Sólo así fue posible que el señor Marcel Granier llamara a Hugo Chávez “el presidente”. Antes, por boca de él y de su adláter Miguel Ángel Rodríguez, el tratamiento era de “teniente coronel”. Y ello comporta un fenómeno interesante: La oligarquía se siente “sobrepuesta” al Estado, y a ella hay que “adorarla”. Chávez, para Marcel Granier, jamás será presidente. Será siempre un troglodita de mil demonios a quien por su talante anticapitalista y antiburgués hay que destruir.
Pero no sólo es que no lo reconoce, sino que por el tratamiento de “teniente coronel” se trasluce un profundo desprecio y discriminación, propios de la cultura fascista. Sólo si Hugo Chávez se hubiese apostado a los pies de la oligarquía criolla, hubiese “merecido” el calificativo de presidente. ¡Claro!..., un presidente “lambucio”, “arrastrao”, “tierrúo”, pero presidente al fín.
Al señor Granier no le importa que Chávez haya ganado 11 elecciones (récord en la historia); que el pueblo lo haya reelegido; que haya vencido en un referéndum; que sea el presidente más legítimo y popular de toda nuestra historia..., ¡no!...; a él lo que le importa es que, como dueño del país, no se cala a un “mono” como presidente, y mucho menos que no se le arrodille.
El señor Marcel Granier, para conocimiento del país, es un tipo despreciable. Léanse el libro de Carlos Capriles Ayala sobre la corrupción en Venezuela, y encontrarán un pasaje de cuando Marcel Granier propuso editar tres millones de “estampitas” con la cara de Jaime Lusinchi, porque “i que” era el presidente más amado por el pueblo venezolano, y que ya su figura “rozaba lo divino”. Luego, cuando Lusinchi no le permitió meter al país 40 containers con películas de contrabando, le planteó una guerra a muerte que llevó a Lusinchi a “explotar” frente al periodista Luís Guillermo García (para entonces reportero de RCTV) cuando le dijo “¡a mí no me jodes tú!”.
Para Granier, además, es mentira los resultados del 3D. Lo reafirma cuando dice: “si fuese verdad que obtuvo 7 millones de votos...”. Es decir, su condición de oligarca supraestatal no le permite el menor respeto por el Consejo Nacional Electoral, ni aún con la aprobación de la OEA, la Unión Europea y cuarenta mil observadores más. Es más, por capricho de la oposición, fue auditado (récord Guinnes) el 54% de las urnas (cuando la ciencia estadística dice que, por el método aleatorio, bastaba con un 10%); y cuando los resultados fueron “íntegramente” iguales que las actas computarizadas, a Manuel Rosales y a todo su comando “todopoderoso” de campaña no le quedó más remedio que admitir la derrota. Pués..., tampoco esto es suficiente para el señor Granier.
Cien mil veces, si se presentaran otras “RCTV” con dueños como el señor Granier, habría que no renovarles la señal. Ellos seguirán con sus aparatos, sus reales, su técnica, su empresa pués!, pero ya no tendrán más ese canal en el espectro radioeléctrico que le pertenece al pueblo venezolano. Muy sencillo: Este país se respeta, este pueblo se respeta, nuestro presidente se respeta... Así como él ha tenido “fuerza” para “vivir” desafiando a nuestro pueblo (e irrespetándolo), pués que la tenga también para seguir con su negocio en otros lares. Puede irse a Miami, donde seguro ¡jamás! insultará al presidente Bush ni se burlará del pueblo estadounidense. Allá será él el arrodillado.
Chávez, señor Granier, és el “teniente coronel”, como usted pretendió siempre ofenderlo; pero también es el “soberanísimo” ¡PRESIDENTE CONSTITUCIONAL DE LA REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA!...; y lo será hasta que al pueblo de Simón Bolívar le dé la realísima gana de calárselo... Así que no importa que no se lo cale el señor Granier. Cálese usted a Bush, a Blair, a Aznar, a Netaniayu, a Somoza, a Pinochet, a Duvalier, a Amín Dadá, a Mussolini, a Hitler...
Sólo lamentamos el destino de los más de mil padres y madres de familia que dependen económicamente de RCTV. Pero estamos seguros que Chávez no los dejará solos.