Jaqueline Faría

El Ojo del Tigre

En el medio de la vorágine consumista con las que atosigan al pueblo está la epidemia de los celulares. Se han convertido en el centro de la existencia de tantos seres humanos de este país que asombra las horas y horas que permanecen pegados a sus pantallas en un ir y venir de mensajitos, en su gran mayoría intrascendentes. En carros autobuses, calles, restaurantes, doquier haya un humano está el adminículo ese con su ruidito exacerbante.

Sin embargo, en nuestro país al celular le debemos mucho, pues si no hubiera sido por él, estaríamos sumidos en la noche del fascismo más ordinario, ese que vistió de seda en Miraflores el 12 de abril y cuyos cuchillos afilaron para pasar a degollina a “todo lo que oliera a chavismo”. Ese uso superior que el pueblo dio esa vez al celular alertó a las multitudes y las movilizó para salvar esta Quinta República.

Y no es que pretendamos endilgarnos la primicia del “uso cívico” del celular, ya otros países echaron mano de él cuando fue necesario brincar el cerco mediático, como fue el caso de España y el atentado terrorista, cuando al gobierno le dio por rebuznar que se trataba de una acción de ETA, para sacar cosecha electoral de una tragedia terrible. Pero está visto: Una cosa es Aznar y otra cantar…

Sin embargo la República Bolivariana de Venezuela ha dado tremendos ejemplos de creatividad y sus logros, quiéranlo o no, tienen que reconocerlos, las misiones y sus estadísticas abrumadoras lo evidencian: millones de pacientes atendidos, millones de personas sacadas de la noche del analfabetismo, millones de compatriotas entregados a los estudios.

Ahora esgrimiendo el principio de la subsidariedad, el Gobierno Revolucionario apunta hacia la potenciación del Poder Popular con los Consejos Comunales, un mecanismo que instaura en el terreno popular el gobierno directo. Pero su organización no es cosa fácil, hay que embraguetarse con las dificultades: la incredulidad, la apatía, adecopeyanos cazando para alzarse con el poder y los reales, pero por sobre todo, con las dificultades de orden material que merman la capacidad de movilización.

En este sentido Jacqueline Faria, como lo hizo en Hidrocapital, ha demostrado tener el Ojo del Tigre, es decir, la visión nítida para el ataque certero a un “Problema Popular”: facilitar las comunicaciones a los voceros para acelerar la organización y funcionamiento de los Consejos Comunales; una prueba más de con un poco de imaginación se puede hacer un “manejo popular” de los productos, añadiendo un contenido diferente, sin seguir en ese consumismo grosero que impulsan las telefónicas (así, con acento).

Sí se puede crear un nuevo modelo social (es urgente), donde la producción se enrumbe hacia los millones de venezolanos, ávidos de bienes y servicios, sin estar embriagados por la codicia y el fetiche de la marca y la ganancia. Seguro eso nos va a alejar de la violencia y la corrupción.

Esta propuesta de mercado impulsada por Jacqueline Faria le ha dado un giro al asunto, ya que aunque parezca mentira, el celular además de ser un perolito frívolo del consumismo voraz, puede ser también un económico radio transmisor para la organización popular.

elmacaurelio@yahoo.es


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El Macaurelio

Periodista, Politólogo, poeta, escritor, humorista y ensayista. Columnista en varios medios, digitales e impresos.

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