Mientras que en Venezuela, país subdesarrollado, se van a sus calles grupos de estudiantes de colegios y universidades privadas pidiendo libertad de expresión y respeto a sus derechos civiles, sin que nada de eso haya sido vulnerado en el gobierno de Hugo Chávez, protegidos -además- por la policía del Estado, como nunca antes había ocurrido, en Alemania, uno de los países del primer mundo, el cual se jacta, junto a los que con él controlan la economía mundial en el Grupo del G-8, de contar con democracias ejemplares, la policía comete los mayores atropellos contra su población, apaleándola, deteniéndola y allanándole todos sus espacios, porque ésta rechaza en paz el cónclave que ese grupo realiza en suelo alemán.
Entre tanto, los llamados defensores internacionales y nacionales de los derechos humanos callan ante esos desmanes, pero se muestran implacables por la no renovación de la concesión a RCTV, hecho éste acordado por el Gobierno Bolivariano en el marco de su plena soberanía y en apego irrestricto al estado de derecho que nos rige y el que, es necesario decirlo, aun cuando para nadie es un secreto, ha sido decidido en otras latitudes y muchas veces sin que se hubiesen generado alteraciones públicas insurreccionales.
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