El domingo pasado escribí en este mismo diario sobre mi incredulidad frente a la Ley de Amnistía, porque francamente dudo del efecto conciliador que una medida de perdón de tal naturaleza pueda provocar. Demasiado radicalismo, demasiado odio sembrado, demasiada locura, demasiado enceguecimiento, como para pensar que aquí sea factible hacer borrón y cuenta nueva. Eso es casi imposible, si no se pone coto a la ventana por donde se irradia el veneno.
La medida, en mi opinión, para lo único que puede servir es para envalentonar aun más a la oposición y para desanimar y molestar a mucho chavista que ha visto burlados sus anhelos de justicia. Allí se anotan quienes han volcado iracundos escritos en la red. No estaría de más que en los altos niveles del Gobierno se dieran una pasada por Internet y tomaran la temperatura de los usuarios. Los artículos de los espontáneos son un buen termómetro de cómo perciben los seguidores del Presidente sus anuncios, independientemente de que las páginas web deben estar también penetradas y puedan estar siendo utilizadas para la siembra de la desazón.
En cualquier caso, la forma mezquina y miserable como la mayoría de los medios ninguneó la estupenda noticia de la clasificación del voleibol, tanto en femenino como en masculino, a los Juegos Olímpicos de Beijing, es una muestra muy elocuente de que la oposición no está dispuesta a ceder ni un ápice en su batalla por desconocer cualquier hecho positivo que pueda atribuírsele a Chávez. Los muchachos hicieron historia dejando en el papel a Argentina en sus aspiraciones de concurrir a la cita china, y horas después las chamitas hicieron lo propio en patio peruano, en un par de victorias sin precedentes, tanto en ese deporte como en la mayoría de las disciplinas de conjunto.
Ninguno de los volibolistas que batallaron duro en Formosa y en Lima para conseguir su cupo a las Olimpíadas tiene algo que ver con Chávez. Son deportistas, pletóricos de amor por su país, dispuestos a jugarse hasta el último punto por su bandera. Sin embargo, a excepción de Últimas Noticias, la información no mereció primera página al día siguiente en los diarios nacionales, a no ser por una notica olvidada por ahí en una esquina. Y si es por Globovisión, el hecho simplemente no ocurrió. ¿Cómo puede pensarse en reconciliación con quien es capaz de tamaña miseria? A esos jóvenes les aplicaron la misma tenaza que antes impusieron a la oncena vinotinto y a la Orquesta Sinfónica Juvenil.
El reenganchado ministro de comunicaciones, Andrés Izarra, tuvo que apelar nuevamente al forzado recurso de la cadena para que la noticia pudiese ser conocida por el país entero. Le damos toda la razón.
Pero el hecho en sí mismo me llevó a los tiempos del 2002 y 2003, cuando para enterarnos de lo que estaba pasando teníamos que esperar una cadena informativa. El pacto mediático de entonces excluía de los guiones cualquier evento que pudiera favorecer al Presidente. Obviamente, las cosas no han cambiado y por muchas concesiones que se le hagan, la canalla seguirá siendo canalla y a ella, ni el vaso de agua. Con la derecha miserable que es capaz de cosas así, no se transige ni se negocia.
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