¿Libertad o periodismo?

Nunca como hoy había resultado tan chocante la discriminación que significa para la ciudadanía el que se otorgue un Premio Nacional de Periodismo para reconocer ya no la labor ni la calidad de un esfuerzo en función de una cada vez más necesaria comunicación social que efectivamente sirva al país y a su gente, sino la consagración de un gremialismo atrasado y en el más franco e irreversible deterioro, que subsiste, nadie sabe cómo, a contrapelo de la realidad de transformaciones profundas que experimenta la sociedad venezolana.

Un gremio atrasado que no elige a sus autoridades desde hace más de ocho años pero que reclama libertad y democracia por puro afán desestabilizador porque, como todo el mundo sabe, Venezuela es ahora el país con más libertades que ninguno otro en el mundo, a la vez que entrega de manera inmoral e impúdica el testigo de las luchas que debieran darle su razón de ser a sus patronos, colocándolos, por primera vez en la historia del movimiento sindical, como los verdaderos defensores de los intereses de los trabajadores, a quienes, en lugar de eso y frente a la mirada complaciente no sólo de ese entreguista liderazgo sino de decenas de profesionales del periodismo que sumisamente lo aceptan, pisotean y maltratan a su antojo como nunca antes en función del retorcido discurso antichavista que de entre ellos construyen.

El Colegio de Periodistas (que el Premio Nacional de Periodismo se empecina en honrar) constituye hoy para el país una verdadera pústula en la vigorosa transformación social que encarna la propuesta del socialismo bolivariano, no sólo por su comportamiento a contrapelo de esta intensa evolución social, sino por el carácter excluyente que el mismo comprende.

Justamente hoy, cuando la sociedad venezolana se mueve consistentemente hacia avanzadas formas de organización social, basadas en las ideas de libertad, participación y protagonismo popular que consagra nuestra moderna Constitución, y en el sentido profundamente democrático que la inspira, la idea de una férrea colegiación como requisito indispensable para que una labor comunicacional pueda ser reconocida, es por lo menos odiosa.

aaranguibel@msn.com


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Alberto Aranguibel B.

Comunicador social e investigador. Conductor del programa Sin Tapujos, que se transmite por Venezolana de Televisión. Asesor Comunicacional y de Imagen en organismos y empresas públicas y privadas.

 albertoaranguibel@gmail.com      @SoyAranguibel

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