TV, fábrica de violencia

La televisión, ese mago con cara de vidrio, crea desde temprana edad, actitudes determinadas, convirtiéndose en un elemento referencial que puede formar en el niño opiniones alrededor de diversos aspectos de la vida, principalmente cuando el menor no cuenta con información previa bien estructurada.

No es un secreto para nadie que la televisión vende sus productos a través de los niños, quienes son motivados a consumir los artículos fabricados para ellos e incluso seducen a los padres para que también adquieran los dirigidos al público adulto.

Y es que la televisión, que muchas veces cuenta con mayor credibilidad para los niños que los propios adultos, reestructura por medio de sus mensajes el sistema de valores del menor. Si el niño no cuenta con la debida información sobre temas como por ejemplo la violencia, y es sometido a la forma como ésta se presenta a través de la pantalla chica, puede asumirla como un estado natural del ser humano; como un hecho que no puede ser evitado o como una forma de vida. Por ello no dudamos en señalar que la televisión es una fábrica de violencia.

Los niños sufren los efectos de la televisión mucho más que los adultos. No en vano vale la cita de Horace Newcomb “…la televisión debe ser vista más bien como dinámica que como estática, como proceso más que meramente producto…” porque demuestra que esta herramienta de la comunicación que ha sobrevivido al Internet no es inofensiva.

La televisión es un medio mucho más económico que el resto, si tomamos en cuenta que sólo pagamos por el aparato y la energía que se utiliza al encenderla. Pero si consideramos que en realidad pagamos por cada producto que ésta vende o por el estilo de vida que promueve, nos resulta el medio más costoso creado. La pagamos con nuestro dinero y con la vida.

Estandarización y estereotipos

La televisión es un recurso fundamental para sostener el sistema capitalista. A través de sus mensajes estandariza los gustos e intereses en una clase determinada. Es así como los automóviles último modelo son un referente para unos; las tarjetas de crédito una necesidad para otros o los zapatos nike un artículo obligado para el resto.

No es casual que Estados Unidos sea el principal productor del material audiovisual o por lo menos monopolice la distribución de la producción que se transmite a través de la televisión mundial. La mayoría de los “enlatados” los genera ese país cuna del capitalismo.

Ese material elaborado por Estados Unidos que compran las televisoras, no sólo es de baja calidad sino que además está cargado de violencia; exaltación del individualismo y de estereotipos que pervierten las relaciones entre los ciudadanos.

Las relaciones que se plantean a través de la televisión, en telenovelas, comedias, películas, mensajes publicitarios, etc. son interesadas, ególatras, de competitividad, rivalidad, egoístas por su puesto.

Los temas de las telenovelas se circunscriben a la muchacha pobre que se prostituye, acostándose con el muchacho rico que luego de abandonarla la reconquista pues ella cambia su forma de vestir, de caminar o de hablar. La publicidad muestra como canon de belleza a la chica rubia, bronceada por el sol de la playa a la cual asiste regularmente pues su sueldo se lo permite; hinchada por el silicón y de estar vestida, utiliza sólo ropa salida de las pasarelas. Los hombres compiten entre sí, para engordar su ego o para conquistar a una mujer con la ropa, con el carro, con el dinero, con el ejercicio de la violencia o en última instancia con las habilidades físicas. Es difícil observar un programa donde la nobleza, la sensibilidad, la inteligencia y el gusto por la lectura motiven al amor.

Hemos señalado en anteriores trabajos como la televisión va moldeando en los niños los estereotipos. Crea preferencias por unos y animadversión por otros.

La televisión presenta como ciudadanos repulsivos, de segunda, de tercera o de cuarta categoría a los asiáticos, árabes, africanos y latinos y muestra como merecedores de toda admiración a los europeos, sajones o aquellos que se les parezcan físicamente. No en vano la imagen de Dios es la representación de un hombre blanco con facciones europeas. Una demostración de la práctica de la exclusión y discriminación a través de este instrumento de la dominación.

Victimarios o víctimas

La violencia no se circunscribe a la percusión de un arma de fuego. No solo se ejerce la violencia cuando se delinque o cuando se asesina. Las heridas mortales que pueden infringirse a través de la televisión, son físicamente imperceptibles.

Nos han dicho que la violencia es un acto individual y si acaso grupal, sin embargo, el sistema capitalista oculta o ha tratado de esconder que la sociedad es mucho más violenta. Es más fácil reprimir a unos; esos que se supone son los criminales, los indeseables, los marginales, los psicópatas, los desadaptados, etc. Pero cuando se habla de controlar o reprimir a quienes de manera formal ejercen la violencia, entonces se está hablando de violación a los derechos de prensa y libertad de expresión.

Ni hablar de revisar los múltiples factores que tienen su origen en los procesos históricos, sociales, económicos, políticos y culturales.

Es violento quién responde con la fuerza corporal; quien se defiende de un ataque; quien responde a los estímulos de la información que recibe. Pero es mucho más violento quien elabora los mensajes que generan reacciones violentas.

La industria cultural nos ha vendido que las sociedades no son violentas, sino que la violencia es expresión de los malos, aquellos que se rebelan en contra del sistema impuesto; que la responsabilidad es individual, pero sobre todo que la ejercen quienes pueden ser reprimidos por las fuerzas policiales, militares o judiciales.

Según Néstor García Canclini, la cultura es el “conjunto de fenómenos que contribuyen, mediante la represtación o reelaboración simbólica de las estructuras materiales a comprender, reproducir o transformar el sistema social”.

Esto nos lleva a preguntarnos ¿podemos transformar o revolucionar nuestra realidad con las estructuras actuales, sometidos a la cultura de la dominación que se ejerce a través de los mal llamados medios de comunicación?

Sobredosis de emoción

La televisión es una experta manipuladora. Con el uso de la emoción dirige nuestras motivaciones hacia intereses determinados. Esa es una de las estrategias que éste ser animado utiliza sistemáticamente.

Podemos citar numerosos antecedentes, sin embargo, solo recordemos todas las informaciones que se generaron inmediatamente después del ataque a las torres gemelas en Nueva York. Sin mayores datos se dijo a la gente, a través de los noticiarios internacionales manejados desde Estados Unidos, que eran árabes terroristas quienes volaron las torres y de inmediato el odio creció y se extendió por todo el mundo, provocando las mayores vejaciones en contra de éste grupo humano. Y por su puesto, facilitando a la Casa Blanca, ordenar la ejecución de acciones militares y criminales en contra de las naciones árabes.

En Venezuela, el 11 de abril del año 2002, durante el golpe de estado en contra del gobierno presidido por Hugo Chávez, se evidenció el poder de la televisión principalmente.

En Venezuela, a mediados del año 2001, previo al golpe de estado, se planteó una organización denominada Círculos Bolivarianos. Este movimiento que contó con gran impulso institucional. Sin embargo, la televisión pesentaba a los miembros de los círculos como gente violenta, sucia, sin dientes, marginal, borracha. Incluso fueron llamados más adelante “círculos violentos” o “círculos del terror”. La opinión pública fue manipulada a tal grado que fueron desintegrados, gracias a la acción de los medios, especialmente de la televisión.

La televisión trató con violencia al pueblo que se incorporó a los círculos. Este es un ejemplo de cómo a través de la manipulación de imágenes y construcción interesada del mensaje se puede engañar al televidente y cambiar el rol de la víctima por el del victimario.

La televisión puede reelaborar la realidad; crear una realidad ficticia o sencillamente violentar la que existe.

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Hindu Anderi


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