Una vez más la Conferencia Episcopal hace un llamado a la “convivencia pacífica y respeto a los derechos constitucionales”, tomando como referencia la Venezuela virtual de la oposición. De esta manera cumple con el rol de una organización al servicio del golpismo, papel asumido prácticamente desde la llegada del presidente Chávez a Miraflores.
Olvida la CEV que no ha sido precisamente el Estado venezolano quien ha atentado contra el respeto a la propiedad privada de los venezolanos, así como el derecho a la vida de funcionarios policiales que tratan de cumplir con su deber.
Esto no lo menciona el secretario general de la CEV, monseñor Ramón Vitoria, quien, con el mayor de los descaros, pide acatamiento a derechos humanos fundamentales, ignorando que ese precisamente ha sido uno de los principios básicos de este gobierno, en consecuencia no podría presentar ningún caso que sustente tal demanda. No lo conoce, porque no existe, a menos que lo invente.
Así mismo, exige especial atención al pluralismo político, como si no gozaran de todas las libertades esas organizaciones políticas a las cuales asiduamente sirve como vocero ideológico, para manipular a los venezolanos creyentes de la Iglesia Católica.
El señor Ramón Vlloria se atreve a pedir consideraciones para las manifestaciones pacíficas, la libre expresión, la propiedad privada y a evitar cualquier acto violento, pero no menciona las imágenes que protagonizó la Policía Metropolitana, que observaron los venezolanos por televisión, donde se presenta la prueba más contundente de mesura y respeto frente a quienes en abierta provocación escupían, insultaban, lanzaban objetos contundentes y hasta disparos.
En cuanto al respeto a la propiedad privada, ahí están los autos incendiados, las fachadas de edificios públicos destrozadas. Esos actos violentos, evidentemente, no fueron propiciados ni estimulados por el Gobierno. Tampoco fueron los chavistas quienes ejecutaron tales desmanes, amparados en una supuesta marcha pacífica.
Entonces, monseñor Ramón Viloria, si sus ruegos y oraciones por la paz, la concordia, el respeto, son sinceros debe empezar por reunirse con esa parcialidad política que usted justifica y defiende con tanta pasión, para que los hombres y mujeres en Venezuela, de todos los pensamientos y doctrinas podamos convivir en paz, respetando diferencias ideológicas, en función de un país mejor, pero eso sí, libre del colonialismo al que sus amigos en Estados Unidos nos quieren llevar de regreso.