El ejercicio del periodismo acabó con el poder que tuvo la literatura para mostrar la verdad a la humanidad. Con sus debidas excepciones, impuso un estilo falso de aducir la existencia de ella mostrando pruebas y testimonios, reduciendo la capacidad de imaginación de la gente para sentir su presencia.
La verdad depende del hombre (del ser humano), no de técnicas o de una "profesión" tan subjetiva, tan poco "profesión" de la verdad, que más bien sirve a perfeccionar el engaño, que hace de una mentira algo más creíble; mejor organizada, mejor documentada. Uno puede admirar a los periodistas que son hombres y mujeres morales y honestos (a García Márquez, a Otero Silva o Alejo Carpentier por ejemplo) pero no creemos que el periodismo tenga que ver algo con la conducta moral humana, que sea "ético" en sí mismo, no existe un ética del periodismo, que se le pueda otorgar a una profesión moralmente tan difusa alguna "dignidad", la cual es una prerrogativa del ejercicio humano, no de la aplicación de técnicas, nade te acredita a ser digno.
El periodismo, a mi manera de ver, ha hecho mejores servicios a la manipulación y al engaño que a la verdad. Es amoral. Todo lo malo que se pueda decir de los abogados también vale decirlo de los periodistas. La acreditación de abogado no hace al profesional del derecho, más justo. Así mismo, la acreditación de periodista no hace al acreditado un "profesional de la verdad", eso es ridículo.
El día del periodista debería ser el día de la honestidad, de aquellos periodistas o no, que, como personas, se han destacado por su obsesión por la búsqueda de la verdad dentro de un sistema de valores del cual participan, y para ello no se necesitan aducir pruebas, evidencias, con técnicas comunicacionales, se necesita honestidad. El día del periodista es tan falso como el día del espíritu de la navidad; es como celebrar la santidad de una lavadora (aunque lavadoras son casi santas), el periodismo puede ser tan bueno o tan malo como lo puede ser un lápiz o un par de zapatos.
El periodismo tampoco hace al hombre y a la mujer amantes de la verdad, yo diría que es todo lo contrario, le otorga una oportunidad a los pícaros para mentir bien. Junto a la medicina y el derecho, es una de las profesiones donde se ejerce mejor la manipulación sobre la voluntad de las personas.
No se trata del "quinto poder", se trata del único poder, como se ha dicho, que realmente existe en esta sociedad decadente. En una sociedad de relativismos morales, donde cualquier ladrón ignorante con plata tiene la dignidad de un príncipe, donde senadores que maltratan de sus mujeres condenan la moralidad de otros, donde los curas abusan de niños con el silencio de los obispos, en una sociedad de alteraciones morales constantes, resumiendo, en una sociedad decadente la prensa y el periodismo son El Poder.
Detrás de esta siniestra profesión se puede esconder la envidia, la maldad, la venganza, el abuso de poder, el racismo, el sexismo; detrás de la prensa y sus periodistas se esconde el pusilánime, el arribista. Detrás de los emporios periodísticos se esconde el narcotráfico, los devastadores de selvas, las petroleras. Detrás de los reportajes de la BBC se esconde el anticomunismo. Detrás de La Patilla se guilla el odio y el oportunismo. Detrás de VTV también se esconde mucho miedo, el oportunismo, la envidia, la traición, todo lo más feo que pueda cultivar y ocultar un ser humano. Nos queda a los lectores de noticias amates de la verdad imaginar donde se encuentra; extraerla, seleccionarla y ordenarla, de dentro de tanta basura y manipulaciones.
El punto es que no se puede celebrar una profesión que no existe en su bondad intrínseca – como la carpintería o la pintura, que son verdaderas profesiones, y aun así no existe el día del carpintero o el día del pintor – que son solo técnicas que pueden ser útiles para hacer el bien, pero en estos tiempos de debilidades, son más útiles para hacer daño y manipular a la gente distraída.
Detrás del periodismo están los "tanques pensantes del capitalismo", que bien pueden ser de derecha o izquierda, ¡no hay nada más paradójico y decadente que eso!
Primero lo primero, seamos moralmente dignos de llamarse amantes de la verdad, y luego celebremos la verdad, ¡la honestidad!.