Estados Unidos, paradigma de la democracia occidental, acaba de lanzar un ataque artero contra los medios de comunicación social sin que nadie se dé por enterado. La poderosa cadena Univision fue multada por 24 millones de dólares y sus colegas del mundo no han dicho ni pío. La información ha sido escamoteada y borrada de las mesas de redacción.
¿Y cuál fue el motivo que tuvo el democrático imperio norteamericano para multar por tan astronómica cifra a la capitalista Univisión? Pues bien, tome nota el preceptor Petkoff y su “humorístico” Tal Cual: la multa fue por el daño que la programación de esa corporación causa a los niños, ni más ni menos.
También los concesionarios que perderán su concesión en mayo deben tomar nota, aunque ya sea un poco tarde. Ocurre que en Estados Unidos, al igual que en Venezuela, existen normas sobre la programación en radio y televisión para proteger a los niños, niñas y adolescentes. Y la cadena Univision, al igual que ocurre aquí, se las voló y las violó. Pero allá, a diferencia que aquí, la ley se aplica rigurosamente. Y ¡ay! si el sancionado, en lugar de pagar la multa y enmendarse, lanza programas matutinos burlándose de la ley y del gobierno federal, como aquí
¿Y cual fue la institución que solicitó la aplicación de la ley? Ahora son el Cardenal Urosa y la Conferencia Episcopal, dolientes de la pedagógica programación de RCTV, los que deben tomar apunte. La petición a la Comisión Federal de Comunicaciones (FCC) la hicieron la Iglesia Unida de Cristo y varios líderes comunitarios de Estados Unidos. Acusaron a Univision de etiquetar falsamente de educativa a una telenovela que resultó todo lo contrario. La vocera de la citada iglesia, Gloria Tristani, destacó que “debido al aumento de la población latina y al creciente número de niños hispanos televidentes, es imprescindible que la FCC asegure que la programación en español satisfaga las necesidades educativas de los infantes”.
La información la trae The New York Times en su edición del sábado (24-02-07), donde subraya que “Univision, la quinta cadena de televisión más grande de Estados Unidos, es la principal empresa mediática de la nación en español, y alcanza a 98 por ciento de la comunidad hispana”. Como ustedes pueden ver, a nuestros niños, allá en el norte, los protege la FCC, no importa que algún desquiciado chille que con “mis hijos no te metas”. El Estado establece las normas y sanciona a quienes las violen.
Frente a la multa de 24 millones de dólares, un vasto silencio de leones ha envuelto a la SIP, Humans Right Watch, CIDH y, más acá, al patronal Sindicato de la Prensa, al cuestionable Instituto de Prensa y Sociedad, al subvencionado Reporteros sin Fronteras y sin escrúpulos y a nuestros volubles comunicólogos, quienes hacen bochornosos esfuerzos por borrar los libros que ellos mismos escribieron ayer no más.
Los medios nacionales, por su parte, se han cuidado de ocultar patética e inútilmente la información del New York Times. No les parece buen ejemplo que el imperio esté aplicando su particular Ley Resorte, brinde protección a los niños e imponga multas por 24 millones de dólares a los violadores de las normas de la FCC. Mayo se adelantó en Estados Unidos.