familia con sus nietos en Disney World, ganaderos asesinos en empresarios honestos… ¡HASTA CUANDO, COÑO!


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Martín Guédez


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