Mi amigo y corresponsal de Telesur en Colombia, Fredy Muñoz, ha sido detenido por los servicios de inteligencia colombianos y encarcelado en Bogotá acusado de rebelión y terrorismo. Fredy, durante el año en que ha trabajado para Telesur desde su fundación, ha logrado ofrecer a la audiencia de América Latina y del mundo entero la verdad de Colombia. Ha llevado el protagonismo de la noticia a los cientos de miles de colombianos desplazados por la guerra, hemos podido escuchar la voz de los sindicalistas, indígenas y campesinos que sufren la persecución y la pobreza. Las organizaciones de derechos humanos encontraron en Fredy a un periodista honesto interesado por sus denuncias y testimonios.
Ahora los fiscales colombianos lo acusan de terrorista. Esos fiscales que nunca logran identificar a los asesinos de sindicalistas ni de líderes sociales, esos servicios de inteligencia que sólo encuentran a los paramilitares cuando se entregan voluntariamente para acogerse a las generosas amnistías del gobierno Uribe, descubren que el periodista, con diez años de experiencia y que todos los días realizaba uno o dos reportajes para Telesur, es un terrorista que, al parecer, ponía bombas entre reportaje y reportaje durante su trabajo periodístico en el año 2002.
Tampoco las organizaciones supuestamente no gubernamentales creadas por el poder para acosar a los gobiernos de izquierda moverán un dedo por Fredy. Es el caso de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), que en nota de prensa ni siquiera incluida en el apartado de Colombia de su web, se ha limitado a afirmar que se "mantendrá atenta a la detención en Bogotá". No nos importa, quedarán más en evidencia mientras seremos muchos los que señalaremos al gobierno Uribe como responsable de esta agresión.
Hace meses que pensé que Fredy podría aparecer asesinado en cualquier momento a manos de sicarios y paramilitares que quisieran acallar una voz que llevaba la verdad de Colombia y su conflicto armado a la audiencia internacional de Telesur. Sin duda, la idea de descartar esa opción y elegir mejor la detención bajo la acusación de rebelión y terrorismo se ajusta mejor al objetivo de crear una crisis entre Colombia y Venezuela; poner en una situación delicada al presidente venezolano y querer erosionar la legitimidad y credibilidad de Telesur.
Efectivamente, Fredy Muñoz es acertadamente señalado como responsable de rebelión y terrorismo. Rebelión contra la mentira y la manipulación que intenta ocultar la verdad de Colombia, y eso, sin duda, provoca terror a altos responsables del gobierno colombiano. El presidente Alvaro Uribe tiene la oportunidad de demostrar si es capaz de no convertirse en rehén de los sectores militaristas que quieren silenciar a un periodista honesto y sembrar la cizaña con Venezuela o sumarse, una vez más, a los dictados de quienes buscan convertir a Colombia en el país donde la democracia y los derechos humanos son constantemente abatidos por los grandes grupos económicos y el paramilitarismo.