Benshimol es un cínico y Ravell un insolente

El señor Levi Benshimol ostenta desde hace dos períodos, sin haber sido nombrado por nadie, el título de presidente del Colegio Nacional de Periodistas de Venezuela. Su única actividad conocida es olvidarse de los periodistas, defender los intereses de los propietarios de los medios, atacar al Gobierno y al Pueblo bolivariano.

Disimulando el hecho innegable de la censura oculta y permanente que practican televisoras, radios y periódicos cuyos propietarios son enemigos del Proceso, y disimulando que el Gobierno de Chávez es el que más ha respetado la libertad de expresión en la historia de Venezuela, pretende Benshimol que las medidas de emergencia propias de un ‘estado de excepción’ no se apliquen a los medios informativos, tal y como es de rigor en tales situaciones. Hasta aquí pura rutina: ejerce su derecho de opinar para defender los intereses que sirve.

Lo repugnante de Benshimol es su cinismo al cantar las bondades de la libertad de expresión en situaciones de excepción, dando como ejemplo la entrevista que hicieran los medios al Fiscal General de la República Dr. Isaías Rodríguez el 12 de abril 2002, gracias a la cual tuvo la oportunidad, según él, de denunciar que (contrariamente a lo que informaban los medios) el Presidente Chávez no había renunciado. El diario El Nacional cita a Benshimol “En abril de 2002, el fiscal Isaías Rodríguez, tuvo la oportunidad de informarle oportunamente a la nación que el presidente Hugo Chávez Frías no había renunciado a su cargo".

Son hechos públicos, notorios y comunicacionales A) que existía “prohibición del chavismo en pantalla”, B) que Isaías Rodríguez tuvo que engañar a los medios anunciando su propia renuncia e insinuando que atacaría a Chávez y C) que apenas el Fiscal declaró que no había constancia de la renuncia de Chávez y por lo tanto seguía siendo Presidente, cortaron la transmisión y lo sacaron del aire.

El mismo argumento lo utiliza el infame Alberto Federico Ravell, presidente de Globovision.

PRINCIPIOS Y FINES

En una república de ciudadanos donde los dueños y directores de medios no sean golpistas, respeten las leyes, el juego democrático, y tengan un mínimo de ética y objetividad en la información que transmiten, podría discutirse si conservan intactos o casi intactos sus derechos durante un período de excepción. Pero en la Venezuela en que vivimos y justamente por personajes como Alberto Federico Ravell y Levi Benshimol, sería la más grave irresponsabilidad del gobierno no neutralizarlos cuando la Nación o el orden constitucional estén en peligro.

Aún más: si el gobierno legítimo quedara impedido por fuerza mayor de restringir la acción de dichos medios, el movimiento popular tendría el derecho y la obligación de desactivarlos. Ha sido tradición del pueblo venezolano destruir los medios de comunicación de las dictaduras cuando estas caen. Debemos superar esta bárbara costumbre, los medios de comunicación favorables a la dictadura deben ser destruidos al principio, apenas una dictadura se insinúe o se proclame.

Los fines de la Revolución Bolivariana no están reñidos con sus principios. Pero si nos imponen una guerra de resistencia antiimperialista o una dictadura (sólo mediante dictadura podría intentar gobernar la oligarquía) los medios, sus propietarios y directivos deberán ser considerados objetivos militares.

La misión última del socialismo es imponer la verdad práctica en el mundo, la Humanidad gobernada por humanos. La Revolución Bolivariana ha pagado y está pagando un alto precio para hacer reinar la libertad de expresión como nunca antes en nuestra historia. Pero igualmente está dispuesta a hacerle pagar un precio muchísimo más alto a los enemigos históricos de la libertad de expresión. O en el mejor de los casos, impedirles hacer el mal por su propio bien. Hasta eso.

rotheeduardo@hotmail.com


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Eduardo Rothe


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