El Centro Internacional de Investigación y Desarrollo de Canadá acaba de publicar un informe, editado por Allan Thompson y titulado Los medios y el genocidio de Rwanda. En el extenso documento se demuestra la forma fría, calculada y criminal cómo los medios de comunicación activos para 1994 en el país africano, la emisora Rtlm y el periódico Kangura, incitaron al genocidio que aconteció en ese país y que terminó con la vida de un millón de personas.
La publicación recoge los testimonios de diversas personalidades que aportaron su visión acerca del terrible papel que jugaron los medios de comunicación ruandeses en la masacre que exterminó a la minoría Tutti, pero que acabó también con los miembros moderados de la propia etnia Hutu, a la cual pertenecían los extremistas que lideraban los medios.
Una de las declaraciones que recoge Thompson en su libro pertenece a Kofi Annan, ex secretario general de la ONU, quien expresó en una universidad canadiense: "los medios de comunicación fueron usados en Rwanda para diseminar odio, para deshumanizar a la gente y, más aún, para guiar a los genocidas hacia sus víctimas". La Corte Criminal Internacional encontró a tres periodistas y a los propietarios de los medios "culpables de genocidio, incitación al genocidio, conspiración y de cometer crímenes contra la humanidad".
El libro, el primero que aborda de una manera tan contundente la responsabilidad directa de los MCS en crímenes masivos, pone en evidencia también la ligereza con que actuaron los medios internacionales que permanecieron indiferentes, mientras Rwanda se desangraba en una cruenta guerra que enfrentó a vecinos con vecinos, a profesores con alumnos y a hermanos con hermanos.
El texto al que hago referencia precisamente hoy domingo 27 de mayo está disponible en Internet en la dirección www.idrc.ca. Todo aquel que sienta que existe algún parecido con la campaña de terror mediático al que hemos sido sometidos los venezolanos, podrá comprender la magnitud del riesgo que corremos y la responsabilidad que tienen todos aquellos que, micrófono en mano, incitan permanentemente a la venganza, a una población emocionalmente afectada.
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