Anda volando una denuncia, gira rauda por los escritorios de las redacciones, cruza veloz por los pasillos, sopla entre las teclas, es el fantasma de las prebendas, es el rostro de la ingenuidad de muuuchos periodistas que pensaron que les habían dado un pasaje con 10 días de estadía, sin costo alguno - ¡Pero no gratis! Todo tiene su precio en este mundo del compra y paga. Por supuesto que muchos periodistas sí viajaron sabiendo claramente qué hacían, porque siempre estuvieron dispuestos a defender al mundo de libertades fascinantes que sólo la libre competencia garantiza aunque, sea dicho de paso, sean unos pobres pelabolas…
Hoy en esta dinámica vertiginosa de confrontación con los Estados Unidos vemos como en el rostro de muchos periodistas aflora la candidez cuando descubren que a tantos les tienen su estudio de perfil elaborado en las embajadas y que los viajes, los autos obsequiados por las casas automotrices emblemáticas de sus naciones, las dispendiosas tenidas en banquetes y fiestas, en las que consuetudinariamente recibes una tarjetita con tu nombre, porque te tienen en el protocolo de esa representación diplomática, es parte de una estrategia de captación, no para la burda propaganda pagada sino para la sutil e imperceptible inclinación a favor del país en cuestión.
Con esa sencilla y tan antigua práctica, los países se hacen de ejércitos de propagandistas que consciente o inconscientemente repiten el posicionamiento de la imagen que cada país quiere alcanzar en el pueblo cuya mente pretende conquistar, por eso es tan común oír por estos lares lo que a continuación, y sin miedo a equivocarnos citamos: “¡Los Estados Unidos, nooooo chico, si ese es un gran país caballo, yo estuve en sus fábricas, en sus museos, lo recorrí en carro, de costa a costa, pasé por Michigan, Nueva York, yo me conozco todo eso. Un país de libertades….” Cámbiele el lector el nombre de las ciudades y el país y funcionará igual para Francia, Inglaterra, Alemania y por supuesto ¡Israel!
Demás está decir que no todos los que ejercen esta profesión son personas tan importantes, como para ser tomadas en cuenta por los servicios exteriores de los países del mundo, muchos pasan sus vidas frente a un tecladito cosiendo palabras, letra a letra, como honestas costureras de la verdad ¡sin mácula! Y que son el ejemplo de cómo se ejerce esa profesión: Investigadores acuciosos, que no se dejan reducir por las veladas amenazas de esos caporales de los dueños de medios, que llaman jefes de redacción.
Por otra parte, hasta nos atrevemos a decir que se trata de un asunto de género porque muchos de esos citados por Eva Gollinger son más adeptos al publireportaje que a las noticias. Otros hicieron su paso escualidísmo por El Universal y El Nacional y gracias a una pequeña ayuda de sus amigos ahora engrosan las filas del chavismo mimético y hasta hablan con acento habanero ¡alabao!
Pues bien y no lo olviden, la lista no es de Eva sino del Departamento de Estado.
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