Señor Presidente, bajo su acertada conducción hemos vivido años de intensa y productiva lucha. Usted ha sabido conjurar cada maléfica componenda del enemigo del pueblo y su patrón imperial.
La suya, que es la nuestra, tiene el mérito de no ser una pelea estéril; en cada batalla ha sabido ganar terreno y recuperar los recursos patrios en poder de manos indignas por tanto tiempo.
Sabemos que el camino es largo pero los grandes avances de esta primera etapa nos dan aliento y esperanza para mirar al futuro, que será sin duda de fiera lucha porque hemos aprendido que las cosas buenas son producto de trabajo y sacrificio.
Paradójicamente, la oposición y los medios de “comunicación” privados son responsables por elevados daños colaterales causados y no nos referimos exclusivamente a los materiales, que son considerables, si no a la disociación causada a los usuarios por el uso indiscriminado de estos medios como arma de guerra y alienación en detrimento de la salud pública.
Hay quien piensa que el grueso de las bajas proviene del campo contrario, una verdad matemática pero relativa ya que cuando hablamos de salud y educación no existen bandos.
Y eso es algo tan cierto como la irresponsabilidad confesa de los criminales que “lideran” a la oposición a base de estrategias suicidas, pero señor presidente, estamos convencidos de su elevada condición humana, usted sería incapaz de asumir las bajas como del enemigo. Se trata de venezolanas y venezolanos que han sido víctimas de la manipulación y la traición de quienes ellos mismos eligieron como guías, pero son nuestros hermanos y no podemos darles la espalda cuando más lo necesitan, aunque mal paguen.
Dado el carácter irreversible de las lesiones, quizá no se pueda hacer mucho en el corto plazo por los compatriotas contaminados; justo por ello es un deber revolucionario impedir la continuación del empleo inmoral de la televisión como arma en contra de la ciudadanía, la paz y las instituciones que el pueblo se dio.
La no renovación de la concesión a RCTV será una medida insuficiente e incluso injusta si no se hace extensible a Globovisión y otros medios regionales por todos conocidos, dedicados impunemente a desinformar a la población, escudados en la libertad de expresión que mancillan a diario.
Dado que estamos en plena batalla, ¿No valdría la pena matar a todos los pájaros de un solo tiro?
Salvaríamos a futuras víctimas, podríamos ocuparnos de las actuales con alguna misión y lo más importante, el gobierno podría emplearse en atender a tiempo completo aquellos asuntos que las circunstancias sociales y económicas demandan.
Porque a veces pensamos que el fondo de la estrategia del enemigo imperial consiste en no dejarle gobernar, sabotear la economía y mantenerle en jaque permanente.
Comandante, por favor a Venezuela y en honor a los caídos, haga algo con Globovisión y compañía, pronto.
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