Mis queridos lectores, vuelvo a la carga una vez más, y en este caso, no seré muy original porque me referiré al caso de RCTV y a la no renovación de su concesión. Por desgracia, no estoy en mis mejores momentos de originalidad y creatividad, y correré el riesgo de caer en lugares comunes y clichés. Sin embargo, y a pesar (el pesar puede ser de mis lectores) de lo anteriormente dicho, ejercitaré mi derecho a la libertad de expresión aunque sea para decir pajuatadas, así que prepárense.
En primer lugar, quiero señalar el empeño que han puesto los medios de comunicación que se solidarizan con RCTV, en utilizar la palabra Cierre en vez de vencimiento de la concesión y no renovación de la misma. Esto tiene un sentido claro a mi modo de ver, al hablar de cierre se propaga sutilmente la idea de que el gobierno ha violado un contrato y ha ejercido una acción ilegal en contra de la televisora. Al hablar de cierre, se da la idea de una organización víctima, a la cual se le está violentando un derecho que tiene y que se encuentra en plena vigencia. En cambio, hablar de fin de la concesión transmite la idea de que la televisora ya no tiene ningún derecho que alegar, porque simplemente hace 20 años firmó un contrato por tiempo determinado, al vencer dicho lapso ya no le asiste ningún derecho, que no sea el derecho de pataleo.
En segundo lugar, se vincula a la televisora con un valor fundamental para la democracia, y que es el derecho a la libertad de expresión, se busca reforzar la idea de que RCTV y libertad de expresión son la misma cosa, que si la primera desaparece la segunda ha de morir. En este sentido, quiero decir que no creo que a nivel mundial, los medios de comunicación privados representen en modo alguno la libertad de expresión. De hecho, desde hace mucho se habla de los medios de comunicación como el cuarto poder, y la connotación que se da a esta denominación no es de elogio sino de repudio. Hace cuantos años ya, que Orson Welles hizo la película “El Ciudadano Kane” para poner sobre el tapete la inmoralidad, abuso y corrupción que puede haber en la dirección de un medio de comunicación. Hace unos días atrás volví a ver una película de James Bond (confieso que me encantan, una debilidad pequeño burguesa), en la cual, un empresario de los medios, fabricaba una guerra artificial entre Inglaterra y China, para dar un golpe de estado en éste último, y que el nuevo gobierno chino le diera los derechos exclusivos por 100 años, de las telecomunicaciones en ese país. Una ficción sin duda, pero con una base en la realidad.
Detrás de un medio de comunicación privado, siempre hay un negocio lucrativo, si RCTV dejara de ser un negocio atractivo, los dueños de ese medio lo cerrarían o venderían, sin preguntarles absolutamente nada a sus televidentes fieles e incondicionales. La lucha de RCTV no es por la libertad de expresión, sino es la lucha por no perder un negocio multimillonario. Yo recuerdo que hace muchos años atrás, la televisión se convirtió en un monstruo que no se podía ver, simplemente porque transmitían cinco minutos de programación y diez minutos de propaganda. La cosa fue tan grosera que el Gobierno de aquella época tuvo que entrar a regular la cosa. Regulación que tampoco fue acatada debidamente. Los canales de televisión también rompieron lanzas cuando se prohibió el anunciar licores y cigarrillos, anuncios que les dejaban pingues ganancias, y que le valió a Luis Herrera el destierro de los medios de comunicación. Podemos hacer un símil entre la industria del cigarrillo y los medios de comunicación, como ya se ha demostrado, el cigarrillo es simplemente el vehículo para que los fumadores obtengan su dosis de nicotina, la programación de las televisoras es simplemente el vehículo que les permite, o justifica el pasar anuncios publicitarios, ahí está el negocio, el meollo de la cuestión. Hay que presentar una programación atractiva para tener rating, ya que este permite a las televisoras vender más espacios publicitarios y a mejor precio. Todo el mundo recuerda cuando RCTV se puso a pasar una programación pornográfica light después de las 12 de la noche, como todo negocio que busca maximizar la ganancia, RCTV tenía que hacer algo con esas horas muertas de la noche, en las cuales no hay anunciantes, y los encontró en las empresas dedicadas a la explotación del sexo.
Todos los medios de comunicación, son la máxima manifestación de la libertad de expresión de sus dueños, de sus intereses económicos. En ellos se exaltarán los valores, ideas y opiniones que estén de acuerdo con las posiciones de los dueños de los medios, en particular con su posición política. Los medios de comunicación tienen el enorme poder de manipular a las masas (mass media) y muchas veces no por lo que dicen, sino por lo que dejan de decir, o por la jerarquía que les dan a las noticias. Creo que todo el mundo recuerda que cuando el Fiscal General llamó a los medios de comunicación el día 12 para informar de su renuncia, todos fueron hasta donde él estaba. Sin embargo, cuando él mencionó que quería denunciar, lo que para él, era un golpe de estado, todas las televisoras privadas lo sacaron del aire, eso fue realmente grosero y abierto. Y también, la gente debe recordar que cuando Baduel se alzó en Maracay, y solicitó la presencia de los medios de comunicación con cobertura nacional, ninguno fue, sólo una televisora regional estaba allí.
Cabe destacar, que hasta la Iglesia Católica se ha puesto en primer lugar en la defensa del derecho a la libertad de expresión, defendiendo a RCTV. Al respecto, quisiera decir que no le reconozco a la Iglesia solvencia moral ninguna para hablar de la libertad de expresión. Partiendo de tiempos remotos, cuando la Inquisición estaba en su apogeo, me gustaría que resucitara Galileo Galilei y nos dijera su opinión acerca de la Iglesia y el respeto de ésta por la libertad de expresión. Me gustaría que resucitaran todos aquellos que murieron en la hoguera por decir lo que a la Iglesia no le gustaba y que dieran su opinión. Y en tiempos más cercanos, que la Iglesia dijera, por qué, no fue el medio de expresión de los millones de judíos, gitanos, homosexuales, comunistas que fueron llevados a campos de concentración y eliminados por los nazis. Que dijera, por qué, después de la segunda guerra mundial, colaboró activamente en el salvamento de reconocidos nazis, facilitándoles la huida a América del Sur. Que la Iglesia dijera, por qué, no defendió el derecho a la libertad de expresión de aquellos 30 mil detenidos desaparecidos en la Argentina durante la dictadura. La Iglesia es una organización jerárquica disciplinada, donde no puede darse en verdad, ninguna libertad de expresión como tal, y si no, que lo digan los curas de la teología de la liberación, a los cuales los Papas los han mandado a callar o los han expulsado.
Aquí también se viene hablando de que el irrespeto a la libertad de expresión y a los medios de comunicación privados es una violación a los derechos humanos y a la democracia. Todo el mundo sabe que en Chile, el periódico El Mercurio, participó activamente en el golpe de estado contra Allende, y todo el mundo sabe, que ese periódico nunca dijo una palabra para que se respetaran los derechos humanos de los detenidos, torturados y asesinados durante la dictadura de Pinochet. Y así pasó en todo el cono sur con los medios de comunicación privados. Y aquí en Venezuela, ningún medio salió a decir en su momento, que el decreto de Carmona violaba los derechos humanos y la democracia, lo dijeron después, cuando el golpe había fracasado y a regañadientes.
En resumidas cuentas, en mi opinión, la libertad de expresión no tiene nada que ver con la existencia de los medios privados de comunicación. Asimilar ambos conceptos es una manipulación que intenta enviar el mensaje a la gente, que la defensa de una cosa implica la defensa de la otra. En verdad, los medios de comunicación privados tienen su propia agenda, en la cual en primer lugar, está el negocio; en segundo lugar, comunicar e informar aquello que conviene a sus intereses económicos y todo aquello que le sea inocuo; en tercer lugar, atacar todo aquello que pueda ir en contra de sus intereses económicos; en cuarto lugar, establecer nexos con el poder político que les permita mantener su negocio; quinto, establecer fuertes nexos con el poder económico, otras empresas, que en verdad son sus clientes; sexto, presentarse a la masa como unas instituciones que cumplen una función social y que son garantes de la democracia, y en verdad los son, mientras ésta no interfiera con sus intereses económicos.
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